La trata de personas es una realidad presente en todo el mundo, pero en la Amazonía tiene «características propias, consecuencia de las muchas vulnerabilidades de las personas, especialmente de los niños, los adolescentes y las mujeres«, según la Hna. Rose Bertoldo. Hablamos de «un territorio más difícil de fiscalizar, con mayores dificultades para que llegue el servicio público. Muchas cosas en la Amazonía son aún más invisibles», dice Mons. Evaristo Spengler.
Dificultades de fiscalización y denuncia
El presidente de la Comisión Episcopal Especial de Lucha contra la Trata de Seres Humanos (CEPEETH) de la Conferencia Nacional de Obispos Brasileños (CNBB), pone el ejemplo del trabajo esclavo en Brasil. Las estadísticas son más altas en los Estados donde la fiscalización es más eficaz, mientras que «en la Amazonía, tenemos regiones de ganadería, minería, plantaciones extensivas, donde el trabajo esclavo está muy presente, pero todavía de forma invisible, con dificultades de fiscalización y denuncia«.
En relación con la trata de personas en la Amazonía, el obispo electo de la diócesis de Roraima subraya que la Amazonía es «un lugar para esto, porque por un lado tenemos la vulnerabilidad de las personas que son muy pobres, que viven en las regiones del interior, pero que hacen frontera con otros países», rutas frecuentes para la trata de personas hacia Europa u otras regiones. También informa sobre la realidad de la migración, de las personas que han entrado en Brasil en los últimos años procedentes de Venezuela.
Mons. Evaristo Spengler mencionó la reciente visita de la Comisión que preside al Ministerio de Derechos Humanos, donde «presentamos este cuadro de Brasil, pero también el de la Amazonía como un cuadro que merece una mirada más atenta, tanto para la fiscalización como para la represión de la trata allí donde existe».
Un crimen combatido por la Iglesia de la Amazonía
La Hna. Rose, con amplia experiencia en el trabajo contra la trata de personas, especialmente a través de la Red un Grito por la Vida, denuncia una situación que viene de lejos, pero que ha aumentado en los últimos tiempos, como es la realidad de la minería ilegal, muy presente en la Amazonía, especialmente para la explotación sexual de niñas, adolescentes y mujeres.
Es un crimen que está siendo combatido por la Iglesia en la Amazonía. El Regional Norte1 de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, donde la religiosa es secretaria ejecutiva, asume como prioridad el combate a la explotación sexual de niños y adolescentes y a la trata de personas, y «a partir de esta prioridad ha reforzado la presencia de los núcleos de la Red del Grito por la Vida en Amazonía».
Reforzar el trabajo de prevención
La Hna. Rose Bertoldo destaca también el trabajo de la Comisión Episcopal Especial para la Lucha contra la Trata de Personas, de la que es miembro, que «ha contribuido al trabajo de diversas instituciones que trabajan en la lucha contra la trata de personas, en una mayor atención a la realidad de la trata de personas en los espacios eclesiales y en cómo reforzar el trabajo de prevención de los abusos y de la explotación sexual, y especialmente de la trata de personas, comenzando por los espacios eclesiales, que hasta entonces tenían grandes dificultades para abordar este tema».
La religiosa del Inmaculado Corazón de María considera importante que esta realidad sea conocida por la sociedad y por quienes forman parte de la Iglesia. «Sólo podemos afrontar, sólo podemos trabajar a partir de lo que conocemos«, lo que ha llevado a la Red un Grito por la Vida y a la Iglesia de la Amazonía a «dar visibilidad, a sensibilizar a los líderes que trabajan en las diversas pastorales y organismos de la Iglesia». La religiosa destaca la «mayor implicación a partir de esta concienciación, de este trabajo que se está llevando a cabo», lo que hace que «la gente vaya asumiendo poco a poco el compromiso de hacer frente a este delito que se da de las formas más diversas».
Brasil, un país con mentalidad esclavista
Mons. Evaristo recuerda que «el Papa Francisco ha instituido el día de hoy, 8 de febrero, como jornada de oración por las víctimas y también por el fin de la trata de seres humanos». Teniendo esto en cuenta, el obispo afirma que «el primer paso es que seamos conscientes de que este delito ante la ley, este pecado ante Dios persiste y es grave, mueve millones de dólares en todo el mundo y también en Brasil». En Brasil, la esclavitud existió hasta finales del siglo XIX, «pero la mentalidad aún persiste, mucha gente no se da cuenta de cómo se trafica con las personas y la persona no identifica que en ese momento está siendo traficada», lo que exige concienciación.
Junto con esto, el Obispo electo de la Diócesis de Roraima pide «una mirada más sensible a esta realidad, y el compromiso, ya sea en las comisiones que existen en los municipios, en los estados, y también la incidencia política para que el Estado asuma su papel frente a la trata de personas con fines de explotación sexual, con fines de trabajo forzado o trabajo esclavo, o para el tráfico de órganos que también existe hoy en día».
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En la Iglesia del Regional Norte1 de la CNBB, el 8 de febrero fue un «momento de oración en los espacios más diversos, en las iglesias locales, en las 9 diócesis y prelaturas«. También los obispos reunidos en Tefé recordaron el tema de la trata de seres humanos en la celebración de la Eucaristía y los medios de comunicación de la Iglesia trataron este tema. Igualmente, la guía de oración preparada por la Comisión Episcopal Especial para la Lucha contra la Trata de Seres Humanos, o la participación del directo organizado por la Red Talitha Kum con la participación de todos los continentes.
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