Las enseñanzas del Evangelio de la trasfiguración y las reflexiones que van quedando tras la realización de tres Asambleas Regionales como parte del itinerario de la Fase Continental del Sínodo en América Latina y el Caribe, son los temas que aborda Monseñor Jorge Lozano en su reflexión semanal.
El secretario general del Celam recuerda que, en el evangelio de Mateo, Jesús subió al monte Tabor que se calcula tiene unos 450 metros desde la base, acompañado por tres de sus discípulos más cercanos: Pedro, Santiago y Juan. Los mismos que también estarían a su lado, llegado el momento de la oración en el huerto de los olivos, poco antes de ser llevado preso para crucificarlo.
Al respecto el obispo argentino invita a descubrir algunas enseñanzas en el contenido del pasaje evangélico que pueden ser de gran utilidad para nuestra vida. «Para subir a la montaña hay que tomar dos decisiones simultáneas: lo que debo dejar y el esfuerzo necesario a emprender,» afirma el prelado, recordando que en los primeros días de la Cuaresma es importante decidirnos a dejar la mediocridad, porque lo repetitivo se nos va pegando casi sin darnos cuenta.
Desprenderse, seguir
En esta línea el arzobispo de San Juan de Cuyo asegura que «la conversión a la cual se nos llama implica, soltar el lastre que nos impide seguir más de cerca y con mayor agilidad los pasos de Jesús» es decir, este tiempo nos invita al desprendimiento y el seguimiento.
Tomando como punto de referencia el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2023, Mons. Jorge Lozano recuerda que el Pontífice propone relacionar el acontecimiento de la transfiguración del Señor, con el camino sinodal que vive la Iglesia, porque, desde su percepción es necesario ponerse en camino, cuesta arriba, lo que ciertamente requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como cualquier excursión por la montaña.
Requisitos que también son importantes para el camino sinodal que como Iglesia, nos hemos comprometido a emprender. Para el Santo Padre “también el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente y nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios así como nuestra misión al servicio de su Reino”.
Contemplación y escucha
Se trata de una experiencia compartida por los tres discípulos que ascienden con Jesús. Un caminar que vivimos juntos y nos muestra la dimensión comunitaria de la visión maravillosa en la que se que contemplan aspectos como la belleza, la paz, el encuentro y la plenitud. Situación en la que no basta con quedarse embelesados contemplando el prodigio asombroso de la aparición de Jesús, porque es necesario escucharlo.
“El escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal,” una experiencia mística que atrae a los discípulos hasta el punto de que todos se sientan felices de estar ahí, pero es el maestro el que los invita a bajar de nuevo al camino cotidiano con la frase: «Levántense, no tengan miedo»
Circunstancia muy coherente con el camino sinodal que se convierte en un proceso acorde con el paso del tiempo, porque según advierte Mons. Lozano «andar con Jesús, es hacer el esfuerzo de ir cuesta arriba, gozar de momentos luminosos de comunión y encuentro, ser llevados por el Señor a continuar el camino con otros hermanos y hermanas en la fe,» y esa es la esperanza.
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Listos para Asamblea Regional
La Iglesia de América Latina y el Caribe hace su tránsito por la Fase continental del Sínodo, lo que le ha llevado a realizar Encuentros Regionales con los delegados de los países bolivarianos (Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela) mientras que este 6 de marzo se iniciará en Brasilia la Asamblea Regional para los países del Cono Sur (Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil).
Sobre el tema el arzobispo de San Juan de Cuyo explicó que las actividades se desarrollarán a través de diálogos y discernimientos en los que participan hombres y mujeres de diversas vocaciones y carismas al interior del pueblo de Dios.
Feliz de vivir esta experiencia de crecer e comunión, alentando la participación y comprometiéndose en la misión, cierra su reflexión compartiendo algunas de las insistencias que la gente va compartiendo con la esperanza en el momento que vive la Iglesia y que para estar al tanto de aquello que empieza considerarse en una tarea por cumplir el prelado menciona «la igual dignidad de todos los miembros de la Iglesia, lo que nos une es lo permanente; escuchar y acoger a los excluidos; la participación de las mujeres en espacios de decisión y los jóvenes como el hoy de Dios».
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