La fe volvió a tomar las calles de Guayaquil. Desde la madrugada, una multitud de devotos se congregó en el suroeste de la ciudad para participar en la 65.ª edición de la emblemática Procesión del Cristo del Consuelo, considerada la más grande de Hispanoamérica.
Como se puede ver en las tomas aéreas de la transmisión que realizó la Arquidiócesis de Guayaquil, cientos de miles de personas acompañaron este acto de fe y esperanza, marcado por un sentido de comunidad.
La tradicional romería inició a las 07:00 desde la Iglesia del Cristo del Consuelo, ubicada en la calle Lizardo García y la A. La imagen sagrada del Cristo del Consuelo fue llevada en una carroza bellamente decorada con flores, mientras los peregrinos recorrieron 2.5 kilómetros de oración y reflexión, hasta llegar al Monumento de la Fe.
Fe y penitencia
Durante todo el recorrido, miles de fieles caminaron entonando cánticos y rezando el Rosario. Muchos avanzaban descalzos, otros cargaban cruces de madera como símbolo de penitencia, mientras que algunos se unieron al trayecto con lágrimas en los ojos, recordando a seres queridos o agradeciendo favores recibidos.
Este año, la procesión tuvo un significado especial, porque fue la primera vez que el arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera Herrera, presidió la romería en calidad de cardenal de la Iglesia Católica, título conferido por el Papa Francisco en diciembre de 2024. Su presencia fue recibida con calidez y emoción por parte de los fieles, quienes lo escucharon con atención durante su reflexión en el Monumento de la Fe.
En su reflexión, el cardenal Cabrera refiriéndose al Evangelio según San Lucas habló sobre el “programa de Jesús”, quien fue ungido por el Espíritu Santo para anunciar la buena nueva a los pobres, liberar a los cautivos y devolver la vista a los ciegos.
Perdón, solidaridad y esperanza
“Hoy se cumple aquella promesa del Señor”, expresó Cabrera, aludiendo al sentido del Año Jubilar que la Iglesia celebra en 2025. “El año de gracia, en el Antiguo Testamento, se celebraba cada 50 años. Era el año del perdón, donde todos recordaban que Dios es el único dueño de todos los bienes, y que nosotros somos solo administradores”, explicó.
El cardenal recordó que el Papa Francisco ha concedido la posibilidad de obtener indulgencias plenarias en lugares especialmente designados en cada diócesis. En Guayaquil, el Santuario del Cristo del Consuelo fue elegido como uno de estos espacios sagrados, donde los fieles pueden acceder a esta gracia jubilar.
De manera cercana, Card. Cabrera explicó los pasos necesarios para alcanzar esta gracia espiritual: “Son cuatro cosas simples que todos podemos hacer: confesión y comunión; oración y acción”. Subrayó que estas prácticas deben estar acompañadas de obras concretas de caridad y justicia, como compartir el pan, brindar educación, salud y bienestar a los demás.
Unidad y reconciliación para todo el país
“Queridos hermanos, cada vez que veamos esta imagen del Cristo del Consuelo, pensemos que también Jesús nos invita a ser hombres y mujeres con los brazos abiertos para acoger, reconciliar y perdonar; y con la mirada en alto, para soñar, para ir más allá de nuestros límites”, señaló.
Durante su mensaje, el cardenal Cabrera insistió en la necesidad de reconciliación en medio de un mundo dividido: “No somos rivales, no somos enemigos. Somos hijos de Dios que trabajamos por una misma causa”, dijo, haciendo un llamado a la unidad, la fraternidad y la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Sus palabras fueron recibidas con aplausos por los peregrinos, muchos de los cuales llevaban horas caminando bajo el sol ecuatoriano, impulsados únicamente por su fe y su deseo de acercarse más a Dios.
La mirada del Cristo del Consuelo, esperanza para los caídos
“Si alguna vez te caes, puedes mirar al suelo o al cielo. Si miras al suelo, quizás te guste quedarte ahí. Pero si miras al cielo, te levantas y sigues adelante”, dijo el cardenal, al compartir la reflexión sobre la mirada de Cristo. Además, de la certeza de que Cristo no cierra sus brazos a nadie, y que siempre hay esperanza para quienes están dispuestos a volver su mirada hacia lo alto.
La jornada concluyó con una emotiva bendición y palabras de agradecimiento por parte del cardenal Cabrera: “Gracias por venir, por expresar una vez más esa fe que quema en el corazón, ese amor que se traduce en obras. Que podamos disfrutar del perdón de Dios y vivir como verdaderos peregrinos de esperanza”, concluyó.
La Procesión de Cristo del Consuelo vuelve a consolidarse como una expresión vibrante de la religiosidad popular ecuatoriana y un testimonio vivo de una fe que no se apaga, que camina, que sueña y que transforma.
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