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Dimensión Ecológica: desafiados a educar y promover la espiritualidad del cuidado de la Casa Común

La Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe cumplió su primer aniversario y el pasado 31 de octubre se presentó al Papa Francisco el texto Hacia una Iglesia sinodal en salida a las periferias que surgió de este proceso de escucha, diálogo y discernimiento comunitario, lo que motivó la organización de un ciclo de encuentros continentales dirigidos al pueblo de Dios con el propósito de promover la apropiación de su contenido y analizar las líneas de acción propuestas que implican el compromiso de todos los creyentes del continente.

Este 2 de diciembre, finalizaron los encuentros continentales con el análisis de la Dimensión Ecológica, recordando que en diferentes espacios de la Asamblea Eclesial se manifestó el interés particular por el compromiso de los cristianos con el cuidado de la casa común, como se lee en el apartado 373 del texto; así como la necesidad de trabajar creando conciencia sobre las implicaciones de la problemática, entendiendo que su defensa es expresión de coherencia en el ejercicio de la fe y que a partir de las acciones es posible ampliar la incidencia o el impacto a favor del cuidado del medio ambiente.

En esta oportunidad, el encuentro contó con la participación de Monseñor Jorge Lozano, el diácono Alirio Cáceres y la joven Paola Balanza que desde la oración, la reflexión y el testimonio, enriquecieron el momento y plantearon los desafíos que nos propone el texto a partir de las reflexiones hechas antes, durante y después de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.

Orar, reflexionar, testimoniar

«La creación gime como con dolores de parto y sufre por la corrupción a la que fue sometida,» fue el fragmento de la carta del apóstol Pablo a los romanos que subrayó Monseñor Jorge Lozano, secretario general del Celam, al abrir la agenda con una oración en la que recordó la invitación hecha de forma permanente por el Papa Francisco de escuchar el clamor del los pobres y de la tierra, por lo que abogó desde la plegaria para poner en la manos de Dios el anhelo de trabajar por una casa común que pueda ser preservada y para que las orientaciones pastorales del texto de la Asamblea Eclesial sirvan para iluminar este proceso de reflexión y acción.

En este sentido, Alirio Cáceres Aguirre, diácono permanente de la Arquidiócesis de Bogotá orientó la reflexión sobre la Dimensión ecológica desde su experiencia como ecoteólogo; con el objetivo de motivar la lectura, apropiación y la necesidad de hacer vida los lineamientos de la Asamblea Eclesial, comprendiendo que esta dimensión no es ajena a las demás que propone, por lo que invitó a abordar el texto desde la comprensión de los clamores del pueblo de Dios en la Asamblea Eclesial que no son otros sino expresiones de las realidades que viven, los signos de los tiempos y las señales latentes en el territorio, conscientes de que el discipulado misionero implica ser custodios de la creación, es decir, cuidadores de la Casa Común.

Trayendo a la memoria algunos fragmentos de la encíclica Laudato Si’, el experto recordó que «Asumir la experiencia de Dios implica coherencia en la cotidianidad y hacer incidencia en las estructuras es una labor permanente. Así esta dimensión ecológica nos hermana con la humanidad y con todos los seres que son fruto del amor desbordante de la comunidad preciosa de amor infinito,» como define el Papa Francisco a la Santísima Trinidad en varios de los documentos que hacen parte de su Magisterio.

Una dimensión transversal

Para entender cuál es el énfasis que hace la Asamblea, el ecoteólogo buscó las palabras claves dentro del texto, entre ellas aparecen términos como ecología integral, casa común, ambiente, Laudato, clima, agua, territorio, indígenas, originarios y afro; términos presentes en 146 páginas y 383 numerales, lo que podemos asociar con las preocupaciones del Pueblo de Dios y la aplicación clara de la interconexión entre todas las dimensiones, no se trata de propuestas diferentes. Entonces aseguró que este es uno de los principales desafíos, consiste en «conectar la pluralidad de las acciones ecológicas con la diversidad étnica y social que propone esta dimensión».

Si bien el texto en rico en su diagnóstico sobre las realidades y carencias pastorales de América Latina y el Caribe, el diácono insistió en la necesidad de conectar todas las dimensiones evitando su reducción a las prácticas ecologistas, para que el texto pueda aplicarse a la vida en términos de evangelización, siendo sensibles a las necesidades y pensamientos de los jóvenes y los pueblos, especialmente los Afro y originarios; porque desde la fe es preciso ir más allá de las prácticas ambientales para lograr que la aplicación de los principios de la ecología tengan un carácter verdaderamente integral.

Y este -considera- es uno de los mayores aportes de la Iglesia, hablar de Ecología integral, pasar de la buena intención de cuidar el ambiente para cuidar a toda la familia que ha sido creada por Dios, es decir, la casa común y quienes la habitan. Así recordó la importancia de entender conceptos como la territorialidad y en ella el nacimiento de redes eclesiales y territoriales al servicio de esta cultura del cuidado más allá de lo confesional.

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Dispuestos a enredarnos

Al respecto, destacó el trabajo de redes como la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana (REMAM) y la recién formada Red Eclesial Gran Chaco y Acuífero Guaraní (REGCHAG) cuyos trabajos plantean una preocupación por los denominados 9 límites planetarios, referidos más allá del cambio climático y orientado a problemáticas como el acceso y la conservación a fuentes de agua dulce, el cuidado de los océanos y la necesidad de reducir la huella de carbono, todos con elementos científicos que hacen parte de esas razones para trabajar en los desafíos y acciones pastorales propuestas por el texto de la Asamblea Eclesial.

Para el ecoteólogo estamos «enredados» lo que significa que al establecer vínculos entre personas con el interés común de respetar el planeta y favorecer su conservación, estamos aportando a la experiencia de la sinodalidad esto nos llama a fortalecer el trabajo interinstitucional y asumir esos sueños planteados por el Papa Francisco en Querida Amazonía más allá de este territorio, en realidad son sueños para el todo el planeta, uno de los primeros pasos está en asumir un estilo de vida sencillo, sobrio y sin perder de vista la meta de formar comunidades de cuidado al servicio y la conservación de la Casa Común, como invita esta dimensión presente en las acciones pastorales propuestas desde la Asamblea Eclesial.


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