Secretaria de “un Dicasterio que está muy en el corazón del Papa Francisco”, en el que se ha apostado decididamente por la reforma que propone la Praedicate Evangelium, algo dado a conocer en los últimos días al presentar su nueva organización.
La salesiana Alessandra Smerilli es una de las mujeres que tiene uno de los cargos de más alta responsabilidad en la Curia Romana, algo que asume “con gran sentido de responsabilidad y competencia, porque si yo trabajo bien, abrimos las puertas para tantas otras mujeres”. Lo hace en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, desde donde se busca establecer una relación estrecha entre la Curia y las iglesias locales.
En esta entrevista analiza la Economía de Francisco, pocos días antes del encuentro de Asís, y el papel de los jóvenes en el futuro de la humanidad, destacando la importancia de cuidar de la vida de todos y para todos, una vida plena que nunca debería depender de las circunstancias.
Un Dicasterio en el corazón del Papa
Francisco se presentó al inicio de su pontificado como el Papa de los pobres. Para alguien que trabaja en el “Dicasterio de los Pobres”, ¿eso supone una responsabilidad mayor?
Desde que llegué aquí entendí que este es un Dicasterio que está muy en el corazón del Papa Francisco. Y la responsabilidad es ser verdaderamente lo que debe ser un dicasterio, como vemos en la Praedicate Evangelium, estar al servicio. No es solo el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, sino el Dicasterio al servicio sobre todo de los más pobres.
Y para hacer esto queremos estar en la mayor relación posible con las iglesias locales, porque creemos que es allí donde se hace verdaderamente el desarrollo humano integral, no aquí en Roma. Y por tanto nuestro objetivo es poder estar en contacto, poder escuchar, poder acompañar a las iglesias locales, no haciendo nosotros, sino acompañando a las iglesias locales para ser instrumento del desarrollo humano integral.
Necesario diálogo con las iglesias locales
Habla de acompañar, de ser presencia. Una de las dificultades de la Iglesia es ese ser presencia, presencia entre los pobres, los migrantes, quienes son víctimas de la trata de personas y tantas realidades que la Iglesia acompaña y se esfuerza en acompañar, pero que no siempre consigue. ¿Desde el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, cuáles son los pasos que se dan, cómo se busca que esas actitudes sean asumidas por las iglesias locales?
Nosotros pensamos que es necesario establecer un diálogo con las iglesias locales. Eso quiere decir que escuchamos, sea cuando vienen los obispos aquí, sea cuando estamos en contacto con las diversas regiones del mundo. Escuchamos sus desafíos, sus problemas, y sus buenas prácticas, pero al mismo tiempo, nosotros nos ocupamos de buscar las noticias, ver lo que sucede e informar a las iglesias locales para ayudar a estar más al servicio. Eso significa el diálogo, que escuchamos y al mismo tiempo tratamos de estimular a las iglesias locales, sin sustituirlas.
No queremos sustituir, queremos ser proactivos, queremos que cuando aparece cualquier problema serio, por ejemplo, con los migrantes o con los refugiados, hacer comprender a las iglesias locales que tal vez no están percibiendo el problema y ayudarlas a asumir esa situación.
Una economía por la vida y no que mata
Usted es economista y una de las causas de la pobreza podríamos decir que es una economía equivocada, algo visto en los distintos regímenes económicos lo largo de la historia. ¿Cómo promover una economía desde la persona y no desde el lucro, cómo favorecer eso a partir de la Doctrina Social de la Iglesia?
Este es un tema importante pero también muy difícil. Por un lado, debemos ayudar a las iglesias locales a siempre mostrar las experiencias de una buena economía, de una economía por la vida y no que mata. Por otra parte, es necesario pensar con una visión de futuro, un proceso que como Dicasterio estamos siguiendo. El proceso lanzado por el Papa Francisco, la Economía de Francisco, que en Brasil es Economía de Francisco y Clara, es una esperanza.
¿Cuál es la idea inicial del Papa Francisco? Si se pide a grandes economistas el llevar a cabo reformas, no va a suceder nada, porque una persona formada durante veinte o treinta años en un cierto modo, no consigue cambiar completamente. En vez de eso, si nos dirigimos a los jóvenes, que están comenzando ahora, y los jóvenes sabemos que son auténticos, los jóvenes tienen sueños e ideales y son capaces de apostar la vida en esos sueños e ideales, poniéndolos todos juntos, se puede crear un núcleo de personas que pueden regenerar la economía, poniendo la persona en el centro y no el lucro, luchando y denunciando las desigualdades, pensando una economía que respeta el ambiente, que escucha el grito de la Tierra y de los pobres.
Es una esperanza el encuentro que tendrá lugar en Asís de 22 a 24 de septiembre, un encuentro de jóvenes economistas que han trabajado durante dos años y en el que el Papa estará presente. Creemos que de ese encuentro se pueda desprender aquella energía que ayudará a esos jóvenes a hacer realidad esos cambios. Ellos son nuestro futuro, pero también nuestro presente. Nosotros como Dicasterio deseamos después de este encuentro continuar acompañando a estos jóvenes.
Economía de Francisco
¿Podríamos decir que los jóvenes entienden mejor esa Economía de Francisco y pueden ser vistos como una esperanza, como gente que asume esas dimensiones de una nueva economía, de la ecología integral, de buscar alternativas al sistema actual, que en opinión de muchos nos conduce al fin?
De aquello que pude ver y experimentar con estos jóvenes, porque yo al principio era del comité organizador del Encuentro de Economía de Francisco, pero con los trabajos del Dicasterio tuve que dejarlo un poco, pero desde el principio me encontré con esos jóvenes, debo decir que tengo mucha esperanza en esto, porque está claro que los jóvenes no son solo nativos digitales capaces de conectarse, creando una red mundial, sino que son también nativos ecológicos. Para ellos, todos los temas en relación con el ambiente y entender que no se puede continuar así, es algo natural, lo llevan dentro, no es necesario convencerles.
Por el contrario, son ellos los que buscan convencer a los otros, porque son ellos quienes tienen más tiempo de vida por delante y entienden que si continuamos así, terminaremos muy mal. Entonces, esta es la esperanza y aquello que se está intentando hacer con la Economía de Francisco, agregar junto a los jóvenes a grupos de adultos y también de economistas que no vayan allí para enseñar, sino para estar al lado de los jóvenes.
Como dice el Papa Francisco, una alianza entre jóvenes y adultos, porque los jóvenes por sí mismos no lo pueden conseguir, pues quienes toman las decisiones son los adultos. El desafío de la Economía de Francisco es recoger toda la energía de los jóvenes y encontrar a aquellos adultos que puedan acompañar a los jóvenes, y esta alianza poder ser el inicio de un cambio.
Una Curia al servicio
Ha hablado de la Praedicate Evangelium, la nueva Constitución Apostólica del Papa Francisco. ¿Cómo se está viviendo esa propuesta de ser y trabajar en la Curia y en la Iglesia desde dentro de un dicasterio?
Nosotros llevamos inmediatamente en consideración, con mucha seriedad, la reforma, sobre todo en algunos puntos. El primer punto, uno de los principios de la reforma, donde se dice claramente que la Curia Romana trabaja al servicio del Papa y al servicio de las iglesias locales. Por tanto, la Curia no está en el medio, no es un mediador, no recibe del Papa para transferir para las iglesias locales, sino que está al servicio del Papa y de las iglesias locales. Eso quiere decir ponerse al lado de las iglesias locales con mucha humildad. No hacer nuestros proyectos y decir a los obispos y a las iglesias locales, estas son las prioridades y ustedes vean cómo van a poner eso en práctica.
Es lo contrario, es modelar nuestra agenda a las solicitudes de las iglesias locales. Eso supone un completo cambio de mentalidad para quien está habituado a trabajar en la Curia. Sobre esta base estamos reorganizando todo el Dicasterio, de modo que la estructura del Dicasterio responda también a esta exigencia de estar al servicio de las iglesias locales. Creamos una sección de escucha y diálogo donde tendremos personas que estarán en constante contacto con las iglesias locales.
Cuando decimos en constante contacto con las iglesias locales, quiere decir por medio del WhatsApp, por el teléfono, no solo intercambios formales, sino experimentar que el Dicasterio es cercano. Nosotros queremos, y eso nos pide la reforma, ser la expresión de la misericordia y del amor del Papa con las iglesias locales, y a través de las iglesias locales con los pobres y quienes tienen más necesidades.
Otro tema importante de la Praedicate Evangelium es que se viene a trabajar en la Curia por un servicio y no para hacer carrera. La idea por ejemplo que religiosos y sacerdotes se alternen, que vengan por cinco años para trabajar en la Curia y retornen para sus diócesis, y no venir aquí para pasar toda la vida en el Vaticano. Es el signo de una Curia que quiere estar en una actitud de servicio. Y después el tema de crear una comunidad que no solo trabajan juntos, sino que vive, reza, tienen momentos de espiritualidad, de una espiritualidad común.
Creo que este sea el gran desafío que nos empeñamos en poner en práctica, porque si nos convertimos en una comunidad de fe, de trabajo compartido, de oración, podemos ser también un signo para las iglesias locales.
Responsabilidad y competencia como mujer
Una Curia en la que una de las grandes novedades con el Papa Francisco es el papel cada vez más relevante de la mujer. Usted ocupa un puesto que pocos años atrás sería impensable para una mujer, ¿cómo se vive eso?
Se vive con gran sentido de responsabilidad, porque siendo la primera mujer que asume este papel todos miran hacia aquí para ver lo que está sucediendo. Y asumo ese papel con gran sentido de responsabilidad y competencia, porque si yo trabajo bien, abrimos las puertas para tantas otras mujeres, ese es el modo como vivo esa tarea. Al mismo tiempo, con mucha naturalidad, hacer ver que no es una cosa extraña, que se puede hacer ese trabajo, que no es extraño que sea hecho por una mujer, que cualquiera lo puede hacer bien si tiene competencia para hacerlo.
Vida en abundancia para todos
¿Por qué todos los bautizados deberían entender la necesidad, la exigencia, la indispensabilidad del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y de su temática como algo vital para la Iglesia?
Nosotros como frase del Evangelio creemos que a este Dicasterio le corresponde Juan 10, 10: “Yo vine para que todos tengan vida y vida en abundancia”. El desarrollo humano integral es buscar crear todas las condiciones para que cada persona pueda tener vida y vida en abundancia. Por tanto, experimentar el don que Jesús vino a traer. Y creemos que todos tienen derecho a eso. Nuestro trabajo es hacer que todos sean conscientes y ayudar a las iglesias locales a entender lo que significa vida en abundancia.
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Hacerlo de tal modo que la vida en abundancia no dependa del lugar donde nací, de la familia en la cual nací, de las circunstancias, sino que exista la posibilidad para todos de florecer. Es un verdadero pecado ver niños y jóvenes que no puedan florecer y por tanto no puedan gozar de esta vida en abundancia solo porque nacieron en el lugar equivocado. Esta es una gran injusticia, no debería suceder eso.
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