El incendio de otro templo, esta vez la Capilla del Buen Pastor, con lo que ya son 20 desde 2014, ha sido motivo para que Mons. Jorge Concha Cayuqueo y el clero de la diócesis de San José de Temuco hayan emitido un comunicado a las comunidades cristianas de la diócesis y a la opinión pública en general.
Dolor y tristeza
Un escrito en el que como ha recogido la propia diócesis a través de su departamento de comunicación, muestran su dolor y tristeza ante un nuevo incendio, situado en la comunidad de Aniñir, comuna de Traiguén, donde la Iglesia católica ha servido a la población local durante más de 70 años. Junto con el templo ha sido destruida una escuela, que acogía a 21 alumnos y 7 trabajadores, la Posta Médica y la ambulancia que daban los primeros auxilios a los lugareños, la casa del paramédico, quien resultó con graves quemaduras en su rostro, y la sede social.
El comunicado recuerda que “la mayoría de nuestros templos rurales son estructuras sencillas construidas con esfuerzo y sacrificio por los mismos fieles del lugar, con la única finalidad de celebrar los sacramentos de nuestra fe, que es uno de los derechos humanos fundamentales consagrados tanto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos como en nuestra Constitución”.
Sentimiento de inseguridad, impotencia, orfandad
Junto con ello, desde la diócesis de Temuco se insiste en que “nuestras capillas siempre están abiertas y disponibles para ser utilizadas por toda la comunidad, también en tiempo de necesidades o situaciones especiales que vive la población. Es por esto que lamentamos la pérdida material del lugar de culto de nuestros fieles, pero más nos conmueve y preocupa los sentimientos de inseguridad, de impotencia, de orfandad, en que quedan las personas de las comunidades que sufren estos tremendos daños; temor incluso para moverse con libertad en sus propios territorios”.
El obispo y el clero diocesano insisten en “sumarse para hacer visible el dolor y las heridas que causan una vez más la injusticia y la violencia”. Desde ahí asumen “el compromiso de seguir acompañando a nuestros hermanos y hermanas, así como a todas las personas que sufren el impacto de la violencia. Juntos nos levantaremos las veces que sea necesario. Nuestro compromiso como Iglesia es con los valores del Reino de Dios, con la justicia, con la paz, la fraternidad, el diálogo y la búsqueda incansable de los caminos que conduzcan a superar la actual situación de desconfianza, de inseguridad y de violencia”.
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Finalmente piden “a las autoridades, líderes y ciudadanía a que perseveremos en los esfuerzos por buscar solución a los graves problemas de La Araucanía y, con urgencia, que se garantice la seguridad y la protección de las personas y de sus comunidades para que puedan vivir, trabajar y desarrollarse en paz”. Para ello esperan “que la esperanza y la fe en Jesucristo, nuestro Señor, y que la sabiduría ancestral de nuestros pueblos, nos guíen en este proceso y sean un faro de luz en los momentos de oscuridad. Unidos, podemos construir un futuro de respeto y de convivencia armoniosa”, pidiendo la intercesión de Nuestra Señora del Carmen y San José.
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