En el contexto de la segunda sesión de la Asamblea Sinodal, en el espacio de la “Tienda de la Sinodalidad”, promovido por Amerindia y el Observatorio Latinoamericano de la Sinodalidad, se llevó a cabo el conversatorio “Discernir en el Espíritu y en la vida cotidiana”.
Este encuentro, realizado el 14 de octubre, contó con la presencia del teólogo Mauricio López, mexicano de nacimiento, ecuatoriano por adopción y amazónico por opción. López ha sido director del Centro de Acción Pastoral del Celam y cofundador de la Red Eclesial Panamazónica (Repam). Su trayectoria incluye roles como vicepresidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama), director fundador del Programa Universitario Amazónico (PUAM) y miembro del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral.
Junto a él, la hermana Daniela Cannavina, Religiosa Capuchina de la Madre Rubatto y profesora en Ciencias Religiosas, aportó su experiencia como facilitadora del Sínodo de la Sinodalidad en su fase 2023-2024. Hna. Cannavina, quien es secretaria general de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR), fue auditora en el Sínodo de la Amazonía.
El discernimiento es una experiencia de conversión
Mauricio López compartió la necesidad de entrar en una dinámica de “Sinodalidad encarnada”, que no solo ilumine el momento de conversión actual, sino que permita una reflexión auténtica sobre el discernimiento: “Este Sínodo se está llamando de Cultura de Discernimiento; no sé qué tanto se está viviendo como tal, pero se está hablando de Cultura de Discernimiento, y creo que eso es algo valioso y significativo”.
López inició con la narración de un cuento del padre Anthony de Mello sobre un explorador que, tras una experiencia transformadora en la Amazonía, decidió dibujar un mapa detallado de su viaje. Aunque su intención era compartir lo que había vivido, el explorador se dio cuenta de que nada sustituye la experiencia personal. “El discernimiento tiene que ser una experiencia de conversión personal”, sostuvo Mauricio.
Advirtió que, si el discernimiento “no conduce a una conversión profunda, a un descubrir cuál es esa voluntad de Dios, de un Dios vivo, presente en la historia para nuestra realidad individual y comunitaria, entonces todo es superficialidad y son discursos vacíos”.
Mauricio se refirió a la tendencia a confundir el proceso sinodal con un objetivo final; “la Sinodalidad y el Sínodo son el medio, no el fin”, dijo.
Libertad interior en el discernimiento
Mauricio compartió su vivencia acompañando personas y comunidades en los aspectos de la metodología de los “Ejercicios Espirituales de San Ignacio”, y, partiendo de la vivencia personal de San Ignacio, dijo: “No es una figura purificada desde el inicio, con una santidad casi dada por acto mágico, sino que es una vida compleja, con mucha dificultad, con pérdidas, con equivocaciones garrafales y, sobre todo, lo que viene de fondo es una búsqueda permanente y apasionada de qué es lo que Dios le va pidiendo para su vida”.
Los Ejercicios Espirituales invitan a un proceso de libertad interior en el discernimiento. Mauricio explicó que se debe ir con “una verdadera apertura de lo que pueda ser novedad”.
Entre algunos criterios del discernimiento, López dijo que está conectada con la teología latinoamericana, con una teología liberadora, que tiene que ver con la metodología de “Ver, juzgar y actuar”, que, desde su reflexión, “es una lectura fina de la realidad y de las estructuras, para ver dónde está el bien mayor”.
“En un mundo globalizado que oprime, que destroza, que está en guerras de narrativas, en guerras digitales, en guerras materiales, en dominios de culturas, pero, sobre todo, de un modelo económico que aplasta y que mata”, Mauricio dijo que se debe tener un rasgo en cuanto al “discernimiento genuino, para lograr ayudar a que las condiciones de esas mayorías, sobre todo las más olvidadas, puedan ir cambiando”.
Tres momentos para discernir la llamada de Dios
Basándose en las enseñanzas de San Ignacio, Mauricio López resaltó tres momentos en los que las personas o comunidades pueden experimentar con claridad el llamado de Dios. El primer momento es cuando se percibe una certeza absoluta e indudable de lo que Dios quiere, “sin dudar ni poder dudar”, y es muy poco frecuente.
