Este 16 de octubre, tuvo lugar en el Pontificio Instituto Patrístico Augustinianum de Roma, el segundo Foro teológico pastoral, organizado en el contexto del Sínodo sobre la Sinodalidad, titulado: «La mutua relación Iglesia local-Iglesia universal».
El diálogo fue moderado por la profesora Anna Rowlands, miembro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y titular de la Cátedra Santa Hilda de Pensamiento y Práctica Social Católica de la Universidad de Durham (Reino Unido), donde los ponentes madres y padres sinodales fueron haciendo su reflexión frente al tema propuesto.
La unidad se crea con la diversidad
El cardenal Robert Francis Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos, inició su intervención compartiendo dos experiencias relacionadas con el curso que durante los años se ha impartido con el apodo de la “Escuela de los Obispos”, por la entonces «Sagrada Congregación de los obispos», dirigido a los prelados que asumirán un encargo episcopal en una jurisdicción de su país. Allí recuerda, se insistía en el rol del obispo en la ayuda dada a las iglesias locales para que se mirara más allá de los límites de las distintas diócesis individuales, pidiéndoles ampliar los horizontes para promover la compresión de lo que significa formar parte de la Iglesia universal.
En su ejemplo, socializó también la formación que recibían por separado los obispos de Asia y África, con respecto a los obispos occidentales, pero ahora resaltó, “este año el curso se organizó en estrecha colaboración entre los Dicasterios implicados, para que todos pudieran encontrarse”.
Sobre esta nueva vivencia de reunir a todos los obispos dijo que esta ofrece a los participantes una experiencia de la naturaleza universal de la iglesia, que no sería posible de otra manera. Por lo que indicó que es importante “sentarse juntos con otras personas, otros obispos de otras naciones del mundo. La unidad se crea con la diversidad, pero hemos de fortalecer esos lazos”.,
Además, observó que esta comunión dentro de la Iglesia se hace explícita en los saludos de San Pablo en sus cartas. Las Iglesias locales no son “meras partes administrativas” del conjunto universal. Es “la suma de todas”. Esto se produce por el “ser misterioso de Cristo presente en las distintas comunidades”, que se fundamenta precisamente en la diversidad.
“La localización de la iglesia y los lugares de la iglesia son una realidad analógica porque en cada iglesia particular se encuentra la iglesia universal, pero ninguna iglesia particular representa toda la esencia de la iglesia universal”,
Promover la corresponsabilidad
La teóloga holandesa Myriam Wijlens, expuso sobre los consejos pastorales diocesanos y parroquiales, al respecto dijo que el pueblo de Dios está pidiendo mucho más que la obligatoriedad de las instituciones, solicitando que las normas canónicas los conviertan en “dos verdaderos vehículos” de la iglesia sinodal, permitiéndoles vivir su responsabilidad bautismal de participar de una manera más activa bajo el liderazgo del obispo.
Así entonces, indicó que se quiere que estos organismos ayuden a la Iglesia a ser inclusiva, responsable, transparente y ecuménicamente receptiva, por lo que destacó algunos elementos que ayudarían a facilitar este camino. Entre ellos, el método de selección de los miembros. Dijo que, con el deseo de contribuir a una cultura de responsabilidad y transparencia, en el sínodo ha salido que, la mayoría de los miembros en estos organismos no sean nombrados por el obispo diocesano o el párroco, sino que sean elegidos o nombrados de una forma diferente, sugiriendo que no sea solo a través del derecho canónico como se logre, sino por estatutos.
“Se pueden tomar disposiciones para responder a la petición de que haya una mayoría de laicos con una presencia adecuada de mujeres, jóvenes y personas que viven en condiciones de pobreza u otras formas de marginación, la condición para los miembros”, asintió.
También se refirió al tema del ecumenismo en línea con las disposiciones para otras instituciones de la iglesia, señalando que un consejo ecuménico o el sínodo, en sus normas pudiera incluir que los “delegados fraternos” puedan participar con derecho a voz, pero no a voto. Todo esto observó “promovería corresponsabilidad y daría forma al derecho canónico que ya se encuentra en el código”.
El consejo presbiteral tiene el derecho de ser consultado antes de que el obispo pueda promulgar una ley en casos específicos, a lo que expuso que, se podría disponer que en algunos de los temas o en estos mismos se escuche el consejo pastoral diocesano.
Aprender de nuevas experiencias
En normatividad dijo que también se podría cambiar el Código Latino como ya se hizo con el oriental y la Comisión de Derecho Canónico no prevé ningún problema para hacerlo. Hizo referencia que las disposiciones mencionadas durante el Sínodo “no contradicen la ley actual”, por lo que podrían ser consideradas en los estatutos que los obispos puedan emitir dentro de la Iglesia local en la actualidad.
A continuación, se refirió a los concilios plenarios que se caracterizan por una cooperación que tiene ya una estructura y son capaces de expresar signos de catolicidad, incluso para la iglesia universal. Allí indicó participan todos los obispos activos en un determinado territorio, pero otras categorías diversas de personas pueden y deben ser invitadas, por ejemplo: vicarios generales y episcopales, rectores de seminarios, decanos de facultades de teología.
