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Luis Manuel Alí Herrera: “La cultura del cuidado nos reta cada vez más a un trabajo en red”

Luego que monseñor Luis Manuel Alí Herrera fuera designado por el Papa Francisco como secretario de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, regresó por estos días a la capital colombiana para cumplir con algunos compromisos propios de su nuevo encargo.

El nombramiento de este obispo colombiano, se dio a conocer el 15 de marzo de 2024 en la Ciudad del Vaticano, pero desde el 2014 el barranquillero ya hacía parte, como miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores.

El prelado, al hacerse presente en la sede del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, sostuvo un diálogo con ADN Celam, donde compartió sobre algunos aspectos de su nuevo cargo en el Vaticano, así como los avances de las acciones que desde la Comisión para la protección de menores se están adelantando actualmente.

Seguir el mandato del Papa Francisco

PREGUNTA – ¿Monseñor Alí nos podría compartir cómo ha sido su corta experiencia como secretario de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores en Roma?

RESPUESTA – Bueno, es corta mi responsabilidad como secretario, de hecho, inicié el 8 de mayo de este año, pero soy uno de los miembros más viejos, porque estoy desde el inicio de la Comisión Pontificia en el 2014.

Como secretario en este momento mi responsabilidad es sobre todo seguir adelante con el mandato que nos ha dado el Santo Padre en la Constitución Apostólica “Praedicate Evangelium” artículo 78, es decir, motivar toda las iniciativas y las propuestas de prevención de cultura del cuidado, ya no a nivel nacional sino a nivel universal, cosa que me siento muy comprometido, muy invitado también a extender mi visión y a conocer toda la realidad de una Iglesia que en las culturas, en las realidades nacionales, en las diferentes instituciones y movimientos de laicos, de comunidades religiosas, de Conferencias Episcopales están adelantando en ese trabajo, de hacer de nuestra Iglesia un lugar seguro para nuestras niñas, niños, adolescentes y personas vulnerables.

Una experiencia al servicio de la Iglesia universal

P: Monseñor, usted ha sido en Colombia un abanderado en el proceso de formación para la cultura del cuidado, ¿Cómo considera que esta experiencia la puede hacer práctica como aporte a la Comisión Pontificia?

R: Precisamente por ser parte de la Comisión Pontificia desde el 2014, el haber tenido la oportunidad de haber estado en Colombia como encargado de la parte formativa de un seminario y del trabajo que se hacía en la parte de formación de los futuros ministros ordenados, esto me permitió ir conociendo esta realidad de la prevención de la cultura del cuidado.

Así también, tuve la oportunidad de comenzar junto con otras personas laicos, sacerdotes, ministros consagrados, la oficina para el Buen Trato de la arquidiócesis de Bogotá en el 2018. Después también iniciamos en la Conferencia Episcopal, allí arrancamos primero los talleres que hicimos en cada arquidiócesis, diócesis y vicariatos apostólicos, donde presentamos las Líneas Guías y las Líneas Operativas. Luego el Señor nos brindó la oportunidad de poder iniciar la oficina para el Consejo Nacional para la Cultura del Cuidado.

Todo este trabajo, digamos que he tenido a nivel primero arquidiocesano y luego de la Conferencia Episcopal, me ayuda para ahora ofrecer esta experiencia a nivel universal.

 

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Reforma al Derecho Canónico

P: ¿En estos últimos meses la Comisión ha tenido la oportunidad de encontrarse personalmente con el Papa Francisco para que les ofrezca algunas directrices del trabajo a realizar?

R: Personalmente estos pocos meses no he tenido esta oportunidad, pero en la última asamblea que tuvimos en el mes de marzo precisamente obtuvimos una audiencia con el Santo Padre, donde él nos invitaba y motivaba a seguir adelante en todas las iniciativas y las propuestas de la Comisión Pontificia, en ese momento nos puso una tarea que esperamos que al final de este año ya la podamos presentar a él y luego a toda la Iglesia universal.

Se trata de presentar un reporte anual de todo lo que está haciendo la Iglesia para la cultura del cuidado. Entonces, esa audiencia sobre todo fue referida a esa invitación, a esa propuesta que nos hizo el Santo Padre que esperamos poder cumplirla a final de este año.

P: Monseñor, de cara a todo lo que viene en la segunda sesión del Sínodo, ¿Usted considera que es necesaria una reforma del Derecho Canónico que responda a las necesidades de la protección del cuidado de menores y personas vulnerables?

