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Descubren campo de exterminio en México. La Iglesia reacciona: “Cerca de todas las víctimas y sus familias” - ADN Celam

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Descubren campo de exterminio en México. La Iglesia reacciona: “Cerca de todas las víctimas y sus familias”

Horror indecible, incluso en un país donde la violencia es el pan de cada día. Pero también hay indignación, voluntad de decir basta, muchos pequeños, pero visibles, signos de esperanza, comenzando por las valientes madres de los desaparecidos, la sociedad civil y la Iglesia, que con el Proyecto Nacional de Paz está sembrando la esperanza de forma generalizada y territorial.

El fin de semana, México se detuvo en una reacción coral tras el último y terrible descubrimiento: el de un verdadero campo de concentración y exterminio del crimen organizado, especificamente del poderosísimo cártel Jalisco Nueva Generación, en el rancho Izaguirre, ubicado en el municipio de Teuchitlán, que pertenece al estado de Jalisco, en el centro de México.

Se encontraron rastros de personas detenidas en condiciones inhumanas y crematorios clandestinos para quemar los cuerpos de las víctimas. Se calcula que al menos 1.500 personas murieron allí. La fiscalía publicó una lista de camisetas, mochilas y zapatillas deportivas encontradas en el rancho para que los familiares de los desaparecidos puedan identificarlas.

El dolor del párroco

El pasado domingo en el mismo Teuchitlán, se celebró una jornada por la paz, con una misa presidida por el obispo auxiliar de Guadalajara (capital del Estado de Jalisco, a unos 60 kilómetros), Mons. Engelberto Polino Sánchez. Otras misas, marchas y manifestaciones se celebraron en la capital, ciudad de México, en Guadalajara y diferentes ciudades del país.

En Teuchitlán, el párroco de la iglesia de la Ascensión del Señor, el padre Jaime Gustavo Navel, estuvo muy centrado, en promover la jornada.  «Pensamos en un día articulado en diferentes momentos, con una reunión de información y sensibilización en colaboración con Cáritas, una manifestación pacífica por los desaparecidos, la dignidad de toda persona y una misa celebrada por el obispo auxiliar. Vivimos días de gran dolor y estupor, llevamos una gran carga en el corazón y nos sentimos cercanos a todas las víctimas, sus familias y las personas del país que buscan a sus seres queridos desaparecidos».

 

¿Cómo pudo suceder?

El párroco no oculta que la comunidad de Teuchitlán ha estado en el ojo del huracán los últimos días. ¿Cómo pudo suceder que nadie se diera cuenta de nada? ¿Cómo es posible que de la nada haya surgido un campo de exterminio con cientos de personas recluidas en el rancho, que está a siete kilómetros del pueblo? Fuentes de Cáritas local cuentan que, como en muchas partes del país, existe un clima general de miedo y silencio. El párroco, sin embargo, asegura que en el pueblo no se sabía nada de la instalación hasta hace unos meses.

«El pasado mes de septiembre, la policía hizo una redada en el rancho, pero entonces sólo se hablaba de un centro de formación. Esto causó gran sorpresa, la gente mostró miedo y preocupación. Pero no se supo nada de la existencia de un campo de exterminio. Esta última noticia no apareció hasta el miércoles de Ceniza. Estábamos asombrados por la forma en que tantos de nuestros hermanos fueron asesinados y sacrificados». En cuanto al paso de carros y camionetas hacia el rancho, el párroco respondió que la carretera es la misma que conduce a un centro de rehabilitación cercano, por lo que el tráfico era normal.

Cada dos días, una fosa clandestina

Aunque culpar a la pequeña comunidad, que estos días está reaccionando de forma significativa, no tendría mucho sentido, es evidente que el debate mediático de los últimos días ha centrado la atención en la extrañeza de una situación tan grave, que sólo salió a la luz seis meses después de que la policía hiciera una redada en el campo.

Una circunstancia singular, que hace sospechar sobre la impunidad y el encubrimiento. ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Y el campo de exterminio es sólo la punta del iceberg de una realidad generalizada? SIR habló de ello con otras dos personas comprometidas con la paz en el Estado de Jalisco, en el marco del Diálogo Nacional por la Paz (DNP), iniciado hace dos años por la Conferencia del Episcopado Mexicano, la Compañía de Jesús, la Conferencia de Religiosos y la Pastoral de Laicos.

«Este hallazgo, como muchos otros, se debe a la valentía y al compromiso constante de las ‘madres buscadoras’, las madres que buscan a sus hijos desaparecidos», confiesa el padre Miguel González, activo en la pastoral social de la diócesis de San Juan de los Lagos y coordinador del DNP en Jalisco. “Esto sucede en un contexto de normalización de la violencia: es estructural, se ha metido en la cultura, en muchas zonas de Jalisco, que es uno de los cinco estados más violentos de México y el que tiene el mayor número de desaparecidos”.

 

Terrible plaga

La desaparición de personas es una de las plagas que afligen a México. La Conferencia del Episcopado Mexicano, en el comunicado de la semana pasada del que ya informó ADN-Celam, denunció que el Gobierno hizo hincapié en la disminución del 15% de los homicidios, pero no en el aumento del 40% de las personas desaparecidas, en su mayoría jóvenes.

Cifra que fue rebatida por la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, pero confirmada por diversos medios de comunicación. En cualquier caso, el número de desaparecidos no deja de alcanzar y casi todos los institutos de investigación lo estiman en más de 120.000. Cifras impresionantes, como explica Janet Moreno, que trabaja para la DNP y Cáritas en Guadalajara: «Cada dos días se encuentra una fosa clandestina en México.

Hemos llegado a más de 123.000 desaparecidos. El estado de Jalisco cuenta 15.500 y es el primero del país. El 65% de los desaparecidos tienen entre 15 y 30 años’. Como se mencionó, esto ocurre en un contexto de violencia generalizada, como lo revelan otros datos reportados por el padre González respecto a Jalisco: “71% de las mujeres mayores de 15 años han sufrido formas de violencia, 45% en el último año”. Sorprende, dice Moreno, “que esto ocurra en uno de los territorios con mayor tradición religiosa del país”.

 

Signos visibles de esperanza

A pesar de todo, nuestros interlocutores se sienten reconfortados por los numerosos signos de esperanza, por la rápida y visible puesta en marcha del proyecto de paz que la Iglesia mexicana ha lanzado en el territorio. ‘Las primeras acciones – explica el padre González – se remontan a hace unos veinte años, cuando hubo contactos con la Iglesia colombiana para aprender prácticas de paz y reconciliación. Desde 2022, la acción ha cobrado impulso con la puesta en marcha del Diálogo Nacional por la Paz.

Y el levantamiento coral de estos días, en el caso de Teuchitlán, es muy importante y significativo’. Un impulso para continuar la acción de la Iglesia, realizada en colaboración con muchos actores de la sociedad civil, que consiste en muchas iniciativas locales de acompañamiento a víctimas y madres ‘buscadoras’, de capacitación y apoyo a operadores que en distintos niveles realizan acciones de paz, y de denuncia constante.

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