Bogotá, D.C., abril 17 de 2022
Hermanos y hermanas.
¡Cristo ha Resucitado, verdaderamente ha Resucitado! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Con este grito de júbilo, que resuena en el corazón de la Iglesia, me dirijo a todas las familias de América Latina y el Caribe para hacerles llegar mi saludo de Pascua, y abrazarlos en la alegría que nos ha traído el Señor Resucitado y quien vive para siempre.
Con el ardor de este espíritu pascual los animo a seguir peregrinando como discípulos misioneros en salida, comprometidos con la implementación de los desafíos pastorales, frutos de la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe. Reafirmemos nuestra esperanza en el Santo Pueblo de Dios, en tantos hombres y mujeres comprometidos con el Evangelio: obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos, laicas y laicos.
Queridos hermanos y hermanas, ¡Gracias por hacer tangible con su fe y con sus obras la ‘buena noticia’ del Resucitado! ¡Cristo vive en medio de nuestro pueblo, a pesar de nuestras fragilidades y sufrimientos! Él ha vencido a la muerte para recordarnos que “la gloria de Dios es que el hombre viva”, como decía San Ireneo y nos recordaba San Óscar Arnulfo Romero, pastor y mártir de nuestro continente: “La gloria de Dios es que el pobre viva”.
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2022_04_17 Mensaje de Pascua 2022
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