«Las sociedades latinoamericanas están atravesadas por deudas sociales de carácter histórico. Nuestro sistema económico, social, político y ambiental además de acumular desigualdades y privaciones injustas hacen que sea insustentable para vivir una ecología integral».
Una afirmación de Francisco Campos Coordinador de Conocimiento Compartido del Centro de Gestión del Conocimiento del Celam, durante la primera jornada del XX Congreso Latinoamericano y Caribeño de Cáritas, dedicada al análisis de la realidad del continente como primer insumo para la definición de metas y acciones que deben acompañar de manera asertiva las necesidades de las poblaciones vulnerables en el continente que a la vez constituyen una meta para Cáritas.
En la ponencia titulada «Un sueño social para las sociedades de América Latina y el Caribe en el contexto de una crisis global» el catedrático expuso algunas reflexiones que ofrecen una mirada de la realidad desde las estadísticas y las tendencias actuales, producto de la Investigación realizada por la Red de Observatorios de la Deuda Social de América Latina, (Red ODSAL) bajo la dirección del Observatorio de la Deuda Social Argentina, coordinado por el Agustín Salvia que a su vez representa una guía para el análisis de realidad liderado por el Celam.
Desigualdad y deuda social
Problemáticas que es preciso analizar porque de acuerdo con el experto «las deudas sociales crecen al mismo tiempo que aumentan las desigualdades sociales,» situación que según la investigación agravó con la pandemia y profundizó en las sociedades de América Latina y el Caribe, una situación que no presentó ningún cambio tras la reactivación post Covid-19.
Al respecto Francisco Campos explica que es necesario comprender que las privaciones socioeconómicas afectan sustancialmente el desarrollo de las capacidades humanas y de integración social en diferentes dimensiones de la ecología humana. Circunstancia injusta que afecta tanto los derechos económicos como los sociales de las comunidades presentes en la Doctrina Social de la Iglesia, el contenido de las constituciones nacionales y los pactos internacionales que abogan por el ejercicio pleno de los derechos humanos.
Así explica que para identificar la complejidad de las deudas sociales es necesario superar las barreras que limitan el desarrollo humano integral muy presente en las sociedades del continente. Situación que se hace evidente en la dificultad para acceder a dos derechos básicos: el primero a un buen vivir sustentable y el segundo el derecho a formar parte de una sociedad de iguales.
“Es importante entender que antes de la pandemia del Covid-19 ya existían una serie de fragilidades estructurales,” advierte. Dicho análisis se hace sobre una base de 660 millones de habitantes en América Latina y el Caribe de los cuales 140 millones son trabajadores y están en condición de informalidad, es decir el 21% del total.
Servicios básicos insuficientes
De hecho el 20% más rico de la población concentra el 70% de los ingresos y el 20% es más pobre. El 35% de la población del continente vive hacinado o no cuenta con agua potable, electricidad, gas o drenaje en su vivienda, servicios básicos para sobrevivir, mientras que 40 millones de personas son migrantes forzosos o refugiados, una población vulnerable integrada en su mayoría por mujeres migrantes, pueblos originarios, personas con discapacidades, niños y jóvenes.
Respecto a esta categoría 5 de cada 10 jóvenes no terminan el ciclo de educación secundaria. Sin perder de vista que el 60% de la población recibe al menos una prestación de protección social, pero esto no es suficiente para salir de la pobreza a lo que se une que el 45% de los niños son pobres lo que quiere decir que 1 de cada 5 niños se encuentra desnutrido.
Cifras que afirma el especialista nos llevan a pensar en una clase media o media alta fuerte, vinculada a la economía global y formal con pleno bienestar e integración, capacidad de ahorro e inversión en capital humano y social, que bien puede tener expectativas de movilidad social, pero que enfrenta la frustración y el enojo ante la crisis y las promesas incumplidas por parte de los líderes políticos, que entre otras cosas se caracterizan por carecer de trabajos plenos que conducen a las familias a realizar trabajos informales o de indigencia para subsistir, aclarando que no por esto se sale de la condición de pobreza.
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Derechos políticos en detrimento
Si en América Latina hay 660 millones de personas es importante saber que 201 millones no tienen ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas, 80 millones sufren de extrema pobreza y esa misma condición entre niños, niñas y adolescentes llegó a un 45%.
Refiriéndose a los derechos políticos y civiles las mayores dificultades están en Cuba, Nicaragua y Venezuela; sin apartarnos del surgimiento de un populismo de diferentes características para cada país. Algunos más que otros afectados por la ineficacia de sus Estados y clases dirigentes por lo que urgen acciones que ayuden a dar respuestas a demandas ciudadanas así como a retos sanitarios y sociales derivados de la pandemia.
Así la inquietud es la de trabajar para superar la inestabilidad política, donde la represión o el clientelismo se constituyen en los principales mecanismos de respuesta por parte de los gobiernos y dificultades en los sistemas políticos para canalizar los reclamos de la sociedad empobrecida, polarizada y fragmentada, lo que finalmente es un caldo de cultivo para la presencia de nuevos populismos y liderazgos autoritarios. Realidades que cuestionan e interpelan a los asistentes al XX Congreso Latinoamericano y Caribeño de Cáritas.
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