El segundo momento, que se considera más frecuente en los procesos sinodales, implica un proceso continuo de revisión interior: “Ir revisando cómo Dios va operando y expresándose a través nuestro, en las comunidades y en la búsqueda de este sentido de seguimiento”, y sentirse consolado, que no es un estado de ánimo, sino “es sentir certeza interior de que esto me va conduciendo a Dios”.
A manera de aclaración, López señaló que el método de América Latina de “Ver, juzgar y actuar” se complementa con el método del Sínodo “Conversación en el Espíritu”, y se amplía de un ver a un escuchar, de un juzgar a un discernir, y ayuda a una mayor profundidad, con un actuar que tiene que estar presente.
Y volviendo al tercer modo, se sitúa en “pros y contras”, “me parece que ahí hay un poco de falta de profundidad espiritual, cuando recurrimos a ese modo, que puede ser luego muy conducido a una democracia que, además, defendemos todos los valores democráticos, pero en un ámbito eclesial de discernimiento tendría que ser algo más la experiencia”.
El Sínodo Amazónico, un proceso de discernimiento histórico
Mauricio López invitó a entender el Sínodo para la Amazonía como un proceso de décadas o siglos de presencia, encuentro, desencuentro, de diálogo entre culturas: “El Sínodo Amazónico, y el discernimiento ahí vivido, requiere una honesta lectura histórica”.
Refiriéndose al proceso de escucha del Sínodo para la Amazonía dijo que “marcó un antes y un después. Ese llegar a 87.000 personas, que más allá del número, el alcance en un territorio tan complejo, definitivamente, marcó el sujeto del proceso de discernimiento. Discernir como pueblo de Dios, en el caso de la Amazonía, y ahora como Iglesia universal”.
“No es la institucionalidad, es esa Iglesia pueblo de Dios, con toda esa multiplicidad de visiones, y que había que afinar el oído para ver por dónde estaban las claridades fundamentales”, aseguró Mauricio, recordando el proceso del Sínodo para la Amazonía.
La inédita participación de los pueblos originarios y de las mujeres
También recordó que, en discernimiento, el Papa Francisco reiteraba que “la periferia tiene que ser el centro”, e insistía en no perder el foco de la experiencia sobre el futuro de la Amazonía.
“El ámbito de discernimiento estuvo profundamente marcado por una escucha inédita, inédita en cuanto a los sujetos, inédita en cuanto a la estructura, porque había una red que ya estaba queriendo acoger e impulsar este proceso; y luego, la experiencia misma del acontecimiento sinodal”, sostuvo.
Otro de los aspectos significativos que resaltó López, fue la inédita participación de los pueblos originarios y de las mujeres, especialmente aquellas pertenecientes a estos pueblos, “que, con libertad y claridad, interpelaban y abrían perspectiva”, durante el Sínodo.
Del discernimiento a la acción
“El discernimiento solo tiene sentido cuando hay una acción concreta”, afirmó Mauricio, y puso de ejemplo claro esta concreción en la creación de cuerpos inéditos dentro de la Iglesia, como la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama), que se formó tras el Sínodo Amazónico.
Así como la Ceama, Mauricio mencionó la creación del Programa Universitario Amazónico (PUAM), el desarrollo que se está haciendo del Rito Amazónico, y la profundización sobre la Ministerialidad de la Mujer, “nos hablan de un discernimiento que continúa que no se reduce a un hecho”, expuso.
En cuanto a la metodología, López indicó que el discernimiento debe partir de un análisis profundo de la realidad contextual: “Si no hay un hecho concreto sobre el cual discernir en una contextualidad y con un análisis profundo de la realidad, no hay discernimiento, es imposible”.
También detalló que, sea individual o comunitario “hay que revisar los sentimientos, eso es parte de cómo nos ubicamos frente a un hecho. Pero un discernimiento adecuado y profundo no se puede quedar en actos viscerales, reacciones de sentimientos; eso es necesario, porque es lo que nos moviliza, es lo que nos hace humanos al final del día, pero se requiere luego una elaboración intelectual”.
