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El Papa Francisco reconoce como venerable al sacerdote brasileño José Antônio Maria Ibiapina, “Peregrino de caridad” - ADN Celam

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El Papa Francisco reconoce como venerable al sacerdote brasileño José Antônio Maria Ibiapina, “Peregrino de caridad”

El Papa Francisco ha dado un nuevo paso en el camino de la santidad del sacerdote brasileño José Antônio Maria Ibiapina, también llamado “Peregrino de caridad”, al publicar este lunes 31 de marzo un decreto que reconoce sus virtudes heroicas y le otorga el título de venerable.

La noticia fue anunciada por el obispo de Guarabira, en el estado de Paraíba, monseñor Aldemiro Sena, a través de Radio Integração FM, expresando la alegría de la diócesis por este reconocimiento.

En conmemoración de este acontecimiento, Mons. Aldemiro pidió que todas las Iglesias de la diócesis hicieran sonar sus campanas al mediodía, como muestra de gratitud y reconocimiento. Además, la Comisión para la Causa de Beatificación y Canonización del Padre Ibiapina publicó la imagen oficial de veneración del nuevo venerable.

José Antônio Maria Ibiapina

Nació el 5 de agosto de 1806 en Sobral, en el estado de Ceará. A los 17 años ingresó en el seminario de Olinda, Pernambuco, pero debió abandonarlo tras tres meses debido a la muerte de su madre. Su vida dio un giro dramático en 1824, cuando su padre y su hermano fueron arrestados por su participación en la revuelta antilusitana. Su padre fue ejecutado y su hermano condenado al exilio, lo que obligó a José a dedicarse al Derecho para poder sostener a sus hermanas, que quedaron en la pobreza.

Tras graduarse en Derecho, Ibiapina ejerció como profesor, magistrado y delegado de policía en Quixeramobim, Ceará. En 1834 fue elegido miembro del Parlamento Nacional y llegó a presidir la Comisión de Justicia Criminal. En 1835 presentó un proyecto de ley para impedir el desembarco de esclavos africanos en Brasil. Sin embargo, sus intentos de reformar el sistema judicial no prosperaron, lo que lo llevó a renunciar a su cargo como juez y abandonar la política al finalizar su mandato. Se trasladó a Recife, donde se dedicó a la abogacía con un enfoque en la defensa de los más pobres.

En 1850, Ibiapina dejó su carrera de abogado para retirarse a la soledad y reflexionar sobre su vocación. Tres años después, en 1853 fue ordenado sacerdote.

Peregrino de caridad

A partir de su ordenación sacerdotal, desarrolló una intensa actividad pastoral en la diócesis de Paraíba, destacándose por su entrega a los enfermos durante la epidemia de cólera, lo que le valió el apelativo de “peregrino de la caridad”.

Ibiapina fundó centros de acogida, hospitales, orfanatos y escuelas en Paraíba y Rio Grande do Norte, promoviendo la educación moral, cultural y religiosa de la población. También organizó misiones populares y construyó iglesias y capillas para fortalecer la fe en las comunidades.

En 1875, sufrió una parálisis progresiva de sus piernas y tuvo que movilizarse en silla de ruedas hasta su muerte, el 19 de febrero de 1883. Su fama de santidad se extendió tanto en vida como después de su fallecimiento, acompañada de numerosos testimonios de gracias atribuidas a su intercesión.

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