Este domingo 17 de marzo, más de un centenar de tumaqueños salieron a las calles para acompañar el acto del ‘Viacrucis por la vida y por la paz’ que desde hace 21 años ha venido liderando la diócesis de Tumaco, suroccidente de Colombia, pero que nació en el deseo de la misma comunidad a raíz de la violencia que ha golpeado de manera directa su territorio.
Al ser conscientes que el mundo se ve cada vez más afectado por la crisis climática y la degradación ambiental, así como el estar rodeados de un territorio de mucha agua y gran ecosistema, sus organizadores propusieron para este año el lema: «Justicia ambiental y espiritualidad para valorar la riqueza del mar».
El Viacrucis por la vida y por la paz es un evento que se desarrolla cada año en la perla del Pacífico como es conocido este municipio, ubicado al sureste de Colombia, como anticipo a la celebración de la Semana Santa.
Búsqueda de una justicia ambiental
El acto de apertura se hizo con una eucaristía presidida por el obispo, Orlando Olave Villanova, quien durante su homilía resonó en el corazón de los presentes, recordando la responsabilidad como seres humanos de custodiar y respetar la creación divina en todas sus formas. La justicia ambiental, entendida como la búsqueda de equidad en el acceso y la distribución de los recursos naturales, se convierte así en un imperativo moral y espiritual.
Su intervención permitió ofrecer una reflexión colectiva sobre los desafíos que enfrenta la sociedad, tanto en el ámbito espiritual como en el cuidado de nuestro entorno natural, por lo que dijo que “Esta es una oportunidad para que los residentes reflexionemos en cada estación sobre la realidad de la justicia ambiental y la corresponsabilidad que todos debemos tener frente al cuidado de la naturaleza”.
De acuerdo con monseñor Olave, realizar esta actividad en víspera de Semana Santa sirve también “para revisar nuestra propia opción de vida, nuestro caminar y ahí cómo aparece esa realidad del pecado, ese pecado que también nos cobija a todos nosotros pero que siempre hay una oportunidad para la conversión”. Aseveró.
Así también dijo que, es una ocasión para que los actores de la violencia se acojan a la conversión de corazón, buscando siempre reconciliarse y “entre todos se busquen caminos de paz”.
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Una expresión de amor con el más necesitado
Por su parte, uno de los jóvenes que participó activamente en el Viacrucis, valoro la actividad y señaló que fue un espacio para vivir una experiencia de amor y estar hombro a hombro con el hermano que sufre. Así también resaltó la importancia de crear conciencia sobre el cuidado de la casa común.
“Fue un momento que me permitió vivir la experiencia del resucitado en nuestros hermanos necesitados, donde alzamos nuestra voz a favor de la paz y de la vida, pero también en contra de la contaminación del mar, de los ríos y de todo lo que afecta el medio ambiente”, expresó.
Cabe recordar que, las meditaciones de este año fueron ofrecidas por hombres y mujeres de diversas parroquias de la diócesis, quienes dirigieron su reflexión en torno a la protección del medio ambiente, así como también a pedir por el fin de la violencia, en este territorio tan golpeado en el ámbito social.
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