Cada 14 de enero, la ciudad de Barquisimeto, en el estado Lara, en Venezuela, se llena de fervor, cánticos y oraciones mientras la imagen de la Divina Pastora recorre las calles desde el pueblo de Santa Rosa hasta la Catedral Metropolitana. Este año, en su visita número 167, la procesión fue acompañada por miles de fieles que expresaron su devoción en un acto de esperanza.
La celebración contó con la presencia de obispos de toda Venezuela, entre ellos, Mons. Polito Rodríguez Méndez, arzobispo de Barquisimeto; Mons. Jesús Zárate, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana; Mons. Helizandro Teherán, arzobispo de Mérida; Mons. Manuel Díaz, arzobispo de Calabozo; Mons. Carlos Curiel, obispo de Carora; Mons. Oswaldo Araque, obispo de Guanare. Las autoridades eclesiales acompañaron a los fieles en su caminar de fe, especialmente en un contexto de desafíos sociales que atraviesa el país.
María, modelo de esperanza y solidaridad
En la Eucaristía celebrada por el arzobispo Polito Rodríguez, se refirió al Evangelio de las Bodas de Caná, y resaltó la figura de María como ejemplo de atención y solidaridad frente a las necesidades humanas. Ante la falta de vino, un signo que representa la alegría y el sentido de la vida, María no se queda paralizada por la preocupación, sino que actúa e intercede ante Jesús, mostrando que, incluso en las crisis, hay posibilidades de transformación y esperanza.
El arzobispo animó a que, siguiendo el ejemplo de María, se acuda a Jesús en busca de respuestas, porque “en Jesús el llanto, la tristeza y la desolación, pueden transformarse en júbilo, en gozo y en alegría”, aprendiendo a descubrir los signos del Reino de Dios incluso en medio de las pruebas.
Remarcó que todos son llamados a participar en la obra de Dios, siguiendo el modelo sinodal promovido por el Papa Francisco, que fomenta la corresponsabilidad y el encuentro. María, al decir a los sirvientes “Hagan lo que Él les diga”, invita a ser coprotagonistas en el proyecto divino, uniendo los talentos y esfuerzos al servicio de los demás.
La compasión de Jesús en el año jubilar
Mons. Rodríguez, reflexionó sobre el inicio del Año Jubilar, resaltando los sentimientos compasivos de Jesús, quien siempre se conmueve ante las necesidades del prójimo y sale a su encuentro. Invitó a los fieles a renovar su esperanza, cimentándola en el amor que brota del corazón de Cristo, y recordó que nada ni nadie puede separarlos de ese amor divino que da sentido a la vida.
“Aunque la incerteza ante el futuro haga surgir en nosotros a menudo sentimientos contrapuestos como la confianza y el temor, la serenidad y el desaliento, la certeza y la duda, estamos en un tiempo privilegiado para reavivar la esperanza”, aseguró el arzobispo, invitando a vivir la experiencia jubilar dando crédito a la esperanza, proyectando un futuro lleno de sueños y nuevos proyectos, y escribir capítulos gloriosos para la Iglesia y la sociedad.
¡Que viva la Divina Pastora!
El prelado instó a la comunidad eclesial a adoptar una creatividad pastoral que responda a los retos actuales, desde la libertad, la justicia, la solidaridad y el amor. Hizo un llamado especial a los jóvenes, ponderando su energía y dinamismo para construir un futuro esperanzador.
Alentó a responder al llamado de Dios, quien, a través de este Año Jubilar, invita a cruzar la Puerta Santa y experimentar de nuevo la gracia, la esperanza y la reconciliación: “Acudamos a los distintos templos que han sido destinados dentro y fuera de nuestra Arquidiócesis para vivir una extraordinaria experiencia jubilar acompañados de la Divina Pastora de las Almas, Madre del amor puro y de la esperanza santa. ¡Amén! ¡Que viva la Divina Pastora! ¡Que viva la Divina Pastora! ¡Que viva la Divina Pastora!”.
“Jóvenes, ustedes son la esperanza viva de una Iglesia en camino”
El 15 de enero, en la Misa de la Juventud por la Divina Pastora, Mons. Rodríguez dedicó un mensaje especial a los jóvenes. “Cristo vive y quiere que ustedes vivan”, les dijo, alentándolos a soñar sin miedo, a enfrentar los desafíos y a construir un futuro lleno de esperanza y compromiso social. En un contexto de incertidumbre global, resaltó la necesidad de que los jóvenes sean protagonistas en la transformación de la sociedad y reiteró el llamado de la Iglesia a promover una educación integral que forme no solo ciudadanos, sino también personas con valores éticos y espirituales.
En su mensaje, el arzobispo también recordó a los venezolanos que han emigrado en busca de mejores oportunidades, afirmando que, aunque estén físicamente ausentes, su espíritu y devoción permanecen unidos al pueblo venezolano en esta festividad.
El arzobispo agradeció a los jóvenes por su activa participación en la procesión de la Divina Pastora y los animó a mantenerse comprometidos con el servicio a la Iglesia: “Sean siempre auténticos, originales, y no se cansen de anunciar la alegría de Jesús Resucitado”, dijo. Finalmente, el Mons. Polito Rodríguez, comprometió su oración y pidió a Dios “los ayude a realizarse como personas, como cristianos, como hombres y mujeres felices en la construcción del Reino”.
Devoción a la Divina Pastora
La devoción a la Divina Pastora se remonta al año 1736, cuando la imagen llegó a Venezuela desde España y se asentó en el pueblo de Santa Rosa. Según la tradición, al intentar trasladarla a Barquisimeto, la estatua se tornó tan pesada que no pudo ser movida, lo que fue interpretado como un deseo de la Virgen de permanecer en Santa Rosa.
Desde entonces, su intercesión ha sido solicitada en momentos de crisis, como la epidemia de fiebre amarilla en 1856, y su procesión anual se ha convertido en un símbolo de unidad nacional. Este año, Mons. Rodríguez invitó a los fieles a “atravesar la Puerta Santa” y a renovar su esperanza a través del Año Jubilar que vive la Arquidiócesis.
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