«Hoy Quito se convierte en la ‘Gran Tienda Eucarística’ al inaugurar con esta celebración el 53° Congreso Eucarístico Internacional», afirmó Mons. Alfredo José Espinoza, arzobispo de la capital ecuatoriana durante la misa celebrada en la explanada del parque Bicentenario este 8 de septiembre y a la que asistieron 25 mil personas.
La ceremonia concelebrada por el Nuncio Apostólico en Ecuador, Mons. Andrés Carrascosa Coso; el obispo Delegado de España, Mons. Leonardo Lemos; Mons. David de la Torre obispo Auxiliar de Quito, y el Obispo Auxiliar de Sidney, Mons. Richard Umbers se desarrolló en un ambiente de fiesta y alegría que además contó con las palabras del Papa a los participantes del Congreso y la entrega de un obsequio al cardenal Baltazar Porras, como legado pontificio para la realización del evento.
Un punto de encuentro
Las palabras con las que el primado del Ecuador inició su homilía, marcaron la apertura oficial de un congreso que desde hace 20 años no se realizaba en América Latina y que en esta oportunidad contará con delegaciones de 51 países, la presencia de 81 obispos para un total de más de 4 mil asistentes que hoy estuvieron acompañados por 1.600 niños que recibieron la primera comunión en el marco de esta celebración, lo que le aporta un carisma diferente.
Al respecto, Espinoza destacó que Quito, la “Carita de Dios” como cariñosamente se le conoce, será durante la presente semana un «lugar de encuentro para todos los continentes, reunidos para reflexionar y vivir, el gran misterio de la Eucaristía” que en su opinión nos “desafía a ser verdaderos constructores de fraternidad» con el único objetivo de aportar al proceso de “sanar las heridas del mundo”.
Ideal que insistió debe «comprometer a los creyentes a ser auténticamente hermanos en medio de un mundo lleno de violencia, muerte, guerras; un mundo que divide» y que está lejos de favorecer la unión y más bien «convierte al hombre en enemigo y no en hermano».
Responder al llamado
Situación ante la que llamó para que “desde Ecuador y el mundo entero”, exista un compromiso para anunciar que Jesús es la vida.
Así el prelado invitó para que durante este Congreso Eucarístico Internacional, «pidamos al Señor que haga en nuestras vidas, el mismo milagro que hizo con el hombre sordo que apenas podía hablar» y que cada uno pueda ratificar su respuesta al llamado de Dios en su vida.
«Que se abran siempre nuestros corazones, pero sobre todo, nuestros oídos, para escuchar el grito de dolor del mundo entero, el llanto de los que sufren y el clamor de los pobres, y podamos, desde la Eucaristía; ser auténticos misioneros de fraternidad, para sanar y hacer el milagro de que todos seamos uno», indicó.
Al dirigirse a los 1.600 niños que hicieron la primera comunión, el prelado dijo que hacia el futuro podrían llamarse misioneros eucarísticos, deseando que sigan “creciendo con la conciencia de que están llamados a construir la fraternidad, comenzando por sus propias familias».
Resaltando el bello signo de las vestiduras blancas y trajes típicos que portaban los niños y hacen parte del carácter de la celebración, Espinoza les recordó que «es una fiesta a la que llegan gracias a sus padres, abuelos, familias y comunidades parroquiales que los han ayudado a crecer en la fe»; celebración que además se da en un contexto de especial recordación para el país.
Abrir el corazón
«Ustedes hacen su primera comunión y la realizan en un marco único, en la apertura de este 53 Congreso Eucarístico Internacional. Un recuerdo que quedará grabado para toda la vida en sus corazones». Deseo que el obispo reforzó citando al Papa Francisco en sus intervenciones sobre el sacramento. “La Primera Comunión es ante todo una fiesta en la que celebramos que Jesús quiso quedarse siempre a nuestro lado y que nunca se separará de nosotros”, afirmó, recordando que en el caso de los niños venidos desde diferentes puntos de la Arquidiócesis de Quito, será la primera vez que reciban a Jesús en sus vidas. “hoy vienen a encontrarse con él” y quizá uno de los interrogantes de los más pequeños es sobre la mejor forma de hacerlo… ¿Cómo podrán encontrarse con Jesús? Cuestionó.
De seguro, continuó «lo podrán encontrar, porque Él ha hecho un gesto de amor inmenso para salvarnos a todos los hombres de todos los tiempos y como afirma el Papa Francisco lo podemos encontrar en la Eucaristía. No lo vemos con estos ojos, pero lo vemos con los ojos de la fe”, agregó.
Sin dejar de lado que cada niño ha hecho un «itinerario de catequesis, este proceso les ofreció un camino que los lleva a encontrarse con Jesús y a recibirlo en sus corazones». Se trata según dijo el arzobispo, de celebrar que Jesús, el mejor amigo de ustedes y de todos, está presente en el pan de vida. Así el prelado, los invitó a «abrir sus corazones para recibirlo con alegría y que el encuentro con Él en la Eucaristía que van a recibir por primera vez, los lleve a saber compartir, soñar, agradecer, confiar y honrar a los demás».
Constructores de fraternidad
Sin apartarse de las palabras del Papa sobre el significado de la primera comunión, Espinoza dijo que “hacer la Primera Comunión significa querer estar cada día más unidos a Jesús, crecer en amistad con Él y que otros también puedan disfrutar de la alegría que nos quiere regalar”; porque como asegura el Papa, “el Señor los necesita para poder realizar el milagro de que su alegría llegue a muchos de sus familiares y amigos».
Un deseo al que Mons. Espinoza agregó la necesidad que tiene la arquidiócesis de que «crezcan como verdaderos constructores de fraternidad para poder cambiar este mundo y reciban a Jesús con alegría para que sean esos misioneros de corazón limpio y sonrisa franca, niños y niñas que caminan de la mano con Jesús».
Una reflexión que concluyó poniendo en manos de la Virgen de El quinche, a los niños que celebraron su primera comunión y a los participantes en el Congreso Eucarístico «para lograr que la fraternidad sea más que una palabra, sea una realidad de vida».
Fotos: Cortesía oficina de comunicaciones del Simposio Teológico Internacional
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