Como modelo de propuesta mencionó el que fue aplicado en la Iglesia australiana, «que recientemente celebró un concilio plenario» en un contexto de la crisis de los escándalos de abusos sexuales. Los obispos «sintieron que ellos solos no podrían restablecer la confianza en la Iglesia», por lo que hicieron un llamamiento a todos los fieles para que «se involucraran para poder emerger».
En este proceso, la participación más amplia de los llamados «miembros invitados» se concedió a través de un indulto que concedió la Santa Sede, lo que permitió que 44 obispos y 275 fieles participaran. «También los miembros no episcopales tomaron plenamente las decisiones». Las modificaciones de estas instituciones «para satisfacer las diferentes necesidades» son en su punto de vista ael único camino a seguir.
Relación entre comunidades locales y universales
Avanzando la reflexión, tomó la palabra también el profesor Antonio Autiero, quien inició mencionando uno de los apartes del instrumentum laboris que habla sobre la sinodalidad en su plenitud “la Iglesia local, en sus articulaciones representa el lugar donde podemos experimentar la vida sinodal y misionera de la Iglesia en su conjunto”.
La cuestión de la relación entre comunidades locales y universales dice, se asocia al concepto de lugar “que solo de forma reducida podría convertirse como un sencillo espacio material casi un dado geográfico o una entidad de carácter cuantitativo”.
En este sentido, dijo que el lugar lleva de inmediato a la configuración contextual, o sea algo relevante desde el punto de vista cultural y reconocible desde el punto de vista histórico de toda posible expresión de iglesia, “el carácter de lugar del que procede la expresión iglesia local no es complementario, no es secundario, no se deriva de esto, sino que entra en la sustancia de la figura de iglesia”.
“La vertebración colegial expresa una vivencia de iglesia que afirmando la universalidad no se hace con las particularidades de las distintas iglesias, ellas se encuentran en su interior, el principio de unidad de la figura del obispo que las preside y se abren a la unidad de todo el pueblo de Dios a través de la colegialidad expresada por el obispo y la comunión expresada por cada miembro del cuerpo eclesial”, expresó.
Concluyó mencionando algo que salió de la reflexión de la asamblea sinodal, relativa a la posibilidad de crear un “Ministerio de la Escucha”, que podría dirigirse precisamente a las comunidades locales, las cuales tendrían entonces la oportunidad, a través de sus elementos de discernimiento, sugerir la puesta en marcha o no del proceso de creación. Esta propuesta advirtió representaría un “verdadero ejercicio de mutualidad entre las Iglesias”.
La Iglesia local no es “parte de un todo uniforme”
Por último, se dio la palabra al sacerdote portugués Miguel de Salis Amaral, quien inició repitiendo una frase del Papa Francisco en su discurso inaugural de esta Asamblea, “la Iglesia es constitutivamente relacional y por eso sinodal”
Aseguró que la relación que existe entre iglesia local e iglesia universal es una relación que funda la sinodalidad, cuando se entiende y se vive correctamente puede alimentar la vida sinodal de la iglesia y favorecer su misión en el mundo.
Hizo la observación que el Vaticano II ofreció una apertura tímida hacia lo que significa una Iglesia local, pero que afortunadamente se ha ido desarrollando hasta nuestros días. Afirmó que, lo que llamamos hoy iglesia local, obviamente “es una parte del todo”, en referencia a la comunidad eclesial universal, y al mismo tiempo “presentes y operantes en el todo”. Así entonces, dijo que las iglesias locales que el Concilio llamaba particulares, están formadas a imagen de la iglesia universal y “es en ellas y a partir de ellas que existe la iglesia católica una y única”.
Aclaró que esto no quiere decir que la Iglesia local es “parte de un todo uniforme”, antes bien dijo que en cada iglesia local al menos potencialmente está la riqueza de todos los dones sacramentales y carismáticos. Poniendo el ejemplo de una tarta de limón, donde en la porción está todo el sabor, así explicó pasa con la iglesia local que es una porción donde está el «Populus Dei» (pueblo de Dios).
La relación de mutua interioridad entre la iglesia local y la iglesia universal ha dado cuerpo a varias formas institucionales al servicio de la misión, pero estas, advirtió, no puede quedarse entre el proceso de la institución y formulación jurídica, sino que han de avanzar en aspectos como la cultura y la forma de mirar al hombre en la sociedad y las necesidades concretas de la iglesia en un lugar puntual
El sacerdote hizo hincapié en el contexto del mundo marcado hoy por la polarización, el individualismo, las guerras, la globalización que ha crecido a causa de las redes sociales y que nos informa de sólo una parte de la realidad y casi nunca une y es allí, señaló, donde la Iglesia debe entender las diferentes realidades que integran la comunión y es en este marco histórico «donde los obispos tienen que insistir en ámbitos más concretos y delimitados en los que se viven las relaciones auténticamente humanas».
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