Es necesario, según López, avanzar hacia una reflexión racional e intelectual sobre la realidad, y preguntarse cómo nos impulsa Dios a actuar en esa circunstancia. Recalcó que la Sinodalidad no puede ser vista como un fin en sí mismo, sino como un medio para lograr una Iglesia más misionera.
Somos compañeros de búsquedas
“Yo soy un caminante caminado, yo voy por caminos caminando, y dentro mío, las palabras me caminan a mí”, inspirada en estas palabras del escritor uruguayo, Eduardo Galeano, la Hna. Daniela Cannavina describió el discernimiento como un “caminar conjunto”. Además, parafraseando al cardenal Timothy Radcliffe, dijo “también somos compañeros de búsquedas”.
La religiosa explicó que la imagen del camino emerge como el lugar donde la identidad poblada de experiencias se convierte en don a compartir, y cuestiona como Galeano: “¿Dónde ponemos esas palabras que nos caminan?, más aún, ¿dónde pone nuestro pueblo, nuestra gente, las palabras que le caminan?, ¿con quienes buscan?, ¿cómo buscan?, ¿qué buscan? Y estas preguntas me resuenan fuertemente y me hacen pensar que alguien debe escuchar esas palabras caminantes, y que yo también debo aprender a escuchar las palabras y las búsquedas de quienes caminan a mi lado”.
La Hna. Daniela señaló que estamos transitando un tiempo para aprender a caminar juntos, para compartir el discernimiento: “Si bien se requiere también la práctica del discernimiento personal, (necesita) que tenga siempre el valor de lo comunitario, de la confrontación, del debate, de todo lo que sea necesario para confluir en sintonía y en complicidad con lo que el Espíritu quiere de cada uno de nosotros y de la comunidad toda”.
Dijo que “el camino se convierte en un itinerario espiritual”, un itinerario de búsqueda que se ilumina con el discernimiento, “que conduce a encontrar el sentido y la voluntad de lo que Dios quiere para nuestra vida personal y comunitaria, pero en orden a la misión”.
Una Iglesia sinodal y misionera
La pregunta que guía el proceso sinodal es ¿cómo ser una Iglesia sinodal y misionera? Un reto que exige esfuerzo y reflexión. La Hna. Daniela expresó que “el discernimiento es un arte”, que implica una combinación de la intuición, la experiencia, la sabiduría, y exige una profunda comprensión de sí mismo y del contexto: “Requiere equilibrio entre la razón, la inteligencia, las emociones y el corazón, pero también exige, por sobre todo, flexibilidad y apertura a los otros, al otro diferente”, dijo, remarcando que el gran protagonista de este Sínodo y de todo discernimiento es el Espíritu.
“A este Espíritu no lo podemos ni domesticar, ni manipular”, recordó la Hna. Daniela, afirmando que “el discernimiento es esencialmente necesario en nuestro contexto eclesial, en la vida personal”.
Asimismo, admitió que como Iglesia “estamos intentando responder a la invitación de abrir la ventana este discernimiento”, y por ello, considera que este discernimiento es posible con la método de la Conversación en el Espíritu.
Propuestas audaces
La Hna. Cannavina aseguró que la “Conversación en el Espíritu” es un método que ayuda al discernimiento en el proceso sinodal de la Iglesia; también dijo que “discernir bien en medio de las presiones externas y los propios impulsos desordenados siempre será un gran desafío”.
Tomando como referencia el libro El discernimiento, de Benjamín González sj., señaló que “no se debe realizar el discernimiento en la asepsia de una burbuja en la que me siento bien conmigo mismo y con el Espíritu como único interlocutor. Tenemos que aprender a hacerlo con otros, abrirnos a otras voces; y no solo dar consejos, sino consultar, tomar consejos, dinamizar el tejido comunitario”.
La Hna. Daniela explicó que como Iglesia no estamos exentos de sentimientos y actitudes que hacen muy difícil el ser receptivos a la novedad de Dios, y surgen las resistencias y miedos a los cambios, a perder espacio, poder, reconocimiento, y se “crea mecanismos defensivos, en vez de propuestas audaces que nos conduzcan a un futuro más evangélico”.
Escuchar es lo que nos obliga a liberar los prejuicios
El método de la “Conversación en el Espíritu” fomenta la escucha profunda, que, aunque difícil, es esencial para el discernimiento, asegura la Hna. Daniela: “La Conversación en el Espíritu habilita la escucha, permite que fluyan muchos senti-pensares personales, las convicciones de lo que Dios provoca y promueve en el corazón de cada uno”.
La Hna. Cannavina reflexionó sobre la necesidad de la escucha en la Iglesia, señalando que, aunque sabemos hablar, discutir e imponer, carecemos de la capacidad de escuchar genuinamente: “Escuchar es lo que nos obliga a liberar los prejuicios, evitar interrumpir a los otros para imponerme, desestabilizar el compartir de un grupo con mis propias apreciaciones, pero en el afán solo de imponerlas”.
A su vez, recordó que el Papa Francisco en distintas intervenciones nos acerca a lo que no es el discernimiento: “El discernimiento no es un slogan publicitario, no es una técnica organizativa, no es una moda de este pontificado, porque muchos lo pueden percibir así; tampoco es sentarnos a planificar o intentar hacer previsibles los caminos de Dios, lo cual, según Francisco, solo nos conduciría a la sequedad, a la esterilidad, al agotamiento de intentar sostener el mundo o la Iglesia con nuestras propias fuerzas; y tampoco es un ejercicio parlamentario”.
El discernimiento es un acto de fe
“Permitir que el Espíritu sea el que conduzca es sentir, conocer y llevar a cumplimiento el don de Dios, es una manera de colaborar con Dios”, dijo la Hna. Cannavina, asegurando que esa actitud interior tiene sus raíces en el acto de fe: “Es un acto de fe discernir, es un acto de fe estar sentada en una mesa compartiendo diversas apreciaciones, es un acto de fe creer que el Espíritu puede actuar por alguien tan distinto a mi propio modo de ver las cosas”.
La Hna. Daniela compartió tres elementos del discernimiento que resalta el Papa Francisco: reconocer, interpretar y elegir. Según la religiosa, el proceso de reconocer se logra mediante la práctica de la escucha, interpretar a través del discernimiento, y elegir lo que el Espíritu sugiere en este contexto histórico de la Iglesia.
Este llamado a la escucha y al discernimiento busca crear una Iglesia más inclusiva, abierta a la novedad de Dios y enfocada en la misión evangélica: “Es esencial escuchar con atención, discernir con sabiduría y elegir con determinación”, aseguró.
La Iglesia de la escucha
“Concebir una Iglesia de la escucha es una propuesta transformadora en este tiempo y estamos sumamente necesitados de ella”, dijo la Hna. Daniela, a tiempo de enfatizar que el método de la “Conversación en el Espíritu” permite la participación y comunión de diversas voces y perspectivas, y que fue un eje central del Sínodo para la Amazonía.
Este método promueve un discernimiento comunitario profundo y colaborativo, que puede guiar a la Iglesia hacia un futuro más evangélico y sinodal, respondiendo a los desafíos contemporáneos con audacia y esperanza, afirma la Hna. Daniela: “Creo que la Iglesia ha ido haciendo caminos en la medida en que iba haciendo el método, se iba entrenando, pero creo que es una cosa que merece tiempo, tendremos un discernimiento más claro del hacia dónde vamos o del cómo ser una Iglesia sinodal misionera”.
“Es un tiempo en el que muchas voces se sienten ignoradas o marginadas, la Iglesia de la escucha se tiene que levantar como un faro de esperanza, de inclusión”, indicó la Hna. Daniela, y acotó que “todas las voces importan, por eso no dejamos de repetir, de decir, de recordar, que el Sínodo para la Amazonía fue un gran maestro de Sinodalidad, y me parece que iluminó también este proceso eclesial que estamos viviendo”.
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