“Un hombre lleno de serenidad, un hombre de esperanza y comunión,” fueron las palabras con las que recordó Mons. Jaime Spengler al beato Eduardo Pironio al presidir la ceremonia de entronización del cuadro con su imagen en la capilla del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño.
Un acto solemne que se realizó en el marco de las actividades propuestas en la agenda de la reunión del Comité de Coordinación Pastoral del organismo, efectuada el 30 y 31 de enero en Bogotá. “En el delicado momento de la historia que vivimos en nuestra América Latina y el Caribe, recordar al Cardenal Pironio nos inspira,” afirmó el presidente del organismo.
Unido a la Iglesia continental
En su reflexión, Mons. Spengler indicó que estar atentos a la realidad, nos permite comprender que “es necesario y hasta urgente, fomentar en la sociedad latinoamericana y caribeña, verdaderos espacios de comunión, donde se promueva la esperanza y la serenidad que orienta la toma de nuestras decisiones,” como en su tiempo lo hizo el ahora beato.
El Card. Eduardo Francisco Pironio fue secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) en el periodo comprendido entre 1968 y 1972. Posteriormente se convirtió en presidente del organismo de 1972 a 1974. El prelado argentino conoció a profundidad el quehacer, la importancia y lo determinante de la misión del CELAM, siempre al servicio de la Iglesia continental. Este fue solo uno de los pasos en el itinerario que Dios dispuso para su vida que, desde la Santa Sede u otros lugares, mantuvo el deseo de permanecer adherido a Cristo, lo que contribuyó al camino que lo condujo a la beatificación en diciembre de 2023.
Razones valiosas por las que Mons. Spengler confía en la intercesión del nuevo beato “por nosotros, los pueblos del continente, la Iglesia, sus diáconos, seminaristas, obispos, consagrados y consagradas, además de nuestras comunidades,” así lo manifestó durante la celebración.
Un discípulo de Jesucristo
Ahora -explicó Mons. Spengler- tras la beatificación del Card. Pironio, el reto que tenemos para rendir homenaje a su existencia es intentar ser como él, es decir, ser “sal de la tierra, luz del mundo y fermento de transformación en busca de un mundo mejor y más justo para todos, sin distinciones”.
Para ello Mons. Spengler indicó que es preciso lograr que su personalidad “se refleje en nosotros, en nuestro modo de ser y en la vocación común que nos distingue”. De hecho, afirmó el obispo brasileño, al ver la fotografía del Card. Pironio, podemos intuir algunos rasgos de su personalidad, “un hombre de alegría, esperanza y comunión. En otras palabras, un hombre de Evangelio, un discípulo de Jesucristo, un modelo a seguir”.
La ceremonia de entronización del cuadro del Card. Pironio en la capilla del CELAM, coincidió con la memoria litúrgica de San Juan Bosco. Al respecto, Mons. Spengler destacó la figura del religioso que marcó la historia de la educación católica. “Hoy hacemos memoria de dos profetas de tiempos distintos, pero ambos con un mismo foco, un objetivo único: el anuncio del testimonio del Evangelio,” afirmó.
Vivir el camino
Estamos invitados a cultivar en las comunidades auténticos seguidores y seguidoras de Cristo. “Es un gusto recordar a hombres que pasaron por la tierra, haciendo bien las cosas. Creo que, dentro de nuestras familias y comunidades, hay gente de grandeza cristiana y humana, que viven haciendo el bien a ejemplo de Jesús. Estamos invitados a hacer ese camino. En tiempos de Jesús, muchas personas quedaron admiradas por lo que oían de él y se decidían a seguirlo”.
Los antiguos decían que admirarse es el inicio del saber, pero desde la óptica de Mons. Spengler hay dos posibilidades de admiración, aquella que experimentan los que se disponen a vivir el camino con apertura y los que prefieren sustraerse de esa oportunidad.
“Pidamos la gracia de abrirnos al mensaje del Evangelio que ha de ser la causa de nuestra admiración y principio de la propia fe, que el señor nos conceda la gracia de ser hombres y mujeres tocados por la fuerza del Evangelio, dispuestos a ser sal de la tierra y luz del mundo, como el Card. Pironio y San Juan Bosco.
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Dos maestros
Mons. Spengler cerró su reflexión trayendo a la memoria un texto de San Juan Bosco que considera sigue siendo actual.
«Si buscamos la auténtica felicidad de nuestros alumnos y queremos inducirlos al cumplimiento de sus obligaciones, conviene que nunca olvidemos que, desde ese rol, se hace las veces de padres y madres de nuestros amados jóvenes, por quienes trabajé siempre con amor, por quienes estudié y ejercí el ministerio sacerdotal, no solo yo, sino toda la familia salesiana.
Sobre el tema Mons. Spengler considera que estas indicaciones son valiosas para todos. No solo para quien trabaja directamente con la educación, sino para quienes se dedican a la catequesis en nuestras comunidades. “Escuchar a nuestros jóvenes a nuestros adolescentes hacerse próximo para ofrecer una palabra de esperanza y sensibilidad, creo que es fundamental”. Tareas en las que tanto el Card. Pironio como San Juan Bosco, fueron verdaderos maestros, concluyó Mons. Spengler.
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