La Conferencia de Religiosos de Colombia ha iniciado este sábado, 25 de junio, el Congreso de Vida Religiosa, en Bogotá, con una invitada especial, Emilce Cuda, secretaria en la Pontificia Comisión para América Latina.
Este congreso se ha realizado con el objetivo de “fundamentar la sinodalidad de la vivencia de la vida religiosa en sus dimensiones espiritual, comunitaria, apostólica y formativa”. Además de retos a afrontar como “la inclusión de lo diverso (una mirada teológica), Nueva ministerialidad, Nuevos sujetos y nuevos escenarios (despertar a la realidad)”.
Orientaciones sobre sinodalidad
Cuda inició su disertación desde “las orientaciones que guían este proceso sinodal en nuestras comunidades creyentes”, a lo que aclaró: “No estamos ante un evento eclesial más, que terminará –como indica el cronograma oficial– en el encuentro de Roma de octubre de 2023, sino que debemos tomar conciencia de la sinodalidad en cuanto dimensión constitutiva de la Iglesia”.
“El proceso sinodal tiene su punto de partida y también su punto de llegada en el Pueblo de Dios, sobre el que deben derramarse los dones de gracia derramados por el Espíritu Santo a través de la reunión en asamblea de los Pastores”, ha dicho.
Por ende “caminando juntos, y juntos reflexionando sobre el camino recorrido, la Iglesia podrá aprender, a partir de lo que irá experimentando, cuáles son los procesos que pueden ayudarla a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión”.
De igual forma, la laica argentina ha indicado que el título “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, encierra “tres dimensiones profundamente interrelacionadas. Son los pilares vitales de una Iglesia sinodal. No hay un orden jerárquico entre ellas. Más bien, cada una enriquece y orienta a las otras dos”.
Espíritu Santo, guía del Sínodo
Emilce Cuda ha señalado que “el gran protagonista de todo este proceso [sinodal] es el Espíritu Santo”, de hecho, “el Santo Padre lo ha señalado con gran contundencia, «el Sínodo es un momento eclesial, y el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo. Si no está el Espíritu, no habrá Sínodo»”.
Al respecto, ha recordado que “todas las sesiones del Concilio Vaticano II iniciaban con la oración Adsumus Sancte Spiritus, la primera palabra del original en latín que significa ‘Estamos ante ti, Espíritu Santo’, que se ha utilizado históricamente en los Concilios, Sínodos y otras reuniones de la Iglesia durante cientos de años, y se atribuye a San Isidoro de Sevilla”.
“Una frase de esa célebre oración viene a iluminar lo que traté de compartirles en mi presentación: “Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por prejuicios y falsas consideraciones”, acotó.
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