Muestra de esa opción por los pobres es el trabajo que adelanta Cáritas en América Latina y el Caribe. Su secretario general, Francisco Hernández Rojas, explica que la organización de la pastoral social del continente toma como punto de referencia el planteamiento teológico del documento de Medellín.
“Para nosotros los pobres son ese otro Cristo y partir de su protagonismo buscamos construir un continente, una sociedad más justa, fraterna y solidaria”, afirma, porque desde su experiencia en Cáritas, la opción preferencial por los pobres no es un medio para alcanzar un objetivo; el propósito real es caminar con ellos, llegar a la unión total con aquellos que son vulnerables, experimentan situaciones de soledad, exclusión y descarte.
La idea es llegar a una compasión entrañable y sentir a Jesús al lado de ellos y desde ellos; solo así, asegura el sacerdote, “será posible sentirnos responsables para liderar la transformación de esas situaciones que los hacen más pobres, más ignorados”.
Siguiendo la experiencia de Medellín, el consagrado afirma que las violencias institucionalizadas son un factor fundamental para Cáritas y, desde esa perspectiva, todo lo que atente contra la dignidad, los derechos humanos y la paz, representa las principales expresiones de la violencia.
La más dura es la forma en que se percibe la economía y el desarrollo, porque el modelo económico neoliberal ha generado más inequidad, más desigualdad, logrando acabar con las oportunidades para que los más empobrecidos desarrollen sus capacidades y potencialidades.
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