El abrazo entre el israelí Maoz Inon y el palestino Aziz Sarah, quienes perdieron en el conflicto a sus padres y a su hermano, respectivamente, fue el momento más intenso del emotivo encuentro “Arena di Pace” («Arena de la Paz»), que tuvo lugar en Verona (Italia), en el anfiteatro edificado por los antiguos romanos y aún intacto, durante la visita apostólica del Papa Francisco a la ciudad italiana el sábado 18 de mayo.
El valor de abrazarse
“Ante el sufrimiento de estos hermanos, que es el sufrimiento de dos pueblos, no se puede decir nada», dijo el Papa, “han tenido el valor de abrazarse, lo que no es sólo un testimonio, sino también un proyecto de futuro. Ambos han perdido familiares. La familia está rota a causa de esta guerra. ¿De qué sirve la guerra? Hacemos un espacio de silencio porque no se puede hablar demasiado. Hay que sentir”.
El testimonio de Maoz y Aziz fue uno de los muchos que se escucharon en la Arena, donde había 12.500 personas, que contó con voces de todo el mundo (Brasil, Afganistán, Uganda, así como otras de Israel y Palestina), además del grito por la paz expresado en música y danza por numerosos artistas. Entre los presentes se encontraban numerosos representantes de asociaciones pacifistas y movimientos populares.
«Arena de Paz» estaba, de hecho, idealmente conectada con los encuentros por la paz que habían tenido lugar allí mismo, en los años ochenta y noventa del pasado siglo, y con las reuniones de movimientos populares con el Papa Francisco. El día anterior a la visita del Papa, por la mañana, se presentaron los resultados de los debates que habían tenido lugar la víspera y de un camino preparatorio de varios meses, sobre cinco temas: migración, casa común, desarme, democracia y derechos, trabajo y economía.
“La paz no se inventa de un día para otro”
El Papa Francisco respondió a las preguntas de quienes habían coordinado los grupos el día anterior, advirtiendo que la paz debe ser “promovida”, “preparada”, “cuidada”, “experimentada”, “organizada”.
“Hay un aire cansado en nuestra sociedad”, dijo Francisco. “La paz no se inventa de un día para otro, hay que cuidarla. En el mundo de hoy existe este grave pecado: no cuidar la paz. El mundo corre. ‘Ir más despacio’ puede parecer una palabra fuera de lugar, en realidad es una invitación a recalibrar nuestras expectativas y nuestras acciones adoptando un horizonte más profundo y más amplio. Se trata de hacer una ‘revolución’ en el sentido astronómico: ir hacia la paz. La paz se hace dialogando. Reconociendo la de los demás”.
Pero paz no significa ausencia de conflicto. “Si hay vida, si hay una comunidad activa, si hay dinamismo positivo en la sociedad, también hay conflictos y tensiones. Es un hecho: la ausencia de conflicto no significa que haya paz, sino que se ha dejado de vivir, de pensar, de gastarse por aquello en lo que se cree”.
“De un conflicto se sale para ser mejor”
El Papa se dirigió a Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio. “De un conflicto nunca se sale solo, se necesita la comunidad. De un conflicto se sale para ser mejor, desde arriba. Debemos ser capaces de poner nombre a los conflictos y cogerlos de la mano. Y salir desde arriba y acompañados”.
Y añadió: “no hace falta uniformidad, hace falta unidad. Y para tener unidad necesitamos trabajar con los conflictos. No hay que tener miedo a los conflictos, hay que aprender a resolverlos. Estamos llamados a dejarnos interpelar por los conflictos para buscar cómo resolverlos, por la armonía”.
Para construir la paz hay que recuperar palabras que se están perdiendo: participación, comunidad, pueblo. “Las ideologías no tienen pies para caminar, ni manos para curar heridas, ni ojos para ver el sufrimiento de los demás. La paz se hace con los pies, las manos y los ojos de las personas implicadas. La paz nunca será fruto de la desconfianza, de los muros, de las armas apuntándose unos a otros”.
Esto es lo que hacen Maoz Inon y Aziz Sarah, con valentía: “queremos la paz, otros dicen que no hay esperanza, pero nosotros creamos esperanza, la esperanza es una acción. Muchos nos preguntan: ¿es posible la paz? Arena de la Paz es la respuesta. Ustedes son la prueba de que la paz es posible”, dijeron al unísono el israelí y el palestino, ambos empresarios.
João Pedro Stédile, de Brasil, en defensa de la tierra
También João Pedro Stédile, de Rio Grande do Sul (Brasil), líder y uno de los fundadores del movimiento ‘Sem terra’, pronunció palabras de paz y cercanía a los pobres ‘sin tierra’.
“Son tiempos difíciles”, dijo, “prevalece la sed de beneficios de los capitalistas, que se quedan con la tierra y explotan y los recursos, mientras los campesinos se ven obligados a ir a las ciudades. Pero debemos seguir luchando por la tierra”, y por tanto por los derechos de las personas víctimas de la injusticia.
Unas 450.000 familias han conseguido un pedazo de tierra gracias a la movilización del movimiento ‘Sem terra’. Una lucha que muchos activistas han pagado con su vida: según datos de la Comisión Pastoral de la Tierra, más de 1.700 personas han sido asesinadas en Brasil desde 1985 mientras hacían campaña por la redistribución.
Fotos: Vatican Media / Agencia SIR / Diócesis de Verona.
Edición: Óscar Elizalde Prada
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