Hacer posible la Patria Soñada es el deseo que expresa el presidente del episcopado paraguayo con motivo del 211 aniversario de la Independencia Nacional. Un largo mensaje en el que denuncia la situación del país y que inicia con una referencia al pedido que Jesús hace en el Evangelio: “Ámense unos a otros como yo los he amado; y por este amor reconocerán que ustedes son mis discípulos”.
Amor entre hermanos para completar la Independencia
Manifestando que el amor “es la exigencia central de nuestra fe y la condición para ser considerados cristianos”, algo que se concreta en la capacidad “de dar la vida por el otro”. Desde ahí afirma que “la Independencia patria no será completa ni será posible sin este amor entre hermanos paraguayos similar al ejemplo de Jesús”.
En un país donde el 90 por ciento de la población se declara cristiana, la realidad le hace preguntarse a Mons. Adalberto Martínez Flores: “¿Somos verdaderamente seguidores de Cristo y cumplimos su mandato de amor?”. Ante eso dice que “somos un país marcado por la violencia en varias de sus formas, por la inequidad estructural”, lo que provoca una alta migración, consecuencia de la pobreza extrema. A ello se une la corrupción e impunidad, la debilidad de las estructuras democráticas, la alta presencia de narcotráfico y crimen organizado, y la delincuencia en sus más variadas formas.
Nuevos próceres de la Patria
Es algo que le duele al prelado, que reclama “nuevos próceres patriotas para mantener y profundizar la gesta de la Independencia”. Para ello llama “a que no permitamos que nos roben la alegría ni la esperanza, y que asumamos los desafíos para que nazca un nuevo Paraguay”. Eso precisa de “utopías dinamizantes, horizontes que orienten nuestro caminar juntos, en sinodalidad, hacia un nuevo país, verdaderamente independiente, para la felicidad de nuestro pueblo”.
Es necesario, afirma el arzobispo de Asunción un cambio de mentalidad, actitudes y prácticas culturales que obstaculizan la realización del bien común. También denuncia que “los juegos de poder económico y político en el escenario mundial nos afectan profundamente”, sometiendo al Paraguay a “ataduras extrañas”. El camino será trabajar por el bien común, para hacer que en el país no haya “’hijos desgraciados’, porque, lamentablemente, existen amos ‘insaciados que usurpan sus bienes’”, algo que ve como consecuencia de la corrupción, reclamando mejores “condiciones de vida de nuestro pueblo, en especial de los sectores vulnerables, el campesinos e indígenas”, demandando mejores políticas públicas.
Democracia sin consistencia
Mons. Martínez Flores denuncia la falta de consistencia de la democracia en el país, citando ejemplos que constatan esa situación. Ante esa realidad hace ver que “es necesario que veamos al otro como un hermano, incluso si piensa de una manera diferente de nosotros”.
También pide gestos en favor de la defensa de la vida en todas sus etapas y de la familia, con “acceso a condiciones de vida dignas con salud, educación, vivienda, empleo y seguridad, entre otros”, posicionándose contra todo tipo de abusos, haciendo ver que la Iglesia adoptará “acciones preventivas y al acompañamiento a las víctimas”.
Resolver los problemas con espíritu democrático
En sus palabras, el presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya ha reflexionado sobre la educación, que junto a la cultura considera “las claves para el desarrollo de las personas y de la sociedad”, buscando “aprender a resolver sus problemas con espíritu democrático, respeto de la pluralidad de opiniones, capacidad y competitividad para el trabajo”. Junto con ello denuncia que en un país que “produce alimento suficiente para satisfacer las necesidades de su población, cientos de miles de paraguayos pasan hambre y pena por las múltiples privaciones que sufren las familias empobrecidas”.
El mensaje denuncia las graves consecuencias del crimen organizado, del narcotráfico y de grupos radicales, citando como ejemplo el reciente brutal asesinato del Agente Fiscal Marcelo Daniel Pecci Albertini que conmocionó al país, exigiendo medidas legales para su pronto y total esclarecimiento. Para aumentar la seguridad, la Iglesia paraguaya hace ver la necesidad de mejorar “la atención adecuada a la población y de las condiciones de vida”. Por ello, la Patria Soñada necesita “la dignificación de la persona humana y el bien común, con una política nacional solidaria y fraterna, más allá de las ideologías e intereses partidarios y de grupos de poder”.
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El presidente del episcopado pide la unidad de los políticos cristianos “en torno a algunos valores y objetivos centrales” en busca de una sociedad más justa, poniendo como base los valores estampados en el escudo y en el Himno Nacional, que “ayudarán a realizar una verdadera República, garantizando la democracia en la justicia y en la paz”.
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