El cuidado de la casa común se ha convertido en algo importante para la evangelización y la misión de la Iglesia, un elemento que puede ser considerado consecuencia de la Laudato Si, una encíclica que rápidamente traspaso el ámbito eclesial, como señala Mons. Ángel Macín.
El coordinador de la Red Eclesial del Acuífero Guaraní y Gran Chaco (REGCHAG), una red que comenzó a trabajar en 2020 y se dio a conocer en noviembre de 2023, afirma que se busca conectar “distintas instituciones que ya están trabajando en el territorio”, en vista de “vincularnos para tener un intercambio fructífero y mayor fortaleza”. Desde ahí, el obispo de Reconquista destaca que “la misión de la red es avivar más todavía esa conciencia y transmitir la esperanza de que es posible, porque no estamos solos en esta lucha”.
Una red multifacética, ecuménica, interreligiosa e interinstitucional, que busca “alianzas con diferentes actores en territorio” como referencia fundamental. Para caminar es necesario enfrentar algunos desafíos: grandes distancias, diversidad de realidades, comunicación, darse a conocer, mantener la simplicidad de la red, que todos sean protagonistas. Todo ello en “un camino que quiere ser un camino sencillo, simple”.
La Laudato Si, publicada por el Papa Francisco en 2015, podemos decir que cambió la visión con relación al cuidado de la casa común, del Planeta, dentro de la Iglesia, pero también en la sociedad y en la comunidad científica. Eso se fue concretando en diversas redes en todo el mundo y una de ellas es la Red Eclesial del Acuífero Guaraní y el Gran Chaco (REGCHAG). ¿Qué es lo que eso significa para la Región del Cono Sur de América Latina?
Es cierto que la Laudato Si marcó un antes y un después, puso en relieve la importancia para la evangelización y la misión de la Iglesia del cuidado de la casa común, y adhiero también a que ha marcado tanto el ámbito de la Iglesia como también otros ámbitos. Recuerdo que, en Argentina, la primera edición de la Laudato Si me llegó como obsequio de la Universidad Nacional de Rosario, ese fue un signo de que la Laudato Si excedía los límites de la Iglesia.
Y fue inspirando el surgimiento de nuevos sujetos eclesiales, primero la REPAM, después la REMAM, CEAMA. Y en el Sínodo de la Amazonía, conversando con algún obispo y otras personas, también surgió la idea de establecer una red en la zona del Gran Chaco y Acuífero Guaraní, que tienen cosas en común y que tienen también diferencias. A veces lo que le sobra a una zona, le falta a otra.
Comenzamos a trabajar en eso en 2020, en plena pandemia, y nos dimos cuenta de que, conectándonos, no inventando una estructura nueva, sino conectándonos entre distintas instituciones que ya están trabajando en el territorio, y abiertos ecuménicamente a personas y otros grupos, podríamos tener mayor fuerza para estar cerca de quienes padecen los efectos del cambio climático, los efectos de la destrucción de la casa común, los pueblos originarios y tantos otros grupos. Como también poder amplificar su voz y tener una incidencia de mayor peso a nivel de las políticas de la zona.
¿Cómo eso está incidiendo en la vida de las iglesias locales hasta qué punto sienten la necesidad de involucrarse cada vez más en ese cuidado de la casa común?
El cuidado de la casa común está presente en muchas de las diócesis que abarca esta zona de la red, que son cinco países. Lo que nosotros estamos tratando de hacer es vincularnos para tener un intercambio fructífero y mayor fortaleza. Se trabaja en la ecología cotidiana, se trabaja en la formación de estos aspectos, en el descubrimiento de que es parte de la Doctrina Social de la Iglesia el cuidado de la casa común, y luego también, estos principios o estos ejes, tres o cuatro ejes simples, pero fundamentales, que nosotros creemos que tiene que tener como horizontes nuestra red, que son el cuidado de los territorios, del medio ambiente, escuchar el grito de la tierra y el clamor de los pobres, como dice el Papa Francisco, el cuidado de los pueblos indígenas y aprender de ellos en este sentido, y en nuestra zona también el conocimiento de los derechos de las personas, de la tierra y del agua, y especial énfasis en el cuidado del agua.
Esto se está difundiendo bastante, en Argentina hay iniciativas bastante interesantes, por ejemplo, se creó la Universidad del Agua, que está expresando algo inédito. Ahora a finales de abril yo voy a toda la zona norte del Paraguay para tratar de este tema de la red y también estos ejes fundamentales, sobre todo el tema del agua. Brasil está haciendo, aunque caminamos juntos en la diversidad, porque tenemos diferentes ritmos, pero Brasil está diseñando, está pensando en algunas actividades, en algunos eventos fundamentales a mediano plazo, que también nos interesan a nosotros. Así que en las iglesias particulares se está tomando conciencia. La misión de la red es avivar más todavía esa conciencia y transmitir la esperanza de que es posible, porque no estamos solos en esta lucha.
Usted dice que no están solos en esta lucha, ¿cuáles son los puentes que hasta ahora se están construyendo, tanto con las instituciones del poder público como con los pueblos originarios y con los campesinos?
Nosotros tuvimos un primer encuentro de la red para darla a conocer, porque antes venía siendo un trabajo de un grupo más acotado, a finales de 2022, en Asunción, Paraguay. Allí nos dimos cuenta de que la composición de la red es multifacética, y muchas instituciones, organizaciones, de inspiración cristiana algunas de ellas, otras no tanto, pero que compartimos esta preocupación común que ya forman parte de la red. En la zona hay instituciones