Las implicaciones que puede generar el uso y normalización de un lenguaje ambiguo que diluye las responsabilidades de las autoridades ante grupos poblacionales en condición de vulnerabilidad, es uno de los aspectos que analiza Monseñor Jorge Eduardo Lozano en su reflexión semanal.
Tomando como punto de partida la reciente celebración del día del niño en Argentina, el secretario general del Celam recuerda que «el lenguaje que utilizamos no es inocuo. Expresa el modo en el cual entendemos la realidad, la describimos, la aceptamos o rechazamos«. Pero; ¿ Cómo se relacionan estos dos temas?
Una celebración con historia
El prelado hace un recorrido histórico que nos permite conocer de donde se deriva la celebración que desde 1958 fue instituida por la Cámara Argentina de la Industria del Juguete y que en aquel entonces logró que el primer domingo de agosto se dedicara especialmente para celebrar la vida de las niñas y niños.
De acuerdo con la explicación de Monseñor Lozano, la celebración ha presentado ciertos cambios. En 2003 por ejemplo, pasó a ser el segundo domingo del mes pensando en que muchos de los trabajadores no habían recibido el pago por su labor. Diez años después, se postergó para el tercero, en ese momento los motivos fueron de carácter político, porque la festividad coincidía con las elecciones primarias conocidas también como PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias).
Pero de acuerdo con el arzobispo de San de Cuyo en 2020 la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia de la Nación, optó por un cambio en el nombre de la celebración. Pasó de ser el Día del Niño al día de las infancias, que claro según el prelado en ese momento era un ejemplo de la preocupación que existía por todo el conjunto de las personas menores de 18 años.
Lenguaje ambiguo
Lo preocupante es que ahora se trata de una campaña explícita para diluir los sujetos concretos, es decir, los niños y las niñas para ir en busca de un sujeto colectivo y anónimo que a la final poco compromete. «Un lenguaje designa los sujetos concretos, el otro es una abstracción,» asegura.
Para dar un ejemplo Monseñor Lozano indica que no es lo mismo hablar de un “60% de niñas y niños que están bajo la línea de pobreza» que señalar ese mismo porcentaje referido hacia “las infancias”. Esta misma situación se puede producir cuando se habla de los ancianos o abuelos que no es lo mismo que decir ancianidad o indígenas que indigenidad.
Situación que el obispo argentino explica al señalar que problemáticas como la desnutrición, el hambre y el hacinamiento son padecidas por niñas y niños, es decir, sujetos concretos. Y la pregunta que surge entonces es si dramas como la violencia doméstica y los abusos, son padecidos por niños y niñas o por la infancia. Igualmente invita a reflexionar sobre situaciones como el atraso escolar o la desescolarización ¿A que sujeto colectivo concreto se le puede atribuir? cuestiona el prelado.
Precisamente sobre esos dolores que afectan directamente a la niñez Monseñor Lozano recuerda las dramáticas historias de las familias en las caravanas de migrantes que atraviesan las fronteras de los países en Centroamérica. «Es indignante palpar los abusos que padecen, los secuestros, la trata de niñas, niños y adolescentes; no hay otro modo genérico de describir esas situaciones. Niñas madres (de 13 o 14 años) cargando en brazos o en la espalda a sus hijos pequeños,» afirma.
Sin desconocer que la humanidad pasa por un cambio cultural, el prelado advierte que el lenguaje no solo busca expresarlo, además de generarlo e incluso obligarlo. «No nos prestemos a ingenuidades» advierte al tiempo que destaca el trabajo de dos instituciones que se ocupan de lo concreto.
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Trabajo concreto
“Save the children” (Salvar a los niños) que con más de 100 años de trabajo se propone salvar de la muerte a niñas, niños y adolescentes del flagelo del hambre y la enfermedad en el mundo o “Missing Children” (Niños Desaparecidos) es otra organización que se compromete en la búsqueda de niñas y niños desaparecidos.
Refiriéndose al caso argentino, Monseñor Lozano lamenta la gran cifra de niños perdidos el bajo de denuncias hechas. Para superar esta situación las autoridades motivan con la frase “Gracias por prestarnos tus ojos”. El objetivo es que la comunidad que no mire con indiferencia. De acuerdo con los datos de la Policía cerca de 3.000 niñas y niños desaparecen por año. «¿Se los tragó la tierra?» cuestiona el prelado.
Así, la única invitación en esta festividad para muchos y drama para otros tantos es cuidar los niños, niñas y adolescentes de toda injusticia y exclusión. «No los escondamos detrás de las palabras ni de las ideologías,» concluye.
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