Por Laura Vicuña Pereira, ICF /Agente de Pastoral del Consejo Indígena Misionero
El recuerdo de Cláudio Hummes está vivo y presente en nuestras mentes y corazones. Ha tenido una trayectoria de compromiso incondicional con la causa de los pobres y, entre ellos, como dice el Documento de Puebla, “los pueblos indígenas”.
Su voz ha amplificado la lucha de los pueblos indígenas por la vida, por la tierra y por los derechos. Fue un incansable defensor de la Amazonía, que adoptó como su propia tierra, ya que asumió la in-cesante lucha de los pueblos indígenas y amazónicos por un territorio libre de invasiones y por el proyecto de vida y futuro de los pueblos.
Una voz profética que se ha levantado denunciando la barbarie cometida contra los pueblos indígenas, en tiempos tan difíciles de negación de derechos, por la codicia y prepotencia de grupos económicos que se apropian de las riquezas de la tierra, las aguas, el aire y los bosques, dejando un rastro de destrucción por donde pasan.
Como profeta apasionado por la justicia, proclamó la esperanza haciendo visible la realidad de la Amazonía y la construcción de una Iglesia pobre, encarnada y sinodal.
Convocó a la Iglesia a confirmar su compromiso en defensa de la Amazonía, de los pueblos indígenas y amazónicos y nos invitó a transitar por los caminos de la solidaridad y a navegar en aguas más profundas, entrando en los ríos y arroyos, en los caminos y carreteras, en el mundo urbano y en las aldeas, en el campo y en la ciudad, anunciando el Evangelio de la vida y de la esperanza, en estos tiempos de desesperanza, de falso profetismo y de tanta intolerancia.
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