ADN Celam

Los obispos brasileños, reunidos en Aparecida para su 60ª Asamblea General, divulgaron este jueves su tradicional mensaje al pueblo brasileño. Ante los grandes desafíos presentes en el país, movidos por la «renovación de este compromiso con la vida», los obispos se sienten estimulados como Iglesia «en la promoción del Reino de Dios».

Ser testimonio auténtico y eficaz

El texto muestra la «solidaridad fraterna, ante las consecuencias de las tragedias socioambientales; con compromiso ciudadano en defensa de la democracia y, con responsabilidad social, ante el drama del hambre que nos asalta», presente en las comunidades. Una actitud que se considera «el testimonio auténtico y eficaz que el mundo necesita«.

Los obispos dicen ver «los sufrimientos presentes en la sociedad«, denunciando lo que el Papa Francisco llama «una tercera guerra mundial en pedazos». Junto a la guerra, denuncian «el autoritarismo, la polarización, la desinformación, las desigualdades estructurales, el racismo, los prejuicios, la corrupción, la banalización del mal y de las vidas, las enfermedades, la drogadicción, el tráfico de drogas y de personas, el analfabetismo, las migraciones forzadas, la juventud con pocas oportunidades, la violencia en todas sus dimensiones, el feminicidio, la precarización del trabajo y de los ingresos, la agresión desmedida a la ‘casa común’, a los pueblos originarios y comunidades tradicionales, la minería depredadora, entre muchos otros, que debilitan el tejido social y tensan las relaciones humanas».

Cultura de la insensibilidad

Una realidad que es consecuencia de «cierta cultura de la insensibilidad«, denunciando la tragedia del pueblo Yanomami, que es expresión de la «degradación de la creación y del abandono de los más pobres y abandonados», situación que se repite en otras realidades, mostrando la «globalización de la indiferencia». Frente a esto, la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) reconoce «la importancia de la resistencia histórica del movimiento indígena», llamando a «pasos y acciones concretas en defensa de estos pueblos», destacando entre ellos el marco temporal.

La causa es «la opción por un modelo económico cruel, injusto y desigual», denunciando la falta de escrúpulos del sistema financiero, que «destruye la vida, precariza las políticas públicas, especialmente la educación y la salud, adopta tasas de interés abusivas que amplían el abismo social, afecta la cadena productiva y reduce el consumo de bienes necesarios para la mayoría del pueblo brasileño». Los obispos exigen mejores condiciones de empleo con vistas a «condiciones de vida más saludables«, superando la informalidad y el trabajo análogo a la esclavitud.

Construir un proyecto de reconciliación

El mensaje hace un llamamiento a todas las instituciones para que «se apoyen mutuamente por el bien del país«, y un encargo a los gobiernos para «una opción clara y radical por la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, pasando ineludiblemente por los derechos sociales y humanos». Los obispos llaman «a construir un amplio proyecto de reconciliación y pacificación, desde un diálogo franco y abierto, que permita superar lo que nos separa, para asegurar lo que nos une: el país, su gente y la creación». Para ello, la amistad social y la cultura del encuentro son el camino.

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Pidiendo oraciones y reafirmando su profunda confianza en el pueblo brasileño, los obispos afirman que «¡La esperanza es nuestro coraje!», invitando a ser «sembradores de cambio, de solidaridad y de vida».

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