El sacerdote jesuita Francisco de Roux, presidente de la Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición” de Colombia, participó en el Congreso “La Iglesia al servicio de la paz”, que organizó el Centro de formación Cebitepal entre el 29 al 31 de marzo.
Con la ponencia “La verdad fundamento para la paz”, el sacerdote hizo un recuento de los esfuerzos en favor de la paz y la reconciliación en Colombia y explicó que, a partir del informe que presentaron, han podido desentrañar el concepto “la verdad humana”.
Se trata de una condición histórica en la que el sufrimiento de personas causadas por otros “nos lleva a plantearnos la pregunta que aparece en la Sagrada Escritura ¿dónde está tu hermano?” y “creo que es una pregunta que nos la tenemos que hacer muy en serio en América Latina, este continente católico, cristiano, es el continente más violento del mundo”.
Movilizar la paz a los territorios
De Roux ha retomado el llamado que el papa Francisco hiciera en 2017 en su visita a Colombia, dirigido a los obispos: “Si realmente quieren ayudar a su pueblo, en vez de elaborar cartas pastorales y documentos de orientación, pongan sus manos en el cuerpo ensangrentado de su pueblo; en la realidad podrán entender la profundidad de lo que estamos enfrentando con situaciones humanas tan difíciles”.
Lamentó que en el proceso de la Comisión, de tres años y medio, se tuvieron que enfrentar a muchas resistencias de la misma sociedad, por ende, fue necesario que a la par con el informe “se adentrará en una muy seria movilización nacional activar a un país para que le pusiera la cara a la verdad”.
“Todos los días, créame, durante esos 40 meses, tuvimos encuentros públicos entre víctimas y responsables, entre ciudadanos, mujeres y hombres de un territorio; entre organizaciones de mujeres, organizaciones; entre comunidades negras y campesinos, estudiantes, medios de comunicación, universidades”, apuntó.
También detalló que, durante el tiempo de elecciones presidenciales, los colombianos optaron por un cambio total, por lo que en la primera vuelta salieron favorecidos Rodolfo Hernández y Gustavo Petro, ambos ofrecían cambios sustanciales cada uno desde su modelo.
Los horrores de la guerra
Por otra parte, el padre de Roux compartió algunas cifras registradas en el Informe de la Comisión de la Verdad (de 9.000 páginas), que dan parte de los horrores de la guerra. Por ejemplo, Colombia alcanzó 9.500.000 víctimas en medio del conflicto, entre soldados, guerrilleros y paramilitares; unos 600.000 civiles murieron en medio de los enfrentamientos.
Entre los sobrevivientes se cuentan 9.000.000, de los cuales 7.757.000 fueron desplazados; también contabilizaron 51.000 secuestrados, eso sin añadir mujeres secuestradas separadas de sus hijos. Hubo militares secuestrados por más de 14 años “algunos de ellos con cadenas al cuello”.
4.000 masacres contabilizaron, entre las más emblemáticas las 34 personas en la parroquia de los jesuitas en Barrancabermeja; más 100 acribillados en Bojayá; 120 en El Salado; 130 en la Gabarra. “Fueron momentos duros, masacres llevadas a cabo por paramilitares con apoyo de las fuerzas militares y políticas”, añadió.
El jesuita aseguró que después de Afganistán, Colombia se posiciona como el segundo país del mundo en tener minas antipersona, donde más de 7500 personas han caído víctimas, en especial, “niños cuando iban a sus escuelas”.
Además ha comentado del horror de comunidades campesinas, indígenas y afro que huyeron de sus territorios azuzados por grupos criminales; el reclutamiento a menores y las mujeres forzadas, ultrajadas y llevadas a la guerra como carne de cañón, obligadas incluso a abortar.
Víctimas y perpetradores, cara a cara
Los falsos positivos de jóvenes inocentes, muchos de las barriadas y caseríos más pobres. Un drama que vivieron en carne propia 6403 según datos de la Jurisdicción especial para la paz, sin embargo, “nosotros estimamos que eran más de 8 mil”.
El presbítero ha cuestionado que estas situaciones de falsos positivos se han registrado bajo el mando de un ejército que se dice católico, “con capellanes en todas las brigadas y esta enorme pregunta cómo es posible esta enormidad del crimen”.
Frente a ello, la Comisión de la Verdad ha tenido la posibilidad de juntar a las víctimas con los perpetradores, cuestión que “me parece muy importante que hagamos en toda América Latina porque de lo contrario no se clarifican las cosas”.
Sobre todo cuando los perpetradores descubren los horrores que han causado, allí entran en una etapa de transformación de sí mismos a través de un acompañamiento espiritual y psicológico que “como comisión brindamos para que puedan recuperarse y contribuyan a la recuperación de las víctimas”.
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