Durante cuatro días, del 13 al 16 de mayo, gestores y promotores de la educación católica de América Latina y el Caribe se congregaron en el XII Encuentro Integra, realizado en Río de Janeiro, bajo el lema “Reencantamiento: esperanzas y desafíos de la gestión educativa católica”. Este espacio se consolidó como un punto de encuentro y discernimiento para quienes, desde la fe, creen que la educación sigue siendo una herramienta transformadora para los pueblos.
Uno de los momentos destacados fue la intervención de Guillermo Sandoval, director del Centro de Gestión del Conocimiento del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), quien ofreció una intervención desafiante, orientada a repensar el papel de la Iglesia en los procesos educativos contemporáneos.
“Buenos días, estimados sacerdotes, profetas y reyes. Entiendo que todos ustedes son bautizados. No es casual que los salude así”, comenzó Sandoval. “En el proceso educativo necesitamos reyes que sirvan, profetas que anuncien la buena nueva y denuncien las injusticias, y sacerdotes que celebren el crecimiento de la conciencia de dignidad en cada persona”.
Trabajar en red es una exigencia del Evangelio y del tiempo presente
La propuesta de fondo que articuló toda su intervención menciona que la Iglesia necesita trabajar en red. Sandoval recordó una conversación personal con el Papa Francisco en 2015, donde el pontífice les insistió: “Trabajen en redes. Esa es la forma de trabajar hoy”. Desde entonces, esta frase se ha vuelto una brújula para la acción del Celam, especialmente en el campo educativo.
A partir de esa exhortación, Sandoval hizo una lectura del magisterio reciente, especialmente de la constitución apostólica Veritatis Gaudium, donde el Papa Francisco insiste en la creación de redes mundiales de universidades y facultades eclesiásticas, capaces de ofrecer “levadura, sal y la ley del Evangelio” en medio de una crisis cultural y antropológica global.
“Esto que el Papa afirma para las universidades, es absolutamente válido para las distintas instancias de la actividad pastoral, entre ellas las educativas”, expresó Sandoval. “Desde las capillas hasta las conferencias episcopales, desde el Celam hasta la Iglesia universal, todos estamos llamados a caminar juntos, a conectarnos en red”.
La educación, una vocación permanente de la Iglesia en América Latina
Sandoval hizo un repaso histórico por la reflexión educativa de la Iglesia latinoamericana, anclada en las Conferencias Generales del Celam. Desde Medellín (1968) que denunció currículos abstractos y sistemas educativos reproductores de desigualdades, hasta Aparecida (2007) que alertó sobre una educación reducida a lógica de mercado, la Iglesia ha mantenido una voz profética, exigiendo una educación centrada en la dignidad humana, con inspiración evangélica y sentido liberador.
La Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe (2021) también fue recordada como un acontecimiento donde, aunque sin un capítulo exclusivo sobre educación, se reconoció la urgencia de una formación integral e incluyente, que prepare para la justicia social y la fraternidad.
“Más de 250 millones de niños en edad escolar están fuera del sistema en el mundo”, recordó Sandoval. “Y mientras tanto, 50 personas poseen una riqueza que podría financiar la educación y la salud de cada niño pobre del planeta”.
El Pacto Educativo Global: compromisos para una nueva humanidad
Una parte central de la intervención del director del Centro de Gestión del Conocimiento estuvo dedicada al Pacto Educativo Global (PEG), promovido por el Papa Francisco. Según Sandoval, este pacto representa una oportunidad histórica para reconstruir el tejido educativo desde valores comunes y con una clara opción por los más pobres.
Entre los compromisos del PEG, señaló: Poner a la persona en el centro del proceso educativo; escuchar a los adolescentes y jóvenes para construir juntos; incluir a las familias como primeras educadoras; educar para abrirse a los más vulnerables; cuidar la Casa Común con estilos de vida sostenibles. “Estos compromisos se enlazan con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular con el ODS 4 sobre educación inclusiva y de calidad. Nuestra vida pastoral no es ajena a la vida de la comunidad internacional. Es, de hecho, una forma de responder al llamado de Dios y al clamor de los pueblos”, afirmó.
Asimismo, alentó a enfrentar la exclusión educativa en América Latina, donde cerca de cuatro millones de niños están fuera de la escuela. Y enfatizó que la baja calidad educativa afecta con más crudeza a los sectores empobrecidos, reproduciendo la desigualdad.
Inteligencia artificial y educación
Sandoval no eludió los desafíos del presente. Reconoció que la inteligencia artificial (IA) está transformando aceleradamente la educación y que esta tecnología, si bien ofrece oportunidades, también plantea dilemas éticos y riesgos.
“La IA no debe ser solo una herramienta para hacer las cosas más rápidas, sino un recurso para pensar mejor, aprender en profundidad y fomentar la creatividad”, señaló, citando un documento recién publicado por el Grupo de Fronteras Tecnológicas del Celam.
Advirtió que no se puede permitir que la IA sustituya la dimensión humana y relacional del acto educativo. Citó al Dr. Rodrigo Fábrega, quien advierte: “Si la inteligencia artificial se convierte en un mecanismo que sustituye la reflexión en lugar de estimularla, estaremos desperdiciando su verdadero potencial pedagógico”.
El aporte de los maristas y la cultura del encuentro
Sandoval celebró el camino recorrido por la familia marista en su Misión Educativa y destacó su opción por el trabajo en red. Citó varios puntos del documento “Tras las huellas de Marcelino Champagnat”, donde se afirma el compromiso con las políticas educativas locales y nacionales, la formación de líderes con conciencia crítica, el acompañamiento de zonas excluidas y la participación activa en redes de misión.
“La Iglesia les pide poner en comunión esa riqueza, para que se multiplique. Caminen junto a otros. El Santo Pueblo de Dios necesita de ustedes”, exhortó a los presentes.
La intervención cerró con una imagen del Papa Francisco, citada por Sandoval en tono esperanzador: “Como ya entendieron los antiguos, educar no es llenar jarrones, sino encender fuegos”.
Dirigiéndose a los educadores maristas y a todos los presentes, concluyó: “Si buscamos vincular a los jóvenes con todos los actores del proceso educativo, en-redándonos, estaremos encendiendo fuego en el corazón de los jóvenes”.
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