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Federico Montero: “El Papa Francisco ha llamado a construir un nuevo tipo de humanismo”

La mercantilización de la educación superior se ha convertido en algo presente en el mundo universitario, según Federico Montero. El profesor de Política Latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires reflexiona a la luz del Magisterio del Papa Francisco sobre el derecho a la universidad pública y la producción de conocimiento sin un horizonte ético.

Para el secretario de organización de la Federación Nacional de Docentes Universitarios de Argentina es importante la participación de todos en el diálogo social, también en el ámbito de la universidad pública, buscando que puedan participar en la toma de decisiones. En opinión de Montero, el cristianismo puede aportar algunos elementos a ese mundo universitario: la idea de la comunidad universitaria, el sentido trascendente y volver a centrarse en el sujeto. Siguiendo el Magisterio pontificio, el profesor argentino llama al mundo universitario a no perder la perspectiva integral y dejarse guiar por el nuevo humanismo que propone Francisco.

 

El Seminario Fratelli tutti ha reflexionado sobre la última encíclica del Papa Francisco, teniendo la educación como uno de sus elementos. Allí usted ha defendido que el ámbito en el que trabaja, el mundo universitario, la enseñanza se ha mercantilizado. ¿Hasta qué punto eso influye hoy en la vida de la universidad?

Creo que todo lo que es el Magisterio social del Papa ayuda a buscar inspiración en el tipo de respuesta frente a los problemas que se nos han planteado. En el mundo universitario la tendencia general es a una mercantilización de la educación superior. Más que nunca se demandan niveles de formación superior para acceder a distintos tipos de trabajo, pero eso se tiende a responder bajo la forma de una demanda mercantilizada.

Mercantilizada significa tanto que se tenga que pagar para asistir la universidad, pero también que se introduzcan criterios mercantiles en cuanto a la construcción o validación de conocimiento para quien se enseña. Ese contexto general ha llevado a repensar en la función de la universidad pública y a construir una alternativa frente a eso. La alternativa está basada centralmente en la perspectiva de lo que llamamos el derecho a la universidad, como contrapuesto a la idea de la educación como mercancía.

Esto implica desarrollar un proyecto que tenga como protagonista central a un sujeto, que es el sujeto de ese derecho que no son tan solo los estudiantes que asisten a la universidad pública, sino concebir que ese derecho es un derecho social, es un derecho del pueblo, de las comunidades, a contar con una institución que produce conocimiento en función de las necesidades de esa misma sociedad. Eso es un paradigma antagónico completamente a la perspectiva de la mercantilización y que implica poder desarrollar un conjunto de alianzas para poder mantener esta perspectiva.

En ese marco, creo que las apelaciones que ha hecho el Papa Francisco en distintas encíclicas, textos, entrevistas que ha dado, iluminan un camino que tienen que ver con pensar que esta mercantilización de la educación superior se dé en un contexto más general de mercantilización del conjunto de las organizaciones sociales, de la naturaleza, del trabajo mismo. Me parece que ahí hay una clave para establecer alianzas estratégicas que permitan avanzar en esta perspectiva del derecho a la universidad.

 

El Papa Francisco, movido por el pensamiento jesuítico, defiende la importancia del ser humano como elemento básico. ¿Podríamos decir que la universidad supone una promoción del ser humano, o esa mercantilización está acabando con esa dimensión del ser humano para convertir a la persona en un objeto al servicio del mercado?

Sí, una dimensión es perder el horizonte estratégico y la finalidad última de esa producción de conocimiento, de esa formación de profesionales que el día de mañana tienen que garantizar a su vez otros derechos, porque finalmente en la universidad también se forma el médico que te va a atender en el hospital, el profesor que va a dar clase en la escuela, y así sucesivamente. Y a su vez también, me parece que en el desarrollo de las lógicas propias en lo académico, traccionadas por estas dinámicas mercantiles, se pierde de vista también el objeto de estudio, el centro que tiene que tener la persona.

Entonces se pasa a una producción de un conocimiento que no tiene horizonte ético, pero que tampoco pone a los problemas sociales en el centro de una dimensión integral. Está lleno de estudios sobre los pobres, pero los pobres no acceden a la universidad, está lleno de estudios sobre como se contaminan los ríos, pero las comunidades que son afectadas, no son participes ni de los estudios, ni de las perspectivas con que eso se construye. Eso también es una dimensión de la mercantilización que hace falta abordar desde esta perspectiva integral.

En diálogo a la construcción de un diálogo social regional como el propuesto en esta reunión, poder incorporar a la universidad como un actor en ese marco del diálogo social, pero también con un actor que sea capaz de convocar a otros, para discutir no sólo la agenda del diálogo social, sino para discutir a la propia universidad. Y ahí también tenemos un camino que nos ilumina en este método que tiene de convocatoria el Papa Francisco, que es convocar a las comunidades a discutir la agenda de una institución.

Como lo hace con la Iglesia con el Sínodo, podríamos hacer una analogía sobre la situación de la universidad que también necesita convocar al conjunto de la comunidad para discutir lo que la universidad hace y las consecuencias que eso tiene sobre la sociedad, porque los mecanismos de mercantilización se dan de hecho sin que nadie lo haya discutido, se acepta como válido. Necesitamos poner eso en tela de juicio, así como que las comunidades y todos los que hoy no participan de la universidad tenga algo que decir sobre qué se estudia, cómo se estudia, cuánto duran las carreras, para qué sirven. Creo que ese es un camino, a través de la participación en la política de la universidad, pero también a través de que la universidad está vinculada con otras instancias de participación de la sociedad donde se empiezan a romper estos muros y se empiezan a desarmar estos mecanismos de mercantilización.

 

¿En qué debería contribuir la universidad en ese diálogo social?

Primero debería estar dispuesta a tender la mesa, recibir a los demás actores y aceptar poner en tela de juicio las pretensiones de validez a sus procedimientos de producción de conocimiento, de investigación, de enseñanza, ponerlos en tela de juicio en relación a la opinión que merece las organizaciones sociales, los movimientos políticos, los empresarios, respecto a lo que está pasando ahí, para tener un ida y vuelta con la sociedad.

Lo segundo es abrirse a que haya participación al interior de la universidad, que tanto los estudiantes, los docentes organizados puedan participar en la toma de decisiones. Y finalmente establecer canales de vínculo con las decisiones estratégicas que se tomen en materia por ejemplo de políticas públicas, que la universidad pueda asistir al estado en el desarrollo de políticas públicas orientadas a revertir ciertas desigualdades. En la producción de ese conocimiento por qué tiene que estar anclado en las consultoras privadas si lo pueden hacer las universidades públicas. Es decir, que se vuelvan útiles en el marco de un proyecto más estratégico que tiene que ver con la concertación de voluntades a nivel social, pero también la elaboración de políticas públicas orientadas a revertir las desigualdades.

 

La universidad es una institución que nació bajo el influjo de la Iglesia católica en la Edad Media. Hoy la universidad pública es y tiene que ser laica, pero ¿qué principios del cristianismo podrían continuar siendo válidos hoy en la universidad?

De la reforma universitaria para acá, para ponerlo de alguna manera, hubo un parteaguas en la historia de la institución universitaria y se construyó una dinámica de autonomía frente a la institución de la Iglesia, pero también esa autonomía debería ser respecto de otras dinámicas que determinan la producción de conocimiento, en este caso la dinámica mercantil. Lo que podemos rescatar como espíritu de la experiencia del cristianismo en general hacia la universidad tiene que ver con esta dinámica, por un lado, de construir comunidad.

La idea de la comunidad universitaria es importante frente a la visión más mercantil y liberal que supone un conjunto de individuos que luchan en una especie de darwinismo académico a ver quién es mejor que el otro, pisándole la cabeza para poder progresar. Oponerle a esto el concepto de comunidad universitaria, como sentido de pertenencia y construcción de un nosotros es un elemento.

Un segundo elemento es el sentido trascendente de que la universidad tiene una misión que va más allá de sí misma, en la perspectiva de salir de la universidad para pensar la situación en que la universidad está inscrita, en qué situación social, en qué contexto histórico, eso es un elemento central. Lo tercero que diría es volver a centrarse en el sujeto, en la persona, en la humanidad. El Papa ha llamado a construir un nuevo tipo de humanismo. Toda la labor universitaria en cuanto a la investigación, la enseñanza, la vinculación con el medio, tiene que estar atravesada por este humanismo de nuevo tipo que la universidad está llamada también a contribuir en su elaboración.

 

En ese proceso, ¿Cuál sería la contribución del Magisterio del Papa Francisco y especialmente de la Fratelli tutti?

En el Magisterio del Papa Francisco, en Fratelli tutti, por ejemplo, este concepto de crisis ecológica, social y ambiental, esta idea de que no es posible abordar las dificultades que tiene la sociedad respecto de las dificultades del impacto de la vida social sobre la naturaleza, que es inescindible, eso es una clave muy acertada para la perspectiva con que las universidades construyen sus objetos de estudio, que en general tienden a mantener estas cosas separadas.

La medicina estudia partes del cuerpo y te ofrece soluciones para cada uno de esos problemas. No está mal, porque hay que estudiar el funcionamiento específico, pero no hay que perder la perspectiva general de la humanidad de esa persona y de como la condición de salud de esa persona está determinada por el medio social en que vive y por el entorno socioambiental donde esa persona vive. Por ejemplo, lo que son las epidemias derivadas de los procesos de contaminación, es una perspectiva, en este caso tomando el ejemplo de la medicina, desde la mirada que tiene que arrojar Fratelli tutti en esta cuestión de pensar lo ambiental desde una perspectiva integral, aporta muchas claves en el sentido de qué significa concretamente este nuevo humanismo.

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Revisar las disciplinas universitarias desde esta perspectiva ayudaría a revalidar su función social y también a encontrar un camino para ir desandando esta crisis orientada por la mercantilización de la que hablábamos al principio.

 

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