R: Sí, ha sido una voz muy presente en las conclusiones del Sínodo y que me parece es muy oportuno tenerlas en cuenta, ese cambio que amerita el código de Derecho Canónico para todo el tema de protección de menores de edad y de adultos vulnerables. Pero yo no diría que es solamente un tema canónico, también es algo que debe impregnar la tarea pastoral y evangelizadora de la Iglesia, es decir, nuestras propuestas del anuncio de la Palabra, nuestras propuestas catequéticas en todo lo referido a la cultura del cuidado, los protocolos de prevención, la atención a las víctimas, la reparación integral, todo esto debe ser algo que transversalmente lo vayamos trabajando en nuestra Iglesia.

Una Comisión abierta a la escucha

P: Pensando en su rol en la Comisión Pontificia para la protección de menores, ¿Ha pensado en estrategias que incidan en la respuesta de los episcopados y organismos eclesiales, respecto a la implementación de acciones que hagan de la Iglesia lugares seguros?

R: Es nuestra tarea fundamental, el mandato del Santo Padre en “Praedicate Evangelium”, artículo 78, es que nosotros como Comisión tenemos que brindarle a él todas las políticas, las sugerencias, las tareas, las propuestas para hacer de nuestra Iglesia un lugar seguro, pero también a cada uno de los episcopados nacionales, a las congregaciones religiosas, a los institutos de vida religiosa, por eso es un deber nuestro y es una de nuestras responsabilidades que tenemos en la Comisión. Es un esfuerzo que hacemos cada vez más desde la Comisión Pontificia, el acercarnos a todas las propuestas e iniciativas que están haciendo las Iglesias nacionales.

Una de las tareas por las cuales nosotros entonces vemos que es posible esto, es ser parte también de las visitas ad limina que cada una de las Conferencias Episcopales realiza a Roma. Allí nosotros podemos encontrarnos con los obispos y presentar nuestras propuestas, pero igualmente escuchar todo lo que ellos están haciendo a nivel de sus iglesias particulares.

Trabajar en red

P: Usted ha sido invitado para dar una charla durante el Diplomado de Cuidado y Protección de Niñas/os, Adolescentes y Personas Vulnerables, organizado por la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) y el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), a través del Cebitepal ¿Nos podría compartir algunos aspectos de su intervención en este espacio?

R: Sí, he tenido la oportunidad de compartir todo un día con los que están recibiendo este curso tan interesante y también tan oportuno para la Iglesia que camina en Latinoamérica y el Caribe. Hemos trabajado todo lo concerniente a las líneas guías, especialmente lo que tiene que ver con los protocolos de prevención, con los códigos de conducta, la manera cómo podemos entonces nosotros ser agentes evangelizadores, protectores en cada una de nuestras Iglesias locales y en las instituciones católicas.

P: A propósito de esos procesos de formación. ¿Qué llamado hacer en este sentido para que las organizaciones eclesiales, las Conferencias Episcopales y la Vida Religiosa, se sientan interpeladas a participar en estos espacios formativos de la cultura del cuidado, porque sigue siendo muy escasa la respuesta a esta convocatoria?

R: Sí, es cierto, es muy importante motivar a todos los señores obispos, a los superiores religiosos y religiosas, a los encargados de los institutos y movimientos apostólicos en Latinoamérica y el Caribe de la importancia y de la urgencia que sus líderes, sus agentes de evangelización tomen este curso. En esta edición el numero fue significativo, creo que fue un poco más que el primero, entonces ya vamos avanzando un poco más, pero todavía falta mucha gente que puede ser formada como agente protector evangelizador en cada una de sus iglesias particulares e iglesias locales.

En estos años yo he aprendido que esto es imposible trabajarlo solo, es necesario hacer red, es necesario que nos unamos, no sólo los que trabajamos en una diócesis sino en Conferencias Episcopales, en comunidades religiosas, en congregaciones, en Conferencias de Religiosos, es la única manera como podemos responder realmente a esta situación que es un signo de los tiempos para nuestra Iglesia. El grito de las victimas lo reclaman también, es importante que nuestra Iglesia sea cada vez más un hogar seguro para todos y también nuestras comunidades de fe que deben ser espacios de convivencia, de protección y de solidaridad.

Monseñor Alí Herrera, estará participando del 3 al 5 de septiembre próximo en Bogotá, del segundo Encuentro de Responsables de Prevención de Abusos de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, con el tema: «La cultura del cuidado en la Iglesia de América Latina y el Caribe: Compartiendo el camino de la transparencia y reparación».

 

 

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