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Emilce Cuda sobre Red del Trabajo Organizado de las Américas: “Es un compromiso del mundo secular con el Papa”

“Un encuentro único, un gran testimonio que puede dar el CELAM de lo que el Papa está pidiendo, una iglesia en salida que logra la unidad en la diferencia”, fueron las palabras con las que Emilce Cuda, definió el II Encuentro Sinodal Fratelli Tutti que concluyó con el anuncio de la creación de la Red del Trabajo Organizado en las Américas.

La secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina destaca del Encuentro que empresarios y trabajadores, compartan su deseo de llevar los temas de la agenda del Papa a las mesas de negociación y los convenios colectivos entre los sectores que representan al trabajo organizado en el continente.

Preocupaciones comunes

“Es un compromiso del mundo secular con el Papa Francisco a través del Celam. Es poner en la agenda de los acuerdos internacionales, los problemas socio ambientales que no solamente se muestran en los efectos del cambio climático, sino en las problemáticas sociales que genera esta situación”, afirmó.

Para la teóloga argentina es importante entender que al encuentro, asistieron autoridades de las centrales regionales de sindicatos de trabajadores, sus homólogos en las cámaras regionales de empresarios, los gremios federales de la economía social y popular, los representantes de las Iglesias como los obispos, pastores y rabinos.

Además de las delegaciones de instituciones entre las que figuran la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, la oficina del Vaticano en Ginebra que está en diálogo permanente con la Organización de Naciones Unidas (ONU), los delegados de comunidades organizadas de la unión americana, las instituciones eclesiales, además de académicos e investigadores en diferentes disciplinas.

En su opinión, uno de los frutos de esta mesa de diálogo socio ambiental, es iniciar un proceso caracterizado por la unidad que propende por una transición justa, haciendo realidad el capítulo 10 del Evangelio de Juan: “Que todos tengamos vida y vida en abundancia”.

Ideales y realidades

Una expectativa alta que cuestiona frente al siguiente paso del proceso, ¿cómo lograr que se concrete esta aspiración? Al respecto Cuda, explica que las 45 personas que asistieron al II Encuentro Fratelli Tutti, por su nivel de decisión, representan a 70 millones de personas en América Latina y el Caribe, por lo cual el evento se reconoce como una cumbre de alto nivel.

“Qué va a suceder, no lo sabemos”, advierte pero “poner en agenda las discusiones de los acuerdos, pensando en los convenios colectivos de las empresas con los trabajadores, es una de las principales vías, para empezar a caminar juntos por una vida sana y digna”, afirma.

Ya sobre otras acciones que resultarán a partir del Encuentro, asegura que como parte del proceso, esperan avanzar de manera conjunta con la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos para lograr un encuentro con los sindicatos y empresarios del país. “Se trata de seguir con el programa que llevo adelante en la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) que se llama «Construyendo puentes». La idea es unir este puente al que ya se construyó con los universitarios. Este es un puente que acerca a empresarios y trabajadores de todas las Américas”.

Un diálogo social

En el esfuerzo de promover la sinodalidad y la cultura del encuentro, que caracterizan a esta iniciativa, se escuchan muchas preocupaciones, en el caso de los líderes sindicales y los industriales, hay un dolor compartido, es la amenaza que pesa contra la vida. No obstante, la delegada pontificia destaca la respuesta positiva de estos sectores frente a la invitación del Papa Francisco.

“No es fácil hacer una cumbre de estas características, es todo un continente participando de una mesa de diálogo social. Es un acto histórico que se capitaliza para la Iglesia latinoamericana, porque está poniendo en marcha una agenda que integra a los decisores del mundo de la producción, que es lo que está causando este desequilibrio”.

Consciente de que muchos de ellos quizás sean católicos pero no gente de Iglesia, la secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, afirma que lo concreto ya se está dando, porque “ellos no vinieron por la CAL o el CELAM, vinieron por el Papa Francisco, además porque hay una característica común en países como Brasil, Argentina, México y Estados Unidos y es la participación de los católicos en el movimiento sindical de los últimos siglos”.

La vida bajo amenaza

De este modo, citando algunas experiencias del Encuentro, Cuda recordó la participación del Card. Pedro Barreto, presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), quien abogó por la necesidad de organizar a las organizaciones.

“Hay muchas organizaciones de Iglesia y de trabajadores, pero ahora las estamos organizando, las estamos juntando y el motivo principal es la esperanza”, porque como dice el Papa Francisco la esperanza es un ancla que tiramos lejos y la unidad, está más allá de los desacuerdos sobre rentabilidad y trabajo. “Hoy está en amenaza, la vida misma y sin la vida, no hay rentabilidad, consumo, renta o desarrollo inmobiliario. No hay nada”, insiste.

Entonces su pensamiento pasa por la importancia de crear lazos, tender puentes. “Como dice el Papa, es unirnos o hundirnos. Así que empresarios y dirigentes sindicales tomaron la decisión de unirse al reconocer que solo la unidad salva y donde hay unidad, Cristo está caminando con nosotros”.

Aprender a negociar

Para Emilce Cuda “esto va a ayudar mucho a la iglesia, porque estamos organizados redes y tenemos a nuestra gente, defendiendo el territorio con el cuerpo. Actualmente nos están matando mucha gente, necesitamos aprender a negociar”. Esto –advierte- no significa entregar nuestras riquezas o que nos venzan en la negociación, “tiene que ser la búsqueda de una victoria como la que menciona el Papa Francisco cuando se refiere al diálogo social, es decir, aquel que no se da entre amigos. Es un diálogo en medio del conflicto”.

En este sentido la teóloga insiste: “Necesitamos aprender eso. Creo que la Iglesia latinoamericana al ser una iglesia en salida, se pone en actitud de escucha. Esto es pedir ayuda a los que nos pueden ayudar, aprender de quienes tienen la experiencia en la negociación y hacer una transferencia; considerando al mismo tiempo, la sapiencia de los pueblos originarios.

De hecho una de las idea que apareció en el horizonte es empezar un camino de formación juntos”, procesos que se darán en el tiempo tras la creación de la Red del Trabajo Organizado en las Américas.

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