Hay un dicho en Italia según el cual “con la Epifanía se acaban las fiestas” (l’ Epifania tutte le feste porta via). Y en efecto, en el calendario litúrgico católico, la Solemnidad de la Epifanía del Señor –es decir, de la ‘manifestación del Señor’– marca el final del tiempo de Navidad.
También se conoce popularmente como la fiesta de los ‘reyes magos’ y en algunos lugares es en este día –y no el 24 de diciembre– cuando se intercambian regalos, como lo hicieran estos peregrinos extranjeros que llegaron hasta una pesebrera para ofrecer sus dádivas al niño rey.
¿Eran reyes?, ¿eran magos?, ¿cuántos eran? El evangelio según san Mateo es el único que registra el episodio. No dice que eran reyes, pero sí se refiere a “unos magos que venían de Oriente” (Mt 12,1), sin precisar cuántos fueron. Algunas tradiciones dicen que fueron dos, tres, cuatro, ocho y hasta doce sabios. Incluso, en 1985 Michael Ray Rhodes llevó a la pantalla grande El cuarto rey mago (The four wise man).
Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar provienen de un manuscrito itálico del siglo IX. Sobre su procedencia, se ha creído que eran persas, babilónicos, árabes, pero también hay quienes postulan que eran esenios de Qumrán, una comunidad que aguardaba en el desierto la llegada del Mesías.
Por otra parte, en la época en que se escribe el texto de Mateo –entre los años 70 y 80 d.C.– la referencia a unos ‘magos’ tenía diversas acepciones: personas dadas a la magia, propagandistas religiosos, sacerdotes persas, charlatanes, pero, sobre todo, astrólogos babilonios que también practicaban la adivinación, la medicina y la interpretación de los sueños. En cuanto al título de ‘reyes’, algunos biblistas consideran que posiblemente se trate de una referencia ulterior al versículo 11 del salmo 72: “… todos los reyes se postrarán ante él”.
Una estrella, una esperanza
En el relato sobresale también un elemento muy significativo. Una señal guía a los magos en su búsqueda: una estrella. “Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría” (Mt 2,10). Según las creencias orientales, cuando nacía un gran personaje –un rey, por ejemplo– se registraba en el firmamento la aparición de una nueva estrella. De ahí la inquietud del rey Herodes por averiguar dónde nacería el Mesías esperado.
La estrella, en un sentido figurado, representa la esperanza que jalona las búsquedas de sentido del creyente, bajo la luz de la fe. “Los Magos buscan a Dios y encuentran un Niño en carne y hueso. Esto es importante: encontrar a Dios en carne y hueso, en los rostros con los que nos cruzamos cada día, especialmente los de los más pobres. Los Magos, en efecto, nos enseñan que el encuentro con Dios nos abre a una esperanza más grande, que nos hace cambiar estilo de vida y nos hace transformar el mundo”, ha dicho el Papa Francisco en su homilía de hoy, en la Basílica de San Pedro, al referirse a la ‘manifestación del Señor’.
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Foto: Obras Misioneras Pontificias.
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