El servicio de la Música en la vida de la comunidad de creyentes es vital para contagiar la Buena Noticia del Evangelio. Como Arte, tiene una función de alivio y consuelo al tocar directamente la sensibilidad, lo estético, lo emocional; pero también es un camino privilegiado para anunciar y comunicar nuestras convicciones cristianas.
Con ese espíritu es que el Cebitepal-Celam promueve el Primer Curso Latinoamericano y Caribeño de Formación. Músicos para una Iglesia en Salida que se realizará del 18 al 24 de febrero del 2024.
En este contexto y por su rol como profesor en este Curso, entrevistamos para ADN Celam al padre Pedro Brassesco, sacerdote argentino, secretario general adjunto del Celam.
¿Cuál es tu rol en este Curso para músicos? Porque creo que no te dedicás a la música, o me equivoco, padre Pedro… (con un poco de humor)
El curso no es solamente sobre música. Es un curso de formación integral que abarca también lo teológico, bíblico, espiritual y eclesial. Precisamente una de las cuestiones que detectamos dialogando con algunos músicos fue la necesidad de formación es estos aspectos. Por eso mi rol será acompañar desde un ámbito específico que estará orientado hacia la dimensión sinodal de la Iglesia.
Ha sido un don de Dios poder participar en la organización de la etapa continental del Sínodo sobre la Sinodalidad y este camino, incluso mi presencia actual en la Asamblea del Sínodo en Roma, será una herramienta para ayudar a discernir el papel de la música desde una perspectiva eclesiológica sinodal.
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La música como vehículo de evangelización: tu breve reflexión sobre la cuestión.
La evangelización es hacer presente a Cristo especialmente entre aquellos que no lo conocen o se han alejado de Él. A lo largo de la historia el arte ha tenido un papel protagónico en la evangelización. No ha sido una estrategia para atraer personas sino un verdadero medio que ha hecho presente el mensaje de la fe en los pueblos y culturas. Las pinturas han sido una catequesis en tiempos donde muy poca gente sabía leer o podía tener acceso a la Biblia. La arquitectura ha transmitido la grandeza de Dios y su belleza. También la música. Solo basta recordar en nuestras tierras [americanas] la obra de los jesuitas o al mismo san Francisco Solano.
Por eso no podemos reducir la música a una cuestión de complemento estético ni a una herramienta para provocar un movimiento interior sensible. Tiene un rol protagónico en la evangelización, más aún en nuestros días donde la palabra deja de tener fuerza para muchos y la comunicación se da más fuertemente con otras expresiones, como la música.
Sínodo de la Sinodalidad: Sin estrellas sentadas en primera fila
Ya atravesando este histórico Sínodo de la Sinodalidad, “Música y sinodalidad”: ¿cuál es el puente que las une?
Cuando hablamos de una Iglesia sinodal tenemos que pensar que todo puede estar en esta clave. Podemos imaginar un proceso sinodal en la elaboración de una canción. La sinodalidad comienza por la escucha. Entonces una canción puede surgir de la escucha al Pueblo de Dios, de sus alegrías, esperanzas, angustias y clamores. O de un profundo discernimiento con otros sobre cuál es la voluntad de Dios, qué es lo que quiere que comuniquemos, cómo le prestamos nuestra voz, nuestro arte, para que Dios se exprese en esas realidades. Podríamos incluso pensar en buscar procesos comunitarios de composición de una canción y no solo creer que Dios tiene que inspirar a uno en la intimidad y el recogimiento personal.
Muchas de estas cosas ya suceden entre los músicos, tal vez se trata de descubrir y revalorizar este camino sinodal y sobre todo ver la belleza, la riqueza y los frutos que el caminar juntos nos pueden aportar.
Para ampliar información sobre el Curso: https://celam.org/musicos-para-una-iglesia-en-salida/
Brassesco desde dentro del Sínodo
No podemos dejarte ir, padre Pedro, sin que nos cuentes cuál es tu paso por este Sínodo que se está desarrollando en el Vaticano y que ya está dando sus primeros pasos.
En este sínodo tengo la tarea de facilitador, que es lo que habitualmente llamamos coordinador. Mi rol será ayudar a los grupos a desarrollar la metodología de la conversación en el Espíritu para discernir la voluntad de Dios.
Hay muchas cosas de este sínodo que hablan por sí mismas de un cambio profundo. Es muy simbólica la disposición de los participantes: en mesas redondas y todos mezclados. No hay estrellas ni protagonistas sentados en la primera fila porque el protagonista es el Espíritu Santo, como ha dicho el Papa. Alguno lo ha comparado con una fiesta de bodas, que es también la imagen de la Eucaristía, o incluso con la multiplicación de los panes con los discípulos sentados en grupos. No significa un igualitarismo sino que todos, como Pueblo de Dios, son capaces de escuchar al Señor y dialogar, cada uno desde su rol y ministerio, pero en comunidad.
Antes el sínodo era en un salón en hemiciclo, lo más parecido a un parlamento. El Papa repite siempre que el sínodo no es un parlamento. Creo que lo simbólico de la distribución es muy potente.
Además la metodología de la conversación en el Espíritu es un proceso para pasar del yo al tú y del tú al nosotros. Nos ayuda a no quedarnos encerrados en nuestras propias ideas o posiciones sino a escuchar y buscar consensos que nos impulsen a caminar juntos. Los temas seguramente irán madurando y por eso el Papa ha agregado otra sesión el año que viene. Por eso espero que esta Asamblea pueda poner sobre la mesa todo lo que se ha escuchado en las fases diocesanas y continentales para seguir profundizando sobre cómo ser una Iglesia que favorezca la comunión, la misión y la participación.
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