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Hna. Rossmery Castañeda sobre documento síntesis del sínodo: «los pobres no deben ser tratados como objetos de caridad»

La Iglesia universal se prepara para vivir la segunda sesión de la XVI asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos. Tras la experiencia de octubre de 2023, las expectativas crecen como las iniciativas para divulgar y apropiarse del contenido del documento síntesis, texto en el que aparecen los temas que surgieron durante los espacios de conversación espiritual y de los que se espera una libre retroalimentación, tras la reflexión que se produzca en los contextos diocesanos, nacionales y regionales.

Protagonistas del camino

Sabemos que no estamos ante un documento conclusivo sino un instrumento para el discernimiento que, en 20 capítulos agrupados en tres secciones, muestran entre otros temas que todos podemos ser discípulos misioneros con la capacidad para tejer lazos y construir comunidad. Ideales que pasan por el reconocimiento de los rostros de la Iglesia sinodal que deben ser favorecidos desde la acción pastoral de la Iglesia.

En uno de los apartados del documento síntesis – capítulo 4 – aparecen los pobres como protagonistas del camino de la Iglesia. Un tema que toca de cerca el quehacer pastoral de la colombiana Rossmery Castañeda, una religiosa de la congregación de las dominicas de la presentación que adelanta su misión en Panamá e hizo parte del grupo de mujeres presentes en la primera sesión de la asamblea del sínodo. “Cuando veíamos la primera parte, los rostros de una iglesia sinodal era imposible pasar de largo si no nos centrábamos en los pobres. La opción por los pobres es consecuencia del seguimiento de Jesús y no una motivación solo de corte filantrópico o de orden sociopolítico,” afirma la religiosa al explicar las razones por las que resulta pertinente pensar en los pobres como un lugar teológico.

Según recuerda en la primera sesión de la Asamblea, recordaron la figura de Benedicto XVI y sus enseñanzas en Aparecida. El entonces Papa decía que “la opción preferencial por los pobres esta implícita en la fe cristológica, esto es lo que implica ser una Iglesia pobre y para los pobres que no deben ser usados como objetos de caridad, sino como sujetos de un mundo que incluye a todos”. De hecho, advierte la religiosa, es “ahí donde se afirma que el grito de los pobres debe estar unido al grito de la tierra, particularmente ante la crisis climática que afecta especialmente a los más pobres, como lo hemos escuchado del Papa Francisco”.




Teología con la gente

Para la religiosa los pobres son el lugar teológico por excelencia, porque “constituyen la máxima y escandalosa presencia profética y apocalíptica del Dios cristiano. Un lugar privilegiado para la praxis y la reflexión cristiana. Esto lo palpamos cada vez que estamos en esta pastoral, sumergidos en estos lugares olvidados que hoy llamamos los márgenes, donde están ellos y hemos experimentado su compañía,” una situación constante a lo largo de su vida misionera. “Yo he tocado la presencia del Dios escondido en ellos… es el lugar de Dios, donde él se manifiesta porque así lo ha querido el Padre. Yo podría decir que es una presencia escondida y desconcertante que tiene características muy semejantes a lo que fue en su momento la presencia del hijo de Dios en la carne de Jesús de Nazaret”.

Esto conforme al concepto de la Hna. Rossmery Castañeda, nos permite entender que el lugar teológico es “esa forma de hacer una reflexión sobre la fe, hacer teología con la gente es lo que nos conduce a dónde están, porque son los pobres, los que acogen, multiplican y se dejan encender por el fuego del Evangelio”.

En ese sentido, la religiosa indica que, para superar cualquier equívoco o la presunción de cierta parcialización u olvido del otro, es preciso recordar que la reflexión teológica tiene dos espacios: el lugar y la fuente, “yo tomo como lugar donde se hace la vivencia, donde se hace la reflexión teológica, donde estamos avivando la fuerza misionera que queremos hoy en la Iglesia,” en este caso específico, junto a los pobres. Mientras que “tomamos como fuente, aquello que de una u otra manera mantiene los depósitos de la fe, desde luego, esta distinción no es estricta, no es excluyente, porque de algún modo el lugar es fuente y la fuente es un lugar”.

 

 

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Teoría y práctica

Así, la madre sinodal asegura que esto no quiere decir que estemos cayendo en un desconocimiento de los aportes que hace el ámbito académico. “Yo aprecio las facultades de teología, las valoro y ojalá viéramos más teología y se ampliaran los grupos de futuros teólogos. Pero se trata de formar un teólogo para que sea parte de una iglesia en salida, contagiarlo de esa palabra que lo enamoro a Él. Es pasar de una palabra intelectual a una palabra experiencial,” aclara.

El camino pastoral hecho por la dominica le permite asegurar que “los pobres acogen la semilla, la dejan germinar y en ellos nace la experiencia de la comunidad de comunidades, la vivencia solidaria, el aprender a ser asamblea, el conocerse como hermanos y dejar que los carismas broten. Esto nos lleva al camino sinodal, porque cuando brotan los carismas gracias a la fuerza del Espíritu, las pequeñas comunidades crecen y en consecuencia crece la iglesia”.

Reflexiones que nos llevan a pensar en como debería vivir su compromiso con los pobres una Iglesia auténticamente sinodal, frente al tema la consagrada explica que, desde el carisma de las dominicas, la misión es anunciar a Jesucristo sobre todo a los más pobres y desde la opción por los empobrecidos y excluidos de la sociedad.

 

Los pobres son el centro

“Hemos tomado conciencia de que esta opción no es algo tangencial, no es un accidente en la acción pastoral, es una realidad inherente a la fe cristiana, por tanto, una opción como consagrada. Este es el estilo de vida de la dominica, un imperativo para su existencia y el ejercicio de su misión. Vivo en la Iglesia, amo en la Iglesia, pero debo mostrar en ese contexto que los pobres son el centro”. Uno de los apartes del documento de síntesis propone que “cada uno sea sujeto de su propio crecimiento y no objeto de acciones asistenciales,” lo que plantea un reto para la Iglesia que debe favorecer ese proceso en un continente marcado por la desigualdad y a esperas de hallar en su misión una ayuda concreta que mejore su estilo de vida.

Al respecto, la religiosa enfatiza en que, si en la primera parte del sínodo se habló de los pobres como lugar teológico, ahora resulta más fácil comprender las palabras de Pablo sobre la Iglesia como cuerpo místico. “Cristo es la cabeza y los pobres no pueden ser un añadido, esto lo decíamos claramente en la asamblea, los pobres son sujetos y en este camino sinodal trabajamos sobre las nuevas estructuras y la participación de los carismas. Dones recibidos gracias a la fuerza del espíritu del bautismo, hemos descubierto que en ellos hay caridad, vida espiritual y mucho que aportar a la Iglesia.

Ojalá que vayamos encontrando a los pobres formado parte de la jerarquía y las estructuras que tiene la Iglesia, porque le darán novedad. Así que es hora de enfocar la pastoral entera con ellos, porque si alguien puede hablar de justicia y paz son ellos, de pastoral social son ellos, de una pastoral ecológica son ellos, además de ser excelentes líderes y sobre todo, capaces de formar comunidades verdaderamente sinodales”.


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