La 115.ª Asamblea de los Obispos de Bolivia se celebró en un momento especialmente difícil para el país, caracterizado por desafíos sociales y económicos que afectan a toda la población.
La jornada de apertura se llevó a cabo en la capilla de la casa de retiros Cardenal Clemente Maurer, situada en la Arquidiócesis de Cochabamba, con una Eucaristía presidida por monseñor Fermín Sosa, Nuncio Apostólico en Bolivia.
En un espacio abierto a los medios de comunicación se escuchó el discurso inaugural de monseñor Aurelio Pesoa Ribera, OFM, obispo del Vicariato Apostólico del Beni y presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), junto con las palabras del Nuncio Apostólico en Bolivia, y los saludos del clero, la vida religiosa, los laicos y el Seminario Mayor “San José”.
Solo el Espíritu Santo es capaz de mover los corazones más duros
Durante la homilía, monseñor Sosa expresó gratitud al Señor por los logros del año 2024, dijo que la Asamblea es un espacio de reflexión, evaluación y rectificación. En la ocasión pidió al Espíritu Santo guiar la elección de la nueva directiva de la CEB, prevista para los próximos días de la Asamblea.
El Nuncio habló de la difícil situación social que vive Bolivia, remarcó la lucha cotidiana de los fieles por superar la incertidumbre y alentó pedir al Espíritu Santo iluminar a los líderes sociales para encontrar soluciones efectivas: “Como pastores, debemos pedir al Espíritu Santo que ilumine a los diferentes actores de la sociedad, dándoles la sabiduría y la valentía, para sacar adelante a la comunidad de esta realidad en la cual se encuentra sumergida”.
Tomando el Evangelio de Lucas ( 15, 1-10) dijo que “solo el Espíritu Santo es capaz de mover los corazones más duros y cambiar los destinos de los pueblos”. En esta realidad, invitó a los obispos a ser ejemplos de vida y agentes de esperanza.
Una Iglesia según el corazón de Jesús
Monseñor Aurelio Pesoa, presidente de la CEB, dio la bienvenida a los participantes de la Asamblea con un llamado a la solidaridad y al compromiso pastoral. El inicio de la Asamblea coincidió con la conmemoración de los 100 años de las diócesis de Oruro, Tarija y Potosí, motivo por el cual, el obispo felicitó a los obispos y fieles de dichas diócesis, reconociendo su trabajo misionero y compromiso cristiano.
La Asamblea se encuentra marcada por la reciente finalización del Sínodo de la Sinodalidad, que, según monseñor Pesoa, trajo nuevas esperanzas para construir una Iglesia más abierta y corresponsable: “Nos ha hecho revivir en la posibilidad de lograr una Iglesia, según el corazón de Cristo, más corresponsable, abierta a la acción del Espíritu Santo, en la que nos escuchemos unos a otros y caminemos juntos en la búsqueda de caminos de misión, para afrontar los grandes desafíos de este siglo”.
En su discurso, la autoridad eclesial agradeció al Santo Padre Francisco por la Carta Encíclica “Dilexit Nos” (Nos Amó), “en la que el Papa contribuye a la reflexión sobre la naturaleza humana y divina de Cristo y realiza un aporte fundamental a la tradicional antropología cristiana del alma y el cuerpo, poniendo el centro de la persona humana en el corazón”, explicó.
Y recordó que la Carta es también una invitación a renovar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús: “Nos llama a todos a mirar el corazón y preguntarnos por el buen o mal corazón que tenemos. En medio de las situaciones que estamos viviendo de guerras, aumento del autoritarismo en el mundo, corrupción, ausencia de ética en comportamientos de personas públicas, que nos interrogan, mirar al corazón, no solo a la racionalidad humana, como ha dicho el Santo Padre, es algo esencial”.
La crisis ética, es una crisis de corazón
“Las actitudes que estamos contemplando a nivel mundial, de deterioro de la convivencia humana, de la democracia y de aumento de la violencia, nos llevan a la conclusión de que una cosa es conocer lo que es ético y otra cosa es quererlo, o mejor aún, amar la honestidad, la justicia, la verdad y los demás valores morales”, señaló Mons. Pesoa, refiriéndose a la crisis ética que vive la humanidad.
Aseguró que se trata de una crisis de corazón, “no es de entendimiento, ni de inteligencia, sino de corazón. Hay buenos corazones, y también, malos corazones. El corazón bueno tiene buenas intenciones y ama el bien y el corazón malo, arraiga dentro de sí malas intenciones y desea el mal”.
La autoridad eclesial dijo que “faltan corazones solidarios”, y cuestionó: “¿Tienen corazón los que ven cómo arde la Amazonía, en la más absoluta pasividad, cuando son los que pueden y tienen obligación de hacer algo para evitarlo? Creo que interpreto el sentir de muchos bolivianos indignados ante lo que ha estado pasando en el país, cada año, con los incendios en la Chiquitanía, ante la más indignante pasividad”.
Hemos perdido el corazón de compasión y solidaridad
El obispo cuestionó una serie de situaciones que atraviesa el país, preguntándose si tienen corazón aquellos que, sin dolerse por el desastre ecológico, solo piensan en su interés económicos; los que se benefician del hundimiento económico, con prácticas corruptas; los jueces que dictan sentencias injustas y condenan a la cárcel a personas inocentes.
Asimismo, se preguntó si tienen corazón los que mantienen sus ideologías políticas y económicas, sabiendo que llevaban al país al desastre; los que no se compadecen de la situación en la que viven los más pobres del país; los que bloquean los caminos y ven el sufrimiento del pueblo sin sentir compasión.
“Hemos perdido el corazón, la compasión, la capacidad para la solidaridad, el sentir lo que sienten los más pobres, el sufrir con los que sufren, el sentir en carne propia la necesidad ajena. Estamos construyendo un país frío e insolidario en el que ya no se quiere vivir y fuerzan a nuestro pueblo a emigrar sin vislumbrar futuro alguno”, afirmó el monseñor Aurelio Pesoa.
La política y el bien común
Tras repasar las sobras, el presidente de la CEB planteó caminos de esperanza, citando al Papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti, dijo: “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad…, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común. En cambio, desgraciadamente, la política hoy con frecuencia suele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto”.
“No podemos construir un mundo mejor sin la actividad política”, dijo el obispo. Sin embargo, fue categórico al señalar que aquellos políticos que priorizan su propio poder, intereses y la imposición de ideologías sobre las necesidades del pueblo y el bien común, representan un obstáculo que debe ser superado.
“Creemos en el pueblo boliviano, en las organizaciones sociales que no se venden, en las instituciones de la sociedad, en la razón, en el saber, en los bolivianos preparados que piensan y aman y aportan soluciones reales a la crisis que estamos viviendo”, señaló. A su vez, sostuvo su confianza en los bolivianos que trabajan y en las personas de buena voluntad “que tienen corazón de verdad”. Lamentó que, a pesar de existir la bondad, exista también “una mala política que solo busca el poder, que impone su ideología, que no dialoga, que no tiene en cuenta el bien común”.
Un mensaje de fortaleza en tiempos difíciles
“Es la hora de participar todos en el proyecto de construir una Bolivia de progreso y desarrollo, desde la razón y desde el diálogo”, detalló el obispo Pesoa, a tiempo de llamar a las instituciones sociales y líderes a que “se arriesguen y despierten del letargo para, con el sacrificio de todos, lograr caminar hacia un futuro de esperanza”.
Monseñor Pesoa aprovechó la oportunidad para motivar a sus hermanos obispos a entrar en la Asamblea “con una actitud de escucha al Espíritu de Cristo y al pueblo al que servimos”. Reconoció las dificultades que enfrentan y deseó que “podamos ser signos de esperanza en medio de esta triste situación”.
Compartió que en esta Asamblea se elegirán a los nuevos servicios episcopales para el próximo trienio, en un contexto de “tiempos difíciles” para llevar adelante la misión encomendada: “pero Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza”, afirmó, citando 2Tim 1,7.
Hacia una Bolivia reconciliada
“Entremos en nuestra Asamblea fijos los ojos en el servicio que debemos prestar, porque Cristo nos ha llamado a hacerlo que el deseo de cumplir nuestra misión sea lo que inspire todas nuestras decisiones”, dijo y añadió: “El Dios de la paz y la justicia, nos ayude a caminar hacia una humanidad, una Bolivia y una Iglesia unida y reconciliada”.
El presidente de la CEB concluyó invocando la compañía de María, Madre: “Que María, Madre nuestra, acompañe nuestro servicio, y nos ayude a construir la paz, la justicia y la fraternidad que necesitamos”.
“¡No nos dejemos robar la esperanza!”
En el saludo, durante la inauguración de la Asamblea de obispos, monseñor Fermín Sosa, en su mensaje a los obispos, dijo que “la Iglesia y la sociedad enfrentan situaciones difíciles en el mundo actual. Sin embargo, como pastores debemos de estar siempre a la altura para poder guiar con amor, justicia y verdad al pueblo que Dios nos ha encomendado”.
Monseñor Sosa recordó las enseñanzas de la reciente Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, enfocándose en la llamada del Papa Francisco a ser una “Iglesia en camino”, citando al Santo Padre, recordó que no se debe permanecer inmóviles ante las dificultades, sino de caminar y proyectarse hacia el futuro con esperanza y decisión: “Vivir es siempre ponerse en movimiento, caminar, soñar, hacer proyectos”.
El Nuncio Apostólico finalizó su discurso animando a la comunidad eclesial a renovar su compromiso con la esperanza, especialmente en vistas del próximo Jubileo 2025 y del bicentenario de la independencia de Bolivia: “¡No nos dejemos robar la esperanza!”, recalcó, citando al Pontífice e instando a la oración, la celebración eucarística y la adoración al Santísimo como medios para fortalecer la fe y consolidar la misión evangelizadora de la Iglesia en Bolivia.
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