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“La Vida Religiosa en las periferias será siempre signo de esperanza”, Hna. Liliana Franco tras la partida del Papa Francisco - ADN Celam

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“La Vida Religiosa en las periferias será siempre signo de esperanza”, Hna. Liliana Franco tras la partida del Papa Francisco

En medio del sentimiento compartido por la “Pascua anticipada” del Papa Francisco, que abre un nuevo horizonte de transición para la Iglesia, la Hna. Liliana Franco Echeverri, odn, presidenta de la CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos y Religiosas), ofreció unas palabras a manera de brújula para este tiempo, una invitación a caminar con esperanza, discernimiento y compromiso evangélico.

Sentir con la Iglesia

En una entrevista con el Observatorio Latinoamericano de la Sinodalidad, la Hna. Franco comparte una primera reacción ante la partida del Papa, que es la gratitud. En su testimonio, reconoce la huella que Francisco dejó en su vida y en la de tantos consagrados y consagradas:
“Estos días han sido una posibilidad de orar agradeciendo la vida del Papa Francisco. A mí personalmente me marcó la vida, su magisterio me condujo a ‘sentir con la Iglesia’ de una manera nueva”.

Más allá de los gestos o del lenguaje pastoral del Papa, lo que la hermana Liliana rescata con fuerza es su insistencia en volver a lo esencial: “Me devolvió la certeza de lo fundamental: poner la mirada en Jesús para aprender su modo y desear un corazón semejante al suyo”.

Desde su mirada enraizada en la vida religiosa y en el compromiso latinoamericano, la Hna. Liliana reconoce que el legado del Papa Francisco va más allá de lo institucional. Es un legado “fecundo” que moviliza a vivir el Evangelio con alegría y radicalidad.

Herencia del Papa Francisco a la Vida Religiosa

“Nos hereda la pasión por la alegría del Evangelio, la experiencia vital de que la Buena Noticia produce gozo y humaniza”, expresa la religiosa. El Papa, afirma, nos ayudó a reenfocar la mirada hacia Jesús, “y desde Él, a un compromiso real con la construcción del Reino y el desarrollo humano integral”.

Recuerda que su enseñanza interpela estructuras caducas y llama a una conversión pastoral y social: “Su legado nos interpela en nuestras inercias, nos desacomoda y nos plantea necesarias preguntas en torno a la ecología integral, la amistad social, el compromiso con los más empobrecidos de la historia, la paz, el urgente profetismo social”.

Centinelas del Espíritu

La Hna. Liliana describe a la Vida Religiosa como “centinelas vigilantes de las llamadas del Espíritu”. Esta expresión recoge la identidad y misión urgente ante los cambios que vive la Iglesia.

El Papa, recuerda, comprendía la vocación consagrada: “Sabía bien que nuestra vocación se configura en el trinomio mística, misión y profecía. Por eso nos invitó siempre a la profundidad del encuentro con Jesús, a poner el corazón en Él, a no fragmentarnos en superficialidad y consumismo”.

Además, insistió en la necesidad de vivir en estado de misión, con una actitud dialogante y valiente: “Nos propuso la osadía de situarnos siempre en el lugar de la escucha… apostar por nuevas relacionalidades… desarrollar la mística del nosotros”.

La sinodalidad como identidad de la Iglesia

Ante la pregunta sobre el futuro del proceso sinodal iniciado por Francisco, la respuesta de la Hna. Liliana es que “el protagonista del proceso sinodal es el Espíritu”.

Para ella, este camino no tiene vuelta atrás porque la sinodalidad es la forma de ser Iglesia que Dios espera en el tercer milenio. Cita a la Comisión Teológica Pontificia para respaldar esta convicción y reitera que el cambio de paradigma —de una Iglesia clerical a una más sinodal— es obra del Espíritu.

“Este paso exigirá escucha y conversión, situarnos en plural y desarrollar la mística del nosotros. No podemos perder la memoria. Hay una pasión avivada que no podemos acallar”, afirma.

No al miedo: el legado sigue vivo

En este tiempo de transición, la Vida Religiosa está llamada a explicitar el Evangelio con su vida, más allá de los discursos o declaraciones: “Trascender los textos y vivir la vida en clave de actitudes y opciones que den cuenta de nuestra adhesión a Jesús y a su proyecto: El Reino”, señala la Hna. Liliana.

Entre los desafíos que identifica, menciona la necesidad de generar dinámicas relacionales donde las diferencias convivan y se complementen, así como superar prejuicios históricos o culturales, abrirse a lo universal y vivir con esperanza: “Discerniendo el querer de Dios, atentos a Jesús y haciendo lo que Él dice”.

A quienes hoy sienten miedo o incertidumbre por la continuidad del proceso sinodal sin el Papa Francisco, la Hna. Liliana les recuerda que la historia no se detiene: “Yo creo en la comunión de los santos… siento fuerte y vivo el espíritu y el legado del Papa Francisco”, dice. Y agrega, con tono pastoral y esperanzador: “No es momento para pesimismos y mucho menos para cábalas teñidas de fatalidad. Nos debe llevar a seguir empeñados en consolidar una Iglesia que fiel al legado de Jesús… se renueva para vivir en autenticidad”.

La vida religiosa en estado de esperanza

De cara a la próxima Asamblea Electiva de la CLAR, la Hna. Liliana señala que será un tiempo para discernir el nuevo Horizonte Inspirador de la Vida Religiosa del Continente, un ícono bíblico que iluminará el caminar de los consagrados en este tiempo histórico.

La vida religiosa, asegura, está llamada hoy más que nunca a leer los signos de los tiempos desde una mirada creyente, crítica y esperanzada, y a comprometerse con las periferias, en misión profética.

Retoma las palabras del Papa en el Documento Final del Sínodo: “La Vida Consagrada está llamada a interpelar a la Iglesia y a la sociedad con su voz profética”, y añade que muchas comunidades religiosas hoy son laboratorios de interculturalidad y esperanza.

Una herencia tejida con rostros

Al hablar del testamento espiritual de Francisco para las religiosas y religiosos, la presidenta de la CLAR afirma que el Papa propuso renovar el compromiso y hacer posible algo nuevo, vital, distinto: “Nos animó a romper con tradiciones y esquemas anquilosados… unirnos para que, con la mirada puesta en Jesús, pudiéramos empeñarnos en romper la noche”.

Recuerda que la historia de la vida religiosa está tejida con rostros, sudor, sangre y fidelidad: “La Vida Religiosa frágil, en las periferias, en las fronteras, en los contextos en los que se hace más árido el anuncio, será siempre signo de esperanza…Será profética y por lo tanto buena noticia para los excluidos de la historia”.

Y concluye con una frase que es al mismo tiempo un llamado y una certeza: “Estamos en estado de esperanza, porque nos habita el Dios de los pequeños, de los humildes… el Dios que le da a toda forma de vida, aires de fecundidad, de Resurrección”.

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