La elección del estadounidense Robert Francis Prevost como obispo de Roma el pasado 8 de mayo, quien asumió el nombre de León XIV, confirmó que en los procesos de discernimiento —incluyendo el reciente cónclave— “el protagonista es el Espíritu Santo” y, por tanto, “no nos sirve tener una mirada inmanente, hecha de estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas”, como en su momento advirtió el Papa Francisco.
En sus itinerarios de liderazgo pastoral y espiritual a lo largo de sus 69 años de vida —22 de ellos como misionero y pastor en Perú—, se vislumbra un pontificado signado por el diálogo, la misión y la unidad ad intra y ad extra de la Iglesia, en continuidad con las grandes preocupaciones sociales y eclesiales de Francisco a quien, dicho sea de paso, ha evocado en sus primeras intervenciones públicas.
Continuidad con matiz personal
“León XIV dará continuidad al proyecto de Francisco, de una Iglesia misionera comprometida con las periferias, solo que lo hará con impronta propia”, ha dicho el cardenal brasileño Leonardo Steiner, arzobispo de Manaos, subrayando que “¡será un gran constructor de puentes!”, que es lo que significa ‘sumo pontífice’. “Hay un tren en marcha y León XIV se sube para aportar a este camino con un matiz personal”, ha señalado el cardenal español Juan José Omella, arzobispo de Barcelona.
De su estrecha cercanía y comunión con las opciones programáticas de Bergolio —con quien se reunía semanalmente—, da cuenta su discurso al Colegio Cardenalicio en la mañana del 10 de mayo, cuando manifestó su deseo vehemente de sostener las apuestas de su predecesor en torno a Evangelii gaudium: “el regreso al primado de Cristo en el anuncio; la conversión misionera de toda la comunidad cristiana; el crecimiento en la colegialidad y en sinodalidad; la atención al sensus fidei, especialmente en sus formas más propias e inclusivas, como la piedad popular; el cuidado amoroso de los débiles y descartados; el diálogo valiente y confiado con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades”.
Para la teóloga argentina Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina que presidía Prevost desde 2023, “Francisco reposicionó a la Iglesia en las periferias; León XIV la reposicionará en el centro del poder mundial para hacer realidad el diálogo social como única garantía de la paz verdadera”.
Esta voluntad la ha expresado en su primer saludo, tras su elección, al manifestar su deseo de caminar “como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros”.
También, en su discurso del 12 de mayo a los representantes de los medios de comunicación, abogó por “una comunicación para la paz”, pues “Una comunicación desarmada y desarmante nos permite compartir una mirada distinta sobre el mundo y actuar de modo coherente con nuestra dignidad humana”.
Mirada global y sensibilidad local
La experiencia que adquirió durante más de una década como prior general de la Orden de San Agustín, al abordar problemas globales sin perder la sensibilidad por las realidades locales, lo dotan de una particular sabiduría y agudeza para encarar los dramas que agobian a los creyentes, lo mismo que a las sociedades contemporáneas, marcadas por las guerras, las injusticias y las inequidades.
“Es una persona sencilla, cercana, amable y prudente, que tiene el don de la escucha; es pausado, tranquilo, y transmite paz, aunque también sabe llamar la atención cuando es necesario y lo expresa con claridad y caridad”, comenta el secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), Mons. Lizardo Estrada, agustino y obispo auxiliar de Cusco (Perú), quien además fue discípulo de Prevost en el seminario y lo conoce desde hace más de dos décadas.
Sus largos años de misionero y de pastor en Perú no solo le merecieron la nacionalidad desde 2015, sino que, según Mons. Lizardo, “el Papa León XIV conoce nuestros flagelos y necesidades: la migración, la corrupción, la trata, la realidad de la selva y, en general, conoce los problemas de América Latina, donde ha evidenciado el olvido de los políticos frente a las periferias, la Amazonía, la zona andina, los pueblos originarios, campesinos y afros, entre otros”.
En ello coincide el periodista italiano Bruno Desidera, de la agencia SIR, al reconocer que “el nuevo papa también es ‘un pastor con olor de oveja’, y sus ovejas fueron el pueblo fiel y sencillo de Chiclayo, en Perú”. Con toda seguridad, continúa Desidera, “pondrá como prioridad la comunión y la unidad de la Iglesia, será un reformador sin excesos, dispuesto a abordar muchas cuestiones abiertas durante el pontificado de Francisco”.
Entre las razones que lo llevaron a tomar el nombre de León XIV, ha confesado a sus hermanos cardenales que “la principal es porque el papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial, y hoy la Iglesia ofrece a todos su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo”. Queda claro que al nuevo papa le interesan las periferias emergentes.
Corazón misionero
El cardenal Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá subrayó que “con Evangelii gaudium el Papa Francisco nos puso en camino misionero hacia las periferias, y ahora el Papa León XIV nos ha dicho que todos los que tenemos responsabilidades en la Iglesia debemos empequeñecernos para que aparezca Cristo y no aparezcamos tanto nosotros”. Aflora, así, el corazón misionero y sencillo del papa.
En efecto, el nuevo obispo de Roma ya ha señalado que “el papa, desde san Pedro hasta mí, su indigno sucesor, es un humilde siervo de Dios y de los hermanos, y nada más que esto”. Y llama mucho la atención su deseo de escuchar los consejos, las sugerencias y las propuestas concretas de los cardenales, a quienes considera “sus estrechos colaboradores”.
Construir la unidad hace parte del carisma de los agustinos —y nos hará bien leer a san Agustín para comprender la espiritualidad y la visión de León XIV—. “La unidad de la Iglesia no significa uniformidad, sino una firme y profunda comunión en la diversidad, siempre que se mantenga en plena fidelidad al Evangelio”, había dicho el cardenal Giovanni Battista Re en la eucaristía Pro eligendo Romano Pontifice con la que inició el cónclave.
Para Prevost, “la polarización es un verdadero desafío”, como él mismo afirmó en una entrevista que concedió a Vatican News a finales de octubre de 2024, manifestando su deseo de “invitar a todos a la mesa, a una mesa de diálogo”, porque “podemos dar ese testimonio de promover la paz, el diálogo, en medio de un mundo en conflictos y polarización” que necesita abrirse a la posibilidad de escuchar al otro.
Su origen norteamericano, su experiencia misionera latinoamericana y su trayectoria global lo proyectan como un Papa que incidirá con sapiencia en el diálogo social, la paz y la construcción de puentes ante las murallas de la indiferencia y la exclusión, asumiendo en plenitud la misión pastoral de la Iglesia en el mundo de hoy
Su lema episcopal “ In Illo uno unum ”, se inspiran en las palabras de san Agustín para explicar que “aunque los cristianos somos muchos, en el único Cristo somos uno”. Por lo demás, se ha presentado a los católicos recordando —también con las palabras del santo de Hipona— que “con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo”.
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