Con una rueda de prensa, concluyó este jueves 22 de agosto el 10.º encuentro de obispos y agentes de la Pastoral de Movilidad Humana de las Conferencias Episcopales de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, que se realizó en Ciudad de Panamá y que promete la presentación de una Carta Pastoral.
El encuentro que se extendió por cuatro días y donde participaron 45 representantes de varios países, estuvo centrado en analizar la situación migratoria en la región para comprometerse con acciones que favorezcan la dignidad humana de la población migrante.
Un espacio enmarcado bajo el lema: “Caminando Junto al Migrante y Refugiado”, inspirado además en el mensaje del Papa Francisco, para la 110 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2024, con el tema “Dios camina con su pueblo”; que se conmemorará el domingo 29 de septiembre del presente año.
A los gobiernos: «hay una diferencia entre lo legal y lo justo»
El primero en intervenir fue el cardenal Álvaro Leonel Ramazzini Imeri, obispo de Huehuetenango en Guatemala y presidente de la Red Clamor, el purpurado se refirió a quienes tienen la responsabilidad de dirigir los destinos de una nación, recordándoles que tendrían que tener claro que hay una diferencia grande entre lo legal y lo justo, esto haciendo alusión al tipo de leyes que sin medir conciencia terminan aprobando y que no benefician para nada a la población.
Asegura, además, que muchas veces esas leyes discutidas en los parlamentos, algunas aprobadas y otras no, pierden el contenido ético y moral, borrando con ello los derechos que toda persona tiene. Recordó que, es obligación en un país respetar los derechos inherentes a la naturaleza humana, brindando a la persona lo necesario para que viva una vida de acuerdo a la condición de cada quien, de lo contrario, dijo, se estaría violando todos los valores éticos.
A lo que añade que, uno de los preceptos de la Iglesia católica es promulgar el respeto por la vida de toda persona, que inicia desde su concepción y -agregó- “pero no solamente eso, sino que cualquier ser humano tiene el derecho a vivir como persona, es decir, a tener todo aquello que necesita para realizarse comenzando desde una alimentación que le permita tener una buena salud”.
Igualmente, recuerda una ley promulgada por la Organización Internacional del Trabajo llamada: Los derechos sociales y colectivos y culturales, ahí, expone, se menciona el derecho a una alimentación sana, abundante y nutritiva, pero también el derecho a migrar, sobre esta última, observa que los Estados en su gran mayoría no están respetando estas políticas y es obligación de todos trabajar para que esto se cumpla y los derechos de los migrantes sean respetados.
“Tenemos que seguir haciendo un trabajo muy fuerte de concientización con quienes tienen el poder de decidir, desgraciadamente así es. Que entiendan que el futuro de muchos hombres y mujeres está en sus manos y que no siempre lo legal es justo y esto es muy importante tomarlo en cuenta para encuadrar de una manera justa todo lo relativo a las migraciones”, puntualizó.
La migración no es turismo
Para el arzobispo metropolitano de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, los migrantes es un tema que toca el corazón de la Iglesia, así muchas personas se cuestionen por qué la Iglesia alza la voz sobre el tema, una respuesta que dijo es que no se trata de ideología, sino “como creyentes descubrir a Cristo en el rostro del más pobres y necesitados”.
“Desde nuestra realidad tenemos la gran tarea de ver si el encuentro con Dios es un encuentro verdadero, este nos tiene que llevar al hermano y ponernos en la piel del migrante. La gente no emigra porque va de turismo, emigra porque está en juego su propia vida, en unas condiciones que en sus propios países no la tienen”.
Frente a esta realidad, el prelado asintió en decir que como Iglesia la tarea no es solo acompañar al migrante, sino alzar la voz ante la Comunidad Internacional y otros organismos de ayuda, para que sean ellos quienes atiendan el clamor de estas personas que a diario son maltratadas y se les viola sus derechos. Por eso asintió en decir que, este encuentro sirvió para fortalecerse como una Iglesia unida y reiteró el compromiso de seguir en esta misión de acoger, proteger, promover e integrar a la población en condición de migración.
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“Muros y retornos nunca van a ser una solución estable”
Luego, el turno fue para monseñor Mark Seitz, obispo de El Paso – Texas y también presidente del comité para la migración de la Conferencia de obispos de los Estados Unidos, quien agradeció haber podido conocer de primera mano la realidad migratoria que afronta Panamá, a la vez que destacó el liderazgo y compromiso que ofrece esta Iglesia costera para brindar una respuesta cristiana y humana a la población migrante.
“La Iglesia aquí está siendo un gran trabajo para mostrar una repuesta solidaria y profética, una respuesta que representa lo mejor de la identidad panameña y nuestra fe en Jesucristo, también ha sido una semana en que he podido sentir la solidaridad de mis hermanos obispos y de tantos sacerdotes, religiosas, laicas y laicos tan comprometidos con las personas migrantes”.
El prelado se mostró conmovido por el drama que pudo constatar en su paso por el Darién y dijo que los Estados con más recursos como Estados Unidos, están en la obligación de trabajar con los gobiernos de la región para gestionar humanamente la migración.
“Muros y retornos nunca van a ser una solución estable, deberíamos poder colaborar en crear sistemas para una migración sostenible y humana. Mi gobierno puede hacer mucho más tanto para evitar que las personas tengan que migrar, como para ofrecer visas para una migración legal y segura para quien tenga que emigrar”, expuso el prelado.
Se trabaja en una Carta Pastoral
Finalmente, hizo su intervención el padre Gustavo Meneses de Costa Rica, director del Observatorio Socio-pastoral de Movilidad Humana de Mesoamérica y el Caribe quien fue una de las organizaciones que estuvo al frente de este décimo encuentro.
El sacerdote fue el encargado de dar la primicia sobre la elaboración de una Carta Pastoral que se aprobó en el marco de este encuentro de obispos y agentes de la Movilidad Humana. La misma se dará a conocer en los próximos meses y tendrá cuatro componentes fundamentales: Una lectura del contexto migratorio; Análisis de las políticas que se han venido desarrollando en los diferentes Estados; una lectura teológica pastoral partiendo de la reflexión bíblica de la Doctrina Social de la Iglesia; y, acciones pastorales a seguir para ver esta realidad migratoria no desde una perspectiva local, sino desde una perspectiva regional.
El sacerdote precisó que, la concreción de esta Carta Pastoral se dio en este ambiente de reflexión, pero es fruto de diez años de trabajo en la región caribeña y a la que se le han ido sumando otros países y agregó que lo que este documento ofrecerá es producto de la lectura que se ha ido realizando del comportamiento del flujo migratorio.
“Esta carta pastoral en la que estamos trabajando no es un documento más, sino es el fruto de la reflexión madura para dar respuesta a este drama humano y que está significando esta diáspora incesante de hermanas y hermanos migrantes”, puntualizó.
En el trabajo de elaboración de la Carta Pastoral han estado involucradas las Conferencias Episcopales de Panamá, México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Colombia, República Dominicana, Estados Unidos y Canadá, quienes a través de diferentes encuentros han ido aportando desde su experiencia y realidad en la construcción de este mapeo que hoy la Iglesia desea hacer visible.
Fotos: Cortesía Conferencia Episcopal de Panamá
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