En el lanzamiento de la campaña “La vida pende de un hilo” –este 10 de diciembre, desde Honduras–, se presentó la historia de Juan Antonio López, “un hombre de principios y valores muy comprometido con la defensa de los bienes comunes, de la naturaleza, y del pueblo de Tocoa”, tal como lo describe Nelly del Cid, de la Fundación San Alonzo Rodríguez.
“Juan López era un hombre de fe, un hombre comprometido con la Iglesia Católica local, nacional e internacional”, recuerda Limbor Velásquez, miembro del Comité de Bienes Comunes de Tocoa. La historia de Juan López es un llamado a reconstruir el tejido social y también a la conciencia, pues los defensores de derechos humanos y del medio ambiente no pueden ser dejados solos en su lucha; visibilizar estos procesos es una responsabilidad colectiva, cada uno de nosotros está llamado a aportar desde su espacio, ese era el sueño de Juan.
“Luchaba por la vida”
Lo mataron antes de que siquiera hubiese llegado al medio siglo de vida, a sus 46 años; le dispararon luego de que él saliera de la parroquia de San Isidro Labrador, ubicada en el municipio de Tocoa, donde era concejal. “Nos tocaba compartir muchos momentos, porque también era el responsable Diocesano de la Pastoral Social y al mismo tiempo participaba en la Comisión Nacional de Ecología Integral, ahí fui conociendo a Juan López y me parece que era alguien extraordinario que había unido dos cosas, la fe y la vida”, cuenta monseñor Jenry Ruiz Mora, obispo de Trujillo, Honduras.
Los asesinos no solo le quitaron la vida, sino que privaron a dos niñas de crecer con su padre: “Para mí Juan era un esposo ejemplar, un padre de familia muy amoroso con sus dos hijas, principalmente un hombre dedicado a las cosas de Dios”, lo recuerda su esposa, Telma Peña Oliva. “Aquí en la casa, pues casi no pasaba, se pasaba con el pueblo”, cuenta, pero sin tono de recriminación, sino más bien con orgullo.
“Más que todo a Juan lo asesinan por la lucha que él andaba por defender un territorio, defender la vida. Siempre él decía ‘lo hago para que mis hijas se sientan orgullosas de mí, el día de mañana que no vayan a decir fue un papá que no se preocupó por nosotros ni por las demás personas’, siempre luchaba por la vida”, recuerda la señora Telma.
“Yo nací para luchar por la vida”
“Cuando uno se mete en este país a defender los bienes comunes, los bienes naturales, los bienes públicos, lógicamente entra en choque con los grandes intereses y, por tanto, en la gran inseguridad. Si uno sale de su casa, uno siempre tiene en mente que no sabe que le puede pasar y si puede volver a su casa y volver a ver la familia”, afirmaba Juan López. Sus palabras reflejan la realidad de los defensores de derechos humanos y ambientales en América Latina. Para Juan, esta lucha no era opcional, sino una misión que asumió con fe y valentía: “Yo nací para amar la vida, nací para querer la vida, y para luchar por la vida”.
Dalila Santiago, del Comité de Bienes Comunes, recuerda cómo Juan denunció siempre las injusticias: “Lo asesinan por la defensa de nuestra casa común, Juan luchó incansable, siempre alzó la voz para denunciar todas las injusticias que el pueblo estaba sufriendo, las comunidades están sufriendo a causa del extractivismo minero que se impone en contra de la voluntad del pueblo”.
Además, en estas luchas, Juan nunca se manifestó con ningún tipo de violencia: “Todo lo contrario, estas denuncias las hacía siempre en la unidad en la reflexión, porque a todos nos afecta que se destruya el medio en el que vivimos, incluyendo los ríos que son fuente de vida”, asegura Roxana Romero, también del Comité de Bienes Comunes y Públicos de Tocoa.
Estas declaraciones demuestran el arraigo que tenía Juan en su pueblo, en su comunidad, la huella que supo dejar y que ahora marca el camino a seguir.
“No debemos de cansarnos en la exigencia de justicia”
Juan López gozaba de medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) desde 2023, dado que recibía amenazas desde hacía tres años, pues su labor incomodaba a distintos intereses. Monseñor Ruiz señala: “Es que una persona cuando cuestiona, cuando denuncia, cuando se compromete con el bienestar de un pueblo, se vuelve un estorbo, se vuelve una piedra en el zapato para los que tienen poder político, para los que tienen poder económico, y que lo ejercen de manera incorrecta, aplastando los derechos de las comunidades”.
El Estado hondureño no atendió debidamente las recomendaciones de la CIDH y las amenazas contra López se concretaron el sábado 14 de septiembre de 2024, dos días después de haber pedido la renuncia del alcalde de Tocoa, Adán Fúnez, por sus supuestos vínculos con el narcotráfico: “Pues se ha pedido justicia, pero no se ha visto una respuesta, la verdad necesitamos una respuesta, porque pues siempre nos quedamos, y luchamos, y no vemos nunca una respuesta. El pueblo lo miran como si nada; uno lucha por ver que se cumplan algunas cosas, pero no se cumplen, nos miran a nosotros como si nada”, lamenta María Romero, del Comité de Bienes Comunes y Públicos de Tocoa.
“En este país reina la impunidad y provoca que haya una sensación de impotencia, que es realmente lo que quieren hacer sentir al pueblo, la impotencia; por eso, no debemos de cansarnos en la exigencia de justicia; hay que tener paciencia, sí, pero seguir en esa lucha de búsqueda por la justicia”, dice con convicción Nelly del Cid, que, como ella, muchas organizaciones y defensores se declararon en luto, pero también reivindican su espíritu de lucha.
Continuar el trabajo que Juan soñó
La muerte de Juan López no solo dejó un vacío en las comunidades que acompañaba en su lucha, sino tareas que se deben continuar realizando en favor de la vida. Santos Ramírez expresa el desafío que ahora enfrentan los que trabajaron a su lado: “Ahora nos queda, como a tantas personas que anduvimos con él, lo que él hacía. Bueno, ahora nos corresponde repartirnos esas tareas entre todos y todas los que acompañamos a Juan”.
Ramírez también manifiesta el compromiso que queda para rendir honor a Juan: “De cualquier espacio donde estemos, de cualquier lugar, vamos a ir haciendo ese trabajo. Así como Juan soñó, y eso era lo que él pensaba, que todos caminaríamos juntos”.
El caso de López pone en evidencia la crisis de derechos humanos en la región. Según estadísticas, más de 200 defensores de derechos y medio ambiente fueron asesinados en América Latina y el Caribe en 2023, y la cifra sigue en aumento en 2024.
“Tejiendo futuros, protegiendo vidas”
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