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Mons. Lizardo Estrada: «El Jubileo será una ocasión para intensificar la espiritualidad que brota de la liturgia»

Plantear la urgencia de la espiritualidad litúrgica en la vida de la Iglesia y sus desafíos pastorales, es uno de los objetivos del VII Congreso Internacional de Liturgia y pastoral que se desarrolló este 18 y 19 de julio en Medellín.
Durante la primera jornada las disertaciones estuvieron orientadas hacia la relación entre la espiritualidad litúrgica y la pastoral, la plegaria eucarística como modelo de oración cristiana y la aproximación desde lo histórico a las enseñanzas que dejó el exilio en Babilonia, respecto al culto de Jerusalén.

Mons. Lizardo Estrada, secretario general del Celam, hizo parte de los invitados a compartir sus reflexiones en el evento organizado por la Universidad Pontificia Bolivariana y la Arquidiócesis de Medellín. En su primera intervención Estrada afirmó que «la espiritualidad que brota de la liturgia nutre la vida pastoral de la Iglesia, al mismo tiempo orienta su actividad”; lo que conduce a la persona “hacia el encuentro con el Señor que se hace presente en la actualización sacramental de su misterio pascual».

El compromiso de América Latina

Aspecto que, en sus palabras, está presente en el magisterio de la Iglesia latinoamericana, principalmente en los documentos conclusivos de las conferencias generales del episcopado de América Latina y el Caribe que reiteran esta relación entre la espiritualidad litúrgica y la pastoral.

Ejemplo de ello es el documento de Puebla que ya en 1979, recordaba los principios del Concilio Vaticano II en torno a la liturgia y que según explicó el obispo, muestra la vitalidad en el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo al constituirse en “cumbre y fuente de la vida eclesial”; particularmente al propiciar el encuentro con Dios y los hermanos; durante el banquete y el sacrificio que se vive en la Eucaristía.

Igualmente mencionó el documento conclusivo de la conferencia de Santo Domingo en 1992, que de acuerdo con el obispo auxiliar de Cusco, reafirmó “el sentido teológico de la celebración litúrgica”, señalando que el culto cristiano debe expresar lo que se entiende como “la doble vertiente de la obediencia al Padre, es decir la glorificación y la experiencia de la caridad con los hermanos o lo que se conoce como redención”.

Una realidad que se lee en el documento “lejos de alienar a los hombres los libera y los hace hermanos”. Por eso, según este documento la celebración litúrgica vivida de este modo tiene en sí mismo un valor evangelizador. Continuando con este recorrido histórico por el magisterio latinoamericano, el prelado resaltó del documento de Aparecida sus referencias a la sagrada liturgia y los discípulos de Cristo que “penetran más en los misterios del Reino y expresan de modo sacramental su vocación de discípulos misioneros”.

 

Acción misionera

De la misma forma insistió el obispo, aborda el valor de la liturgia según el Vaticano II, es decir, en lo concerniente al “lugar y la función de la liturgia en el seguimiento de Cristo, la acción misionera de los cristianos, y la vida de nuestros pueblos en Él”.  Proceso que después de muchos años transcurridos halla su continuidad en la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe con el texto que emanó de su realización “Hacia una Iglesia sinodal en salida a las periferias”, cuyas reflexiones y propuestas pastorales, según menciona el obispo peruano, surgen a partir de este acontecimiento.

En ese sentido Mons. Estrada compartió que en el camino de la Asamblea “se fueron favoreciendo diversos espacios celebrativos, como las lecturas orantes de la Palabra de Dios, las celebraciones de la Eucaristía, la adoración al Santísimo Sacramento y el rezo del Rosario que de manera creativa acompañó este proceso”, gestos que implican prácticas y más allá del análisis. Se trata de prácticas que hacen evidente una experiencia de fe. “Espiritualidad que encuentra en nuestra región una expresión privilegiada en la piedad popular”.

Esta relación entre liturgia y pastoral, según sostiene el prelado también se hace presente en las reflexiones de la Iglesia universal respecto al modo de comprenderse como una Iglesia sinodal. De hecho, recuerda que en el informe de síntesis de la primera sesión de la XVI Asamblea del sínodo entre las propuestas está que “si la Eucaristía da forma a la sinodalidad, el primer paso que hay que dar es honrar su gracia con un estilo celebrativo a la altura del don y con auténtica fraternidad”.

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Esencia de la espiritualidad

Un recorrido que nos permite concluir que la “celebración viva de todas las acciones litúrgicas va conformando de manera gradual una vida cristiana en concordancia con el misterio celebrado”.

En este sentido, el obispo señala que se podría describir como esencia de la espiritualidad cristiana esa actitud general del hombre espiritual, con la cual construye, en la fe, su propia vida, humana y espiritual, a partir de la celebración del misterio de Cristo. De ahí la importancia de entender que tal “actitud interior es inseparable de su acción”.

Tras este análisis Mons. Estrada cerró su intervención abogando porque el próximo Jubileo sea una ocasión privilegiada para “intensificar la oración y la espiritualidad que brota de la liturgia, de modo que podamos profundizar nuestra fe y compromiso con el anuncio del Evangelio en los distintos ambientes en donde estamos llamados a vivir”.


 

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