La Jornada Mundial de los Pobres, un análisis sobre el mensaje del Papa Francisco por esta ocasión y algunos datos sobre los dolores que deja esta problemática en países como Argentina, son los temas que aborda Monseñor Jorge Lozano en su reflexión semanal.
El secretario general del Celam abogó para que esta VI Jornada Mundial de los Pobres se convierta en una oportunidad de gracia, para hacer un examen de conciencia personal y comunitario que nos permita cuestionarnos sobre si la pobreza de Jesucristo es nuestra fiel compañera de vida.
El caso argentino
Refiriéndose a su país de origen el prelado comparte algunos datos claves sobre los niveles de pobreza que de acuerdo con la información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la República Argentina (INDEC) asegura que la mitad de los niños, niñas y adolescentes viven en condición de pobreza. «Estas situaciones de carencia en esta etapa de la vida dejarán marcas profundas y de muy difícil reversión,» advierte.
Mientras que el Observatorio de la Deuda Social Argentina es contundente al afirmar que el 27,4% de los niños, niñas y adolescentes no atendió su salud oral preventiva en 2021 y el 57,9% no recibió ninguna consulta odontológica. Cifras a las que se podrían agregar diversos indicadores como los problemas de insuficiencia de viviendas dignas, acceso a la educación de calidad o los niveles de acceso a sustancias controladas y las subsecuentes adicciones.
Una cuestión de actitud
Explicando que la Jornada Mundial de los Pobres «no se trata de realizar una colecta, sino más bien de revisar nuestras actitudes habituales a nivel personal y comunitario” el obispo argentino recordó que el mensaje del Papa por esta conmemoración, propone una reflexión fundamentada en una de las cartas del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 8,9).
«Jesucristo se hizo pobre por ustedes,» palabras que el apóstol Pablo dirige a los primeros cristianos de Corinto pensando en la importancia de vivir un compromiso sincero con los necesitados, “los cristianos de Corinto se mostraron muy sensibles y disponibles. Por indicación de Pablo, cada primer día de la semana recogían lo que habían logrado ahorrar y todos eran muy generosos;” afirma el Papa y esta era la manera concreta de ayudar a los pobres que vivían en Jerusalén y que pasaban por momentos difíciles, según relata Mons. Lozano; enfatizando en que la pobreza no es cuestión de discursos abstractos o palabras elegantes que intenten disimular el drama o el sufrimiento.
Ante necesidades concretas, las respuestas deben ser concretas, por eso en el mensaje del Papa se lee que “frente a los pobres no se hace retórica, sino que se ponen manos a la obra y se practica la fe involucrándose directamente, sin delegar en nadie”.
Más bien, indica el arzobispo de San Juan de Cuyo «es cuestión de aplicar el Evangelio y tomar el ejemplo de las primeras comunidades cristianas,» porque ya lo propone el Santo Padre “la solidaridad, en efecto, es precisamente esto: compartir lo poco que tenemos con quienes no tienen nada, para que ninguno sufra. Mientras más crece el sentido de comunidad y de comunión como estilo de vida, mayormente se desarrolla la solidaridad.”
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El riesgo de la indiferencia
De ahí, indica el prelado que Francisco exprese su preocupación al percibir lo que califica como “comportamientos incoherentes, como la indiferencia hacia los pobres. Sucede también que algunos cristianos, por un excesivo apego al dinero, se empantanan en el mal uso de los bienes y del patrimonio. Son situaciones que manifiestan una fe débil y una esperanza endeble y miope”.
En este sentido Monseñor Lozano invita a cuidarnos del apego desordenado a la riqueza que advierte el Mensaje del Papa Francisco “impide observar con realismo la vida de cada día y nubla la mirada, impidiendo ver las necesidades de los demás. Nada más dañino le puede acontecer a un cristiano y a una comunidad que ser deslumbrados por el ídolo de la riqueza, que termina encadenando a una visión de la vida efímera y fracasada”.
El secretario general del Celam, cierra su reflexión evocando al Papa Francisco y su reflexión sobre la pobreza como hija de la injusticia, la explotación, la violencia y la distribución injusta de los recursos. Una condición desesperada que resta esperanza al pensar en la idea del futuro y termina afectando la dimensión espiritual que, aunque a menudo sea descuidada, no por eso deja de existir o contar.
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