Mons. Rafael Cob acaba de ser nombrado presidente de la REPAM, donde hasta ahora era vicepresidente, algo que considera “una misión especial para trabajar en defensa de la vida en la Amazonía y de los derechos de los pueblos que en ella habitamos”.
El obispo del Vicariato del Puyo destaca que la Iglesia ha asumido “la responsabilidad de cuidar la Creación que Dios nos ha dejado”, insistiendo en que “la Iglesia de la Amazonía ha ido despertando en cuanto a ese encarnarse y ese inculturizarse en la evangelización”.
De cara al futuro ve la necesidad de continuar “con el Plan Pastoral que hizo la REPAM, que va hasta 2024, tomando en cuenta todo ese discernimiento que hubo y las consideraciones que se hicieron en busca de continuar las orientaciones pastorales”. Un camino de escucha y defensa, de “seguir tejiendo las redes y construir alianzas, fortalecer la sinodalidad y también la eclesialidad”.
Continuar el camino
Acaba de ser nombrado presidente de la Red Eclesial Panamazónica, de la REPAM, ¿qué supone eso para su vida?
Es un continuar el camino que ya iniciamos de este servicio eclesial. Para nosotros es una misión especial para trabajar en defensa de la vida en la Amazonía y de los derechos de los pueblos que en ella habitamos. Sabemos que es una responsabilidad grande el coordinar todo este trabajo, pero siempre se hace en equipo y esperamos que Dios nos dé su fuerza y su sabiduría para cumplir esta misión que nos han confiado.
La Amazonía un referente mundial
La REPAM fue fundada hace casi 8 años, en septiembre de 2014, ¿qué ha supuesto la REPAM en la vida de la Amazonía en estos 8 años?
La REPAM nació en Brasilia en 2014, pero la semilla de esta red fue justamente aquí donde nosotros vivimos, que es en Puyo, en la Amazonía ecuatoriana. Eso también nos anima y nos ilusiona, el ver que una semilla ha seguido creciendo, ha dado sus frutos y que en estos 8 años podemos ver los frutos de este camino, que creo que ha sido un fortalecimiento muy grande en cuanto al trabajo que se hace en defensa de la vida de esta casa común que Dios nos ha regalado, como nos ha pedido el Papa Francisco desde la Laudato Si. Es tomar conciencia de que tenemos que ser corresponsables con este hogar, con esta casa común que es el Planeta Tierra.
La Amazonía es un referente mundial, con una importancia esencial en el equilibrio del clima planetario. Por eso los ojos están puestos en la Amazonía, a todo nivel, a nivel local, nacional, internacional, todos estamos preocupados de que verdaderamente haya un equilibrio en este Planeta Tierra. Igualmente, todos estamos preocupados para que este pulmón de la humanidad, que es la Amazonía, verdaderamente se la defienda y se la cuide, porque vemos como se va desmoronando a través de las amenazas que Laudato Si ya nos dice, como es la deforestación, el extractivismo sin control, la contaminación.
Todas estas amenazas están poniéndose de manifiesto y tenemos que saber defendernos de estas amenazas y a la vez frenar también el avance de todo este mundo que se mueve en contra de lo que es la ecología integral. La Iglesia ha tomado desde hace mucho tiempo esta participación y esta responsabilidad de cuidar la Creación que Dios nos ha dejado.
Cuatro puntos para la nueva etapa
Ante este panorama que acaba de presentar, ¿cómo afrontar esta nueva etapa?
Serían cuatro puntos en esta nueva etapa de la REPAM. Lo primero es mantener y fortalecer esta identidad de red, de ir tejiendo juntos. No es una institución con estatutos que está sujeta, sino que tiene una gran libertad de movimiento, y que es articular en definitiva todos esos aportes que vienen de muchos lugares.
El segundo punto es ver que este trabajo, por ser de la Iglesia, es un trabajo con mística y espiritualidad, por ser llamados, como nos pide el Papa y en el Sínodo lo vimos, a una conversión integral, donde naturaleza y sociedad avanzamos juntos, sabiendo que desde la periferia iluminamos el centro. No solo lo que supone una Iglesia de una región, sino una Iglesia que se abre y que da luz a la Iglesia universal. El Sínodo amazónico ha sido ejemplo para esa sinodalidad que ahora queremos potenciar y vivir en la Iglesia. Para eso ha sido fundamental el trabajo que la REPAM realizó en ese Sínodo y sigue realizando.
El tercero es fortalecer la comunión. Hay cierta preocupación de que quizás las conferencias episcopales de los países amazónicos están todavía poco integradas en la problemática de la Amazonía. Debemos fortalecer y trabajar mucho más en esa comunión y preocupación de integrar también a todas las jurisdicciones eclesiásticas y también a las conferencias episcopales de los países amazónicos, lo que es un gran desafío que nos queda por hacer. Debemos hacer juntos algo que es para la Iglesia en general.
El cuarto punto sería fortalecer el trabajo de los núcleos en comunión con la nueva institución que surgió como fruto del Sínodo, que es la CEAMA. Como hacer ese camino de verdad, de fraternidad, de caminar juntos, porque tenemos ideales comunes, y eso exige de nosotros mucho discernimiento e igualmente la comunión mutua para que fortalezcamos la Iglesia en la Amazonía. Desde la CEAMA para una pastoral de conjunto, para esos nuevos caminos de evangelización en la Iglesia.
Amazonía una región con muchos ataques
Aunque nació en España, la mayor parte de su vida como presbítero y toda su vida como obispo, ha sido en la Amazonía ecuatoriana. En todos estos años, ¿en qué ha cambiado la Amazonía y la Iglesia de la Amazonía para bien y para mal?
La Iglesia de la Amazonía ha ido despertando en cuanto a ese encarnarse y ese inculturizarse en la evangelización. Lentamente vamos comprendiendo que, para trabajar en la Amazonía, tenemos que ponernos en los zapatos de los que viven en la Amazonía, en su realidad concreta. Eso ha ido poco a poco cambiando, y los pueblos de la Amazonía han visto a la Iglesia, como ya lo dijeron también en el Sínodo, su amiga que los acompaña y han pedido que la Iglesia sea aliada en la defensa de sus derechos.
Este cambio, este pronunciamiento es muy importante a lo largo de este camino que hemos ido haciendo. En la Amazonía hemos visto la falta de control por parte de los gobiernos a la hora del cuidado de la Amazonía. No ha habido un control para poder defender esa flora, esa fauna, esa vida de la naturaleza, con sus derechos, como algunas constituciones lo tienen, como Ecuador.
En Sarayaku se ha celebrado una reunión importante respecto a esto, como la naturaleza es sujeta de derechos y como podemos hacer que se respeten esos derechos de la naturaleza. Esta conciencia se ha despertado también en la Amazonía y los pueblos van tomando conciencia de que hay que cuidarlo. Nos falta un gran desafío, que es seguir concientizando a la sociedad, a la gente y a los pueblos, de la gran riqueza y el gran tesoro que es la Amazonía.
Los informes que la REPAM acaba de realizar en una declaración conjunta con la OEA, que hacen después de presentar el Informe sobre los Derechos de los pueblos vulnerados en la Amazonía, es una muestra de este avance que el trabajo de la Iglesia y de la REPAM está haciendo. Esto va a ser para todos referente, los países deben tomar conciencia de que se necesita vivir en una armonía con la Creación, con la naturaleza. Si la humanidad no vive en esa armonía, nos vamos deshaciendo, perdiendo, no encontrando fuerzas ante las amenazas que tiene hoy nuestro mundo y nuestra sociedad. Se ha creado mucha conciencia en muchas organizaciones, que con los mismos ideales y objetivos de defender la Madre Tierra, están trabajando en ese camino.
Por otra parte, los pueblos indígenas son todavía muy vulnerados por el extractivismo sin control, por ese no respetar los derechos de los pueblos en sus territorios. Hay que seguir haciendo un gran trabajo en el territorio, y esto es lo importante. Yo ya llevo 31 años en la Amazonía ecuatoriana y me doy cuenta que al principio no había esa concientización de los mismos pueblos. Ahora es algo importante que se van uniendo en torno a los mismos ideales de defender sus territorios, de hacer que se respeten sus derechos.
En el último paro que tuvimos en Ecuador, estaba dentro de las exigencias y reclamos que pedían, y eso es muy importante, despertar la conciencia de los mismos pueblos originarios, y que la Iglesia pueda acompañar y defenderles cuando son vulnerados sus derechos.
Legado del cardenal Hummes
Está asumiendo un servicio que fue ocupado cuando fue fundada la REPAM por el cardenal Claudio Hummes, recientemente fallecido. ¿Qué supone su figura y qué enseñanzas descubre en él para llevar a cabo esta misión que la Iglesia le ha encomendado?
El cardenal Hummes es un referente para nosotros y un ejemplo a seguir, porque fue un personaje con una pasión por la Iglesia y por los pueblos originarios, por los pobres, y eso está muy latente y muy evidente en su vida. Un pastor apasionado en la defensa de los derechos de los pobres y de la Amazonía. Fue uno de los artífices, que participó también aquí en el Vicariato de Puyo en los momentos fundantes de la REPAM. El cardenal Hummes siempre será una luz para iluminar nuestro trabajo.
Después su constancia, fue un hombre que no tenía miedo a los desafíos, de las pruebas, de las dificultades que se iban presentando. Encontraba fuerzas para saber responder a los desafíos con gran decisión, con gran entereza, con constancia, siendo perseverante, seguir al lado de los pobres, andar en el territorio. Todas estas actitudes y hechos que tuvo el cardenal Hummes son verdaderamente ejemplares y nos ayudan a imitar.
El cardenal Hummes ha dejado una gran huella en la Iglesia amazónica y ha sido un hombre providencial dentro de la Iglesia y en esta renovación que la Iglesia ha emprendido con el Papa Francisco. Nunca agradeceremos lo suficiente el trabajo que el cardenal Hummes ha hecho por la Iglesia y por la Amazonía.
Tejer redes y construir alianzas
¿Cuáles son los próximos pasos a ser dados?
Lógicamente, continuar con el Plan Pastoral que hizo la REPAM, que va hasta 2024, tomando en cuenta todo ese discernimiento que hubo y las consideraciones que se hicieron en busca de continuar las orientaciones pastorales. Es importante, como nos dice el Papa, continuar con la escucha del grito de los pueblos y de la Tierra, y luchar por los derechos para promover la dignidad de los pueblos. Igualmente, la defensa de aquellos que son criminalizados ante los reclamos que los pueblos hacen.
Seguir tejiendo las redes y construir alianzas, fortalecer la sinodalidad y también la eclesialidad, que es otra orientación pastoral que se dio dentro de este discernimiento que hubo y que ayuda al Plan Pastoral, a cuidar la casa común y promover la justicia socioambiental y el buen vivir que es lo que ilumina como ejes importantes. Los derechos humanos siempre van a estar en el candelero del trabajo que la REPAM tiene. Es evidente que es una tarea siempre constante, porque siempre hay la lucha de hacer que se respeten los derechos humanos.
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También la comunicación, los comunicadores están realizando y deben realizar una misión muy importante, más en este tiempo en que verdaderamente las redes sociales se mueven con tanta fuerza. Es importante ver que el eje de comunicación es algo destacado dentro de la REPAM. El cardenal Hummes decía mucho que no se trata ya de ser la voz de los que no tienen voz, sino que lo que hay que hacer es ser el micrófono, el altavoz de la voz que se escucha en los pueblos, que tienen voz, tienen su mensaje. Lo importante es que nosotros ayudemos a que ese mensaje sea también conocido. Lo que decía el Papa, la riqueza que los pueblos originarios tienen y que nosotros no conocemos, y que necesitamos igualmente para ver todo ese trabajo a nivel social y mundial que necesita hoy nuestra Iglesia y también nuestra sociedad.
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