En el marco de la celebración Jubilar 2025, que lleva como lema “Peregrinos de la Esperanza”, se presenta el curso “Reflexiones Jubilares: ¿Podemos romper el círculo de deuda, pobreza y crisis climática?”. La inscripción sigue abierta para todas aquellas personas interesadas en reflexionar y actuar para romper el círculo de deuda, pobreza y crisis climática.
Este espacio de formación tiene el objetivo de “permitir a los participantes profundizar en las relaciones entre deuda, pobreza y crisis climática, con miras a despertar acciones locales en sus territorios en el marco de la celebración del jubileo 2025: Peregrinos de la Esperanza, desde la perspectiva del magisterio social latinoamericano en clave de la ecología integral”, según señala la convocatoria.
El curso está dirigido a todos los actores sociales, incluyendo agentes pastorales de diócesis y parroquias, jóvenes, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, catequistas, líderes comunitarios y activistas sociales. Además, tiene el propósito de involucrar a académicos, investigadores, educadores populares y toda persona de buena voluntad comprometida con la superación de la pobreza y la justicia climática.
Entrevista con Agustín Salvia
Para entender la importancia de este curso y la problemática que toma, ADN Celam conversó con Agustín Salvia, investigador científico en ciencias sociales y docente en la Universidad de Buenos Aires y en la Pontificia Universidad Católica Argentina. Salvia es fundador y director del Observatorio de la Deuda Social Argentina y ha trabajado durante más de dos décadas analizando la justicia social y las desigualdades en la región.
También creador la Red de Observatorios del Lado Social de Universidades Católicas en América Latina, dependientes de ODUCAL y fue coordinador durante los primeros años de vida el Observatorio Socio-antropológico Pastoral del Centro de Gestión de Conocimiento del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño.
La relación entre deuda externa, pobreza y crisis climática
Según Salvia, la articulación entre estos tres factores no es evidente a simple vista, pero existe una conexión: “Las problemáticas de deuda externa en América Latina están vinculadas a sus déficits en materia comercial y financiera, que llena a que los Estados se endeuden y generen una mayor presión económica sobre la población”, esto incrementa los niveles de pobreza, especialmente entre los trabajadores informales y los sectores desvinculados de la economía global, explica.
A su vez, esta situación debilita la capacidad estatal para regular actividades económicas con alto impacto ambiental: “Se promueve la inversión minera, petrolera, gasífera o inversiones en materia de forestación para ampliar la frontera agrícola de productos de exportación agroalimentaria, y todo esto produce un efecto corrosivo de degradación del medio ambiental”, añade.
Salvia exhorta a pensar no solamente en la deuda externa, sino también en la capacidad que tienen las políticas de desarrollo de las élites políticas en América Latina para llevar adelante estrategias de desarrollo económico, “donde una de sus claves sea la promoción del crecimiento con inclusión social, la generación de empleo productivo y una incorporación de los sectores informales a la economía en general, desde una política mucho más integral”.
El año Jubilar y la Doctrina Social de la Iglesia
Desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia, la problemática de la pobreza y la crisis climática no es solo económica, sino también moral y social: “El año jubilar nos permite pensar estos temas y colocarlos en el diálogo social y político, sobre temas, sobre los cuales, no podemos descuidar ni bajar la guardia”, remarca Salvia.
Según el investigador, la deuda social es mucho más amplia que la deuda externa y responde también a una falta de compromiso de las elites políticas y económicas: “Muchas veces, estas élites están orientadas a obtener ganancias fáciles y rápidas, hacer evasión de sus compromisos fiscales y aumentar la explotación del trabajo, antes que promover un crecimiento económico con inclusión social”.
Para Salvia, la superación de estos problemas requiere cambios estructurales y culturales: “Necesitamos que nuevas dirigencias políticas, nuevas dirigencias económicas, encuentren una nueva matriz de reflexión, de identidad, de valoración a través de un cambio que nos ilumine en un futuro distinto”, advierte.
Impacto de las deudas
“A mí me gustaría destacar que no es solamente la deuda externa, sino esas deudas internas de sectores, que tienen un afán de ganancia y de concentración económica, tanto internacionales como nacionales, y que, envueltos en el contexto de políticas de gobierno, también vinculan a condiciones de mucha corrupción”, señala Salvia, dejando claro que para el gobierno las prioridades no son la superación de la pobreza ni la reducción de las desigualdades.
En este contexto, el endeudamiento y la concentración de ganancias generan un impacto negativo en las condiciones de vida de amplios sectores de la población. La degradación del nivel de vida y la falta de oportunidades de desarrollo “afectan especialmente a comunidades afrodescendientes, indígenas y mestizas, tanto en zonas rurales como en entornos urbanos”, afirma el investigador.
El impacto de estas desigualdades se evidencia en la precariedad laboral y en la creciente informalidad económica, donde las personas enfrentan condiciones de empobrecimiento extremo, inseguridad alimentaria y deficiencias en salud, educación y formación.
Modelos económicos justos y sostenibles
A nivel regional, Salvia considera que “va a ser necesario que América Latina experimente alianzas y articulaciones entre sus Estados, con miras a negociar con el mundo global mejores condiciones para su posible potencial desarrollo social”.
“Necesitamos un apoyo financiero para promover la infraestructura social, la educación, la salud, las capacidades de crear trabajo más formal y con mejores condiciones de vida y de comercialización, para lo cual, esa línea de financiamiento, tanto internacional como nacional, se debe lograr a través de dirigencias que estén comprometidas con un proyecto de mayor autonomía, soberanía económica con inclusión social y con equidad social”, sostiene.
La crisis climática en el debate
“Aquí es clave el papel de la Iglesia”, afirma el investigador, que señala que la Iglesia y las comunidades cristianas pueden ser promotoras un cambio cultural y político: “Puede hacer esa interpelación a las dirigencias políticas como económicas, pero también a las dirigencias clericales y de las organizaciones de la sociedad civil, en tanto todos solos responsables”.
“Implica que la Iglesia sea un protagonista de este cambio cultural, de este cambio que también va a ser un cambio político y un cambio ético”, agrega.
También aclara que hay un error en la definición de “desarrollo económico”, pensando que se refiere exclusivamente al crecimiento económico del producto de un país: “Si pensamos que el desarrollo económico es crecer de manera sostenible, sustentable, hay que generar ese mismo crecimiento, pero garantizando y cuidando y protegiendo el medio ambiente; generando inversiones que promuevan el empleo y la formación laboral y profesional, pero al mismo tiempo que cuiden y atiendan el medio ambiente, es posible crecer, es posible generar riqueza y distribuir mejor esa riqueza de manera sostenible; y que seamos menos pobres en condiciones de vida y más ricos en capacidades de desarrollo humano”.
Protagonistas del cambio
El curso “Reflexiones Jubilares” ofrece un espacio académico para el análisis de estas problemáticas, y también una plataforma para las acciones: “Nos puede colocar como protagonistas de este cambio cultural en donde se requiere interpelar a las dirigencias económicas, políticas, sociales e incluso eclesiásticas”.
“Participemos colectivamente en un cambio de rumbo en el marco de las políticas de desarrollo en América Latina, que tenga una clave diferente: el bien común como un componente fundamental, sin perder de vista el buen vivir, donde se incorpore la superación de la pobreza… Para este proceso es fundamental contar con líderes, con actores, con agentes capaces de promover este cambio de rumbo”, invita Agustín Salvia.
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