El Centro de formación Cebitepal, ente adscrito al Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), inició desde el pasado 8 de abril la licenciatura canónica de teología pastoral, que busca formar agentes «para animar procesos novedosos que promuevan la conversión pastoral, la sinodalidad y el permanente estado de misión» que la Iglesia exige para los tiempos actuales.
Este pregrado que se realiza de manera semipresencial, cuenta con el aval académico de la Universidad Pontificia Bolivariana, donde participan 27 estudiantes de América Latina y Caribe: México, Panamá, República Dominicana, El Salvador, Puerto Rico, Paraguay, Venezuela, Guatemala, Colombia, Brasil, Costa Rica, Argentina y Perú.
La modalidad híbrida, es la suma característica de este proceso formativo, por lo que actualmente un grupo de estudiantes vive esta experiencia presencial, mientras que otros participan de forma virtual, pero que también tendrán la oportunidad de vivir la presencialidad.
Para conocer detalles de lo corrido de estos días en su proceso de formación, hemos dialogado desde ADN Celam, con el padre Yoshio Hernán Chao Soto, de la ciudad y diócesis de Mexicali en Baja California, México, quien nos ha compartido detalles sobre su experiencia como estudiante de la Licenciatura canónica en Teología pastoral.
Aprender de la experiencia de los demás
El sacerdote destaca de la presencialidad, una oportunidad porque no solo se recibe conocimientos en temas de teología, sino también se comparte el cara a cara con los demás participantes venidos de otros países de América Latina y esto resalta es una gran riqueza.
“La modalidad híbrida que se ofrece en una de las etapas de formación es una gran oportunidad para enriquecernos en la presencialidad, compartir experiencias pastorales, sociales y culturales, saberes que enriquezcan nuestra misión”.
En lo personal ha dicho, el mandato de su obispo al enviarlo a este proceso de formación es compartir las experiencias que en materia de teología se aplican en México, pero también recibir el conocimiento y la riqueza de los hermanos de otros países que llevan un camino más recorrido y pueden aportar a su crecimiento, esto agregó con el propósito de llegar de nuevo a su país y multiplicar lo aprendido.
Es claro que los estudiantes que están participando de esta licenciatura, parten ya de un conocimiento previo y formativo en materia teológica pastoral, se trata entonces de recordar lo estudiado anteriormente y actualizar los conceptos toda vez que los tiempos van cambiando y renovando a un ritmo vertiginoso, los mismos, exigen de estos especialistas ir a la vanguardia, escuchando el sentir del pueblo e ir caminando de la mano con ellos.
Una acción pastoral abierta al diálogo
A este respecto, el padre acotó que la licenciatura les ha permitido descubrir grupalmente que se debe pasar de la reflexión y el conocimiento a la acción pastoral meditada que parta de la escucha y se centre en una sola familia del pueblo de Dios. Por todo esto, sostuvo, que no se trata de “ir por delante o arriando”, sino pensar en generar proyectos y propuestas conjuntas para ir caminando de la mano con las comunidades.
“Hoy por hoy ese es el reto, no solamente el estar ahí con las comunidades, sino el estar para ellas y hemos estado compartiendo ya desde el primer día con los demás hermanos sacerdotes y laicos, tanto presencial como virtualmente y coincidíamos en eso, todos vemos muchísimas realidades, sabemos que no podemos afrontarlas todas a la par, pero si podemos estar ahí para aportar algo en cada una de los desafíos que se nos vayan ir planteando.”
El gran reto hacer presente el Evangelio
Asimismo, puntualiza que, si bien los contenidos que se ofrecen en la licenciatura, vienen sustentados desde la parte sistemática, bíblica y eclesiológica, para llevar estos mensajes a la praxis se hace necesario contextualizarlos desde la palabra de Dios. Haciendo la aclaración que no se trata solamente de ver cómo han cambiado los tiempos, sino plantear respuestas a estos cambios desde el Evangelio.
“Creo que el reto no es crear un nuevo mensaje, no, siempre el reto ha sido el mismo, que el mensaje llegue a todos los hombres y mujeres y en todos los tiempos y esto es algo que entusiasma también y que lo hemos compartido con el grupo y -agrega- estamos encontrando el gusto por enfrentar ese reto, hacer presente el evangelio, hacer presente a Cristo y la necesidad de salvación es permanente”.
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El silencio, la escucha y la caridad
Al ser interrogado de cómo los contenidos que adquieren en estos procesos de formación son muy académicos, el sacerdote dijo que es importante pasar de lo teórico a lo práctico con las comunidades, hizo mención del testimonio de Jesús como maestro, acercándose a las personas con un discurso sencillo. Por lo que hizo énfasis a tres elementos esenciales que considera son la clave: El silencio, la escucha y la caridad.
“No se necesitan lenguajes muy elevados, tampoco, se trata de lo que vamos a decir, sino de lo que vamos a hacer. Hoy por hoy nuestras familias más que discursos o sermones o inclusive hasta consejos lo que necesitan son acciones y acompañamiento (…) cuántas veces en los momentos más complicados nos acercamos al Sagrario y en el silencio el Señor nos dice cuánto necesitamos escuchar”, asintió.
El sacerdote expresa que en vano serían los estudios que cada persona realice, si dentro de la vida de cada uno no se experimenta la caridad. “Podemos hacer las acciones pastorales más emprendedoras, pero si no hay caridad pocos frutos vamos a obtener (…) cuando partimos de la caridad, los estudios como que no son la clave final, son parte, pero no lo es todo».
Un espacio de familia y apertura
Al referirse a la experiencia de estar participando de manera presencial en el curso de la Licenciatura de Teología, ha dicho que es la segunda vez que ha estado presente en este tipo de formación, y asegura que cada vez se experimenta más cercanía tanto por parte de los anfitriones, el Celam, como también de los compañeros de estudio.
“Cebitepal, siempre ha mantenido esa actitud de apertura y de disposición, pero sobre todo de aprendizaje, lo veo en los mismos sacerdotes que nos acompañan, los profesores que hemos tenido en lo que va del curso y en todas las demás personas que laboran aquí en el Celam”.
«Siempre está esa apertura de cómo aprender, la intención de decir yo te voy a enseñar, aprender unos de otros y compartir lo que hacemos, porque hasta en los más leves y pequeños detalles aprendemos y eso es algo que para mí es una riqueza que me llevo. Porque uno llega de otra cultura, de otra realidad con un ritmo cada uno distinto, pero aquí nos han hecho sentir una sola familia”.
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