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Entre la herencia de Francisco y los desafíos de Panamá: monseñor Ulloa llama al amor, al discernimiento y a la unidad - ADN Celam

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Entre la herencia de Francisco y los desafíos de Panamá: monseñor Ulloa llama al amor, al discernimiento y a la unidad

Foto: Episcopado panameño

Este domingo 04 de mayo, el presidente de la Conferencia Episcopal de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, ofreció una homilía propia de este Tercer Domingo de Pascua. El prelado conectó con la incertidumbre del presente a través del Evangelio de Juan, evocando el destacado diálogo entre Jesús y Pedro. En medio del luto por la muerte del Papa Francisco y a pocos días del inicio del cónclave, Ulloa trazó una analogía entre el mandato confiado a Pedro y la urgencia espiritual y moral que enfrenta hoy la Iglesia y el mundo.

El también arzobispo metropolitano de Panamá, observó que la partida de Francisco ha dejado un vacío palpable no solo en los católicos, sino también entre los no creyentes, quienes encontraron en él una voz de cercanía. En este sentido, exhortó a orar por los cardenales que deberán discernir en el Espíritu la elección del sucesor de Pedro, decisión que ayudará a guiar los destinos de la Iglesia y dar testimonio al mundo de esperanza y unidad.

Hemos sentido a Francisco como la pérdida de un padre de la humanidad. Nos hemos sentido huérfanos”, expresó afectado el arzobispo, al tiempo que destacó que el nuevo Papa deberá revestirse de fidelidad al Evangelio por encima de aptitudes personales o posturas ideológicas.

“¿Me amas?”: un llamado al amor y a la verdad

El centro de la homilía giró en torno a la pregunta que Jesús dirige a Pedro en varios momentos: “¿Me amas?”. No es una pregunta irrelevante ni meramente devocional. Es una interpelación radical que, según Ulloa, sigue viva y actual, dirigida a cada cristiano.

Amar al Señor implica necesariamente amar a su Iglesia, con sus luces y sombras, y asumir el llamado a apacentar, es decir, a cuidar, servir, acompañar y guiar con humildad y entrega. “Dios no busca perfectos, sino sinceros. Jesús no quiere seguidores tibios, sino amigos apasionados”, recordó el arzobispo, destacando que la vocación cristiana nace de la disponibilidad a amar, incluso desde nuestras debilidades.

El prelado entrelazó su reflexión, desde lo espiritual a la realidad que vive este país, que describió como “marcada por tensiones, incertidumbre y dolor”. Observó que Panamá está sumergido actualmente por un clima político tenso y gran grandes desafíos sociales, por lo que urgió a superar la división y el enfrentamiento con diálogo sincero, búsqueda de justicia y una renovada apuesta por el bien de sus ciudadanos.

Un mensaje de unidad y compromiso para Panamá

Por otra parte, en un segundo momento de su homilía, el líder religioso hizo un clamor por la nación panameña ante las heridas del tejido social que siguen lastimando a la población. Panamá, dijo, necesita “puentes de encuentro, no muros de división”, así como gobernantes sabios y ciudadanos comprometidos. Afirmó que la reconstrucción del país debe empezar por gestos sencillos, palabras justas y la voluntad real de escucharse.

Finalmente, rechazó las interpretaciones interesadas de la realidad y llamó a la responsabilidad de todos, sin distinción de credo o ideología, para trabajar por una nación más equitativa y fraterna. “Panamá necesita el compromiso sincero de todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, expresó, subrayando que la fe, cuando es auténtica, se convierte en fuerza transformadora para construir una sociedad más justa.

 

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