José San José Prisco es sacerdote operario diocesano y decano de la Facultad de derecho canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca (España). Es integrante de la Comisión teológica del Sínodo 2021-2024 en calidad de perito canonista.
Además forma parte del equipo de profesores del curso global “Hacia una Iglesia constitutivamente sinodal”, organizado por el Centro de formación Cebitepal del Celam, cuyo lanzamiento está previsto para este 2 de marzo de 2024. Allí abordará el tema “Consejos pastorales: renovación en clave sinodal”.
Autor de numerosos artículos científicos en revistas especializadas y en obras colectivas relacionados con el Derecho del pueblo de Dios. En su más reciente libro “Sinodalidad, perspectivas teológicas, canónicas y pastorales” (2022) fundamenta, modela y refuerza estas categorías para hacer un llamado a todo el pueblo de Dios a vivir una verdadera conversión.
Conversó con ADN Celam sobre el rol que cumplen los obispos en el actual proceso sinodal como promotores de este camino al que ha convocado el Papa Francisco, retomando los preceptos del Concilio Vaticano II.
Rol del obispo en la sinodalidad
El presbítero español considera que el rol de los obispos como pastores de la Iglesia local con respecto al camino sinodal “podría perfectamente ponerse en relación (aunque sea analógica) con el canon 835 §1 del Código de Derecho canónico que, en el ámbito de la liturgia, especifica la importante tarea que los obispos están llamados a desempeñar y que bien podría iluminar nuestro caso”.
Dice el canon – prosigue – que la función ejercida por el obispo es la de “promotor, moderador y custodio”. Es “promotor” en cuanto que ha de ser el primer responsable de llevar adelante el proceso sinodal, aplicando y haciendo aplicar las directrices que va dando el Papa Francisco.
También el obispo creará espacios en los que “se posibilite el encuentro, la escucha, la reflexión y el discernimiento, con la participación activa de todos los miembros del Pueblo de Dios”.
Sobre su rol de “moderador”, el prelado es el responsable de cuidar de que todos “procedan ordenadamente bajo su dirección, entendiendo la autoridad como un verdadero servicio y no como poder o imperio” y como “custodio” debe evitar que “se cometan abusos, que pueden venir tanto por exceso como por defecto”.
Superar el clericalismo
El clericalismo sigue afectando a la Iglesia, por eso, el superarlo “no va a ser tarea fácil ni rápida”. El cura español propone trabajar a varios niveles simultáneamente para poder erradicar este mal de raíz, “si queremos superar el clericalismo debemos tomarnos en serio la formación”.
Primero, concienciar a los pastores, quienes tienen en sus manos la formación de los propios fieles. Para empezar – atendiendo el informe de Síntesis – será clave “revisar la formación inicial que se viene dando en los seminarios, para que esté firmemente arraigada en la eclesiología conciliar del Pueblo de Dios y de la comunión, donde el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común de los fieles”.
Un segundo aspecto será procurar que en cada diócesis se den “los pasos necesarios para que las estructuras de sinodalidad que ya existen (como los consejos pastorales) sean realmente funcionales, a la vez que pueden irse creando otras estructuras nuevas”.
Por último, se debe formar la conciencia de responsabilidad propia referida a los laicos, que “no son meros auxiliares o ayudantes de los pastores, sino cooperadores en el sentido más propio de la palabra”, por lo que “deben asumir responsabilidades, siendo elementos activos, propositivos, no meramente pasivos, a la espera de lo que digan los pastores”.
Lenguaje en una Iglesia sinodal
Sobre las formas del lenguaje o tratamientos para referirse a obispos de monseñores, eminencias, reverencias, aseguró que estos títulos son utilizados para mostrar respeto y reconocimiento hacia una persona que ocupa una posición de autoridad, o importancia.
“No se da sólo en el ámbito de la Iglesia sino que son utilizados también en contextos académicos o gubernamentales. Es un formalismo del lenguaje que no tiene mayor importancia que la que le dé la persona que lo porta. No está mal que seamos educados y usemos el respeto cuando es necesario”, aclaró.
Recordó que en la Iglesia “tenemos y usamos también términos más familiares como el de ‘padre’, que pueden ayudar a comprender mejor la función que los sacerdotes están llamados a desempeñar”, en ese sentido propone inclinar la balanza por este lado “más que por el de los reconocimientos humanos”.
En la Síntesis se habla del papel insustituible del obispo para promover la circularidad entre los bautizados, ahora bien, ¿cómo se entiende este concepto cuando cada vocación tiene definido su papel en la vida de la Iglesia? Al respecto, el padre José apuntó que la circularidad “se refiere a la conexión y la interacción activa entre los diferentes miembros de la comunidad eclesial, promoviendo la comunión y la participación en la vida y la misión de la Iglesia, animándoles a contribuir con sus dones y carismas al bien de la comunidad”.
Por tanto, el obispo ha de trabajar para promover la comunión entre los bautizados, tanto dentro de la diócesis como en relación con la Iglesia universal. “Esto implica fomentar la unidad en la diversidad, respetando las diferentes vocaciones y carismas dentro del cuerpo de Cristo”, añadió.
La función del obispo “es insustituible en cuanto que tiene la responsabilidad principal de enseñar como maestro a la comunidad diocesana”. Esto implica ofrecer orientación espiritual, predicar la Palabra de Dios y enseñar la doctrina de la Iglesia, lo que “ayuda a los bautizados a crecer en su fe y comprensión de la misma”.
Pero lo es también en cuanto a la administración de los sacramentos (singularmente de la confirmación y del orden), que “son fundamentales para la vida y la misión de la Iglesia y por los que los bautizados se fortalecen en su vocación y quedan capacitados para participar activamente en la misión de la Iglesia”.
Elección de candidatos a obispos
Hay una preocupación latente (y válida) – en algunos sectores – sobre la propuesta en la primera fase del Sínodo 2021-2024 de una nueva forma de elección de obispos que equilibre el binomio nunciatura y Episcopado más la participación del pueblo de Dios “sin ningún tipo de presiones externas”.
Sobre esta propuesta, el padre José comentó que “el tema del cambio en el modo de elección de los obispos no es nuevo·. Ya en la vigésima sesión de trabajo del popularmente llamado C9 – el grupo de nueve cardenales que asesora permanentemente al Papa Francisco –, se trató.
El Sacerdote se refiere a la reunión del 12 al 14 de junio de 2017, cuando el portavoz papal Greg Burke, ante periodistas acreditados en la Santa Sede, habló sobre “la importancia de una consulta más amplia, constituida también por miembros de la vida consagrada y por laicos, para los candidatos propuestos para la designación de Obispos”.
Desde entonces “poco o nada se ha hecho a nivel institucional, salvo algunas propuestas particulares de especialistas que han intentado caminos de solución”. Por consiguiente, cree que será un tema “muy presente en la segunda sesión del Sínodo” en octubre de 2024 y que “puede cambiar mucho el modo de determinar la idoneidad de los candidatos cuando entra en juego el criterio de un mayor número y diversidad de fieles”.
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