ADN Celam

Julio en Cebitepal ofrece un Curso virtual que invita a adentrarse en una porción de la historia de la fe cristiana que resulta tan interpelante como actual: María Magdalena, testigo privilegiada de la resurrección de Jesús. Conversamos para ADN Celam con la docente a cargo, la hermana Grace Dibo. Veamos.

Pregunta: ¿Cómo es leer la Biblia desde una “perspectiva femenina” que es la propuesta del Curso que se inicia a comienzos de julio?

Respuesta: Más que de perspectiva femenina prefiero hablar de leer la Biblia “con ojos de mujeres”.

Es cierto que decir “femenina” designa al colectivo mujeres, pero también es un término que lleva la carga de significados que limitan lo que significa ser mujer. Sabemos que los rasgos y roles tradicionalmente asignados a nuestro género muchas veces llevan a una posición de subordinación con respecto a los varones en la familia, la escuela, la iglesia.

En cambio, la expresión “con ojos de mujeres” representa la visión colectiva que surge del despertar que venimos haciendo las mujeres en todas partes del mundo, incluidas las mujeres creyentes de todos los credos.

La lectura bíblica desde perspectiva de las mujeres nos invita a volver la mirada a los textos sagrados para descubrir el protagonismo de nuestras antepasadas y valorar las huellas que dejaron en los intentos por romper con las creencias limitantes de su tiempo. Ellas nos inspiran a tomar la posta hoy y hacer nuestra tarea con valentía y esperanza.

Leer la Biblia con ojos de mujeres es vivir la fe en Jesús comprometiéndonos en encarnar su evangelio de vida plena no solamente para las mujeres, sino para todas las personas y criaturas especialmente las más vulnerables.

P: ¿Qué mitos tenemos que derribar sobre María Magdalena y qué debemos saber sí o sí para conocerla en verdad?

R: Los evangelios dejan un testimonio claro del lugar prioritario de María Magdalena en la experiencia de la resurrección de Jesús y de su transmisión al grupo por encargo suyo. Sin embargo, leyendo con atención los textos y la recepción que se hizo de su figura en etapas tempranas del cristianismo observamos que hay distorsión, disminución de su importancia hasta intentos de borrar su memoria. Sin embargo, todos estos esfuerzos no lograron eliminar su protagonismo. No obstante, es preciso rectificar las imágenes distorsionadas, corregir errores y confusiones en las lecturas bíblicas y reivindicar su honor y su lugar en la historia del cristianismo.

En este sentido, el primer mito a derribar, que lamentablemente sigue muy vigente, es su imagen de prostituta. No hay nada en los evangelios canónicos ni tampoco en los apócrifos que indique que ella vivió esa situación.

Debido a confusiones, algunas mal intencionadas, se la asoció con la mujer pecadora que lloró por sus pecados a los pies de Jesús. La única vez que vemos a María Magdalena llorando es en el evangelio de Juan en el contexto de la visita a la tumba. Un llanto que se explica por el contexto de duelo ante la muerte de Jesús. Es un tema interesante para estudiar con detenimiento.

Cuando leemos con atención los textos donde aparece María Magdalena encontramos la vida de una mujer que creyó en Jesús, en su predicación y se alineó radicalmente con su proyecto. Será, tal vez, por esta identificación de ella con Jesús y su mensaje, que fuera la primera receptora de la revelación del Resucitado y el encargo de anunciar a los demás apóstoles esta novedad inaudita.

Por eso, lo que debemos saber sí o sí, es que la Iglesia ha reconocido su estatus de Apóstola de los Apóstoles.

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El liderazgo femenino en los primeros tiempos

P: ¿Fueron lideresas las mujeres en los inicios del cristianismo? ¿Cómo era la vida de los cristianos y las cristianas en esos primeros tiempos? ¿Evolucionamos o no?

R: Sí, claro que las mujeres fueron líderes de comunidades en los inicios del cristianismo. A pesar de los intentos por silenciar sus voces, disminuir y marginar su protagonismo, distintos grupos de mujeres asumieron el cambio radical que Jesús proponía y se convirtieron en fieles seguidoras hasta el momento más crítico de su vida sin abandonarlo.

En las cartas de Pablo, testimonios de la primera generación de cristianos, encontramos asambleas fundadas por el apóstol donde las mujeres que se adhirieron a la fe en Jesús jugaron un protagonismo muy importante en la transmisión y conformación de las comunidades. Pablo reconoce los dones y carismas de ellas dándoles nombres tales como: “misionera” como Prisca que además presidía la comunidad que se reunía en su casa. Otras fueron “diakonos” como Febe en la ciudad de Cencreas, que también fue “protectora” de los apóstoles en situaciones de conflicto. Hubo “colaboradoras” como Trifosa y Trifena que se esforzaron en el trabajo del evangelio. Algunas mujeres ejercieron el rol de “apóstol” como Junia. También sabemos que hubo profetisas y maestras. Esta diversidad de roles nos muestra la riqueza en la forma de asumir codo a codo con los varones el servicio al evangelio de manera colaborativa.

De acuerdo con los recuerdos de la segunda generación cristiana, transmitidos en los evangelios, algunas mujeres se encontraron con Jesús en Galilea, entre ellas María Magdalena quien está junto a otras dispuestas a hacer cambios radicales en su forma de vida rural para seguirlo por el camino hasta la llegada a Jerusalén. Otras que no viajaron junto a Él lo recibieron en su casa como Marta y María en Betania. En el grupo de seguidoras había madres, hermanas, mujeres solas, viudas, divorciadas. Todas las realidades de mujeres estaban incluidas en su movimiento. Cuando algunas se encontraron con Jesús, ya eran figuras centrales en su entorno, como la mujer sirofenicia recordada por los evangelios de Marcos y Mateo o la samaritana mencionada en el evangelio de Juan.

Actualmente es abundante la presencia de mujeres comprometidas en distintos servicios en las comunidades. Aunque podemos ver la evolución del lugar de las mujeres en las iglesias cristianas, todavía hay largo camino a recorrer. En el espíritu de la sinodalidad abierto por el Papa Francisco, a pesar de sus esfuerzos en posicionar a las mujeres en roles de liderazgo, están pendientes otros cambios estructurales profundos. Volver la mirada a María Magdalena y las primeras discípulas nos llena de esperanza en inspiración para contribuir en generar los cambios que anhelamos.

Magdalena, una constructora del cambio cultural cristiano

P: El tema que abordas es realmente apasionante. ¿Qué te gustaría que calara hondo en tus futuros alumnos sobre la vida y el legado de María Magdalena?

R: Creo que para valorar la vida y el legado de María Magdalena debemos verla en el contexto del movimiento de cambio inaugurado por Jesús.

Me gusta imaginar el movimiento de Jesús como una auténtica renovación cultural de apertura total y amor inclusivo a todas las personas especialmente a los pobres, a los considerados insignificantes, a los pecadores. En la vida y experiencia de Jesús podemos comprender en qué consiste la entrañable misericordia de Dios que se descubre y se aprende al paso de la vida. El mismo Jesús era alguien que aprendía cómo hacer esta renovación de amor y compasión en compañía de las mujeres sin necesidad de excluirlas.

Tal cambio no se podría haber logrado sin la colaboración conjunta de todas las personas que se sintieron atraídas e inspiradas a encarnarlo. Por eso, ni ayer ni hoy, es posible dejar de lado a las mujeres. Los desafíos que afrontamos en los tiempos que vivimos reclaman la participación de todos los involucrados. Para que la participación sea plena, se requiere participar en la toma de decisiones de cada instancia de la vida de la iglesia.

Mirando nuestros orígenes cristianos podemos pensar que lo que los varones oyeron y aprendieron de la predicación del reino que hizo Jesús y de su praxis sanadora y liberadora también lo oyeron y aprendieron las mujeres. La innovación que supuso la evangelización en los inicios, no fue posible sin un liderazgo compartido en la construcción de nuevas comunidades inclusivas fundadas en la fe y el evangelio de Jesús, y animadas por el Espíritu Santo.

En un proceso de tales características, la figura de María Magdalena, la apóstola de los apóstoles, fue más que una simple seguidora. Ella fue una auténtica líder desde los comienzos en Galilea hasta Jerusalén donde Jesús le confió la misión de ser la primera anunciadora de su nueva forma de presencia en el mundo como Resucitado. Su vida y su legado son muy significativos para motivar el compromiso de las mujeres en los procesos de sinodalidad en nuestras comunidades eclesiales.

Hna. Grace Dibo

Conozcamos a la profesora

“Soy religiosa de Argentina, pertenezco a la congregación de Hermanas Dominicas del Santísimo Nombre de Jesús. Me apasiona el carisma del estudio, contemplación y predicación de la Palabra, especialmente en estos tiempos de crisis que vivimos como humanidad. Estoy convencida de la fuerza transformadora de la lectura y la interpretación de la Biblia en perspectiva popular, liberadora y feminista hecha en grupos y comunidades de fe. Les comparto mis trayectos de estudio y formación: Dra. en Teología Bíblica (U.P. Comillas, España), Lic. en Teología con especialidad en Sagradas Escrituras (UCA, Argentina), docente de Sagradas Escrituras en el profesorado de Ciencias Sagradas, docente y coordinadora de la Escuela de Bibliodrama del Instituto Miguel Raspanti (Diócesis de Morón, Argentina). Miembro de la Asociación Bíblica Argentina (ABA), colabora con la Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana (RIBLA), parte del programa de Estudios, Investigaciones y publicaciones TEOLOGANDA. Áreas de investigación: experiencias religiosas extraordinarias en los orígenes cristianos, Bibliodrama, hermenéutica bíblica en perspectiva feminista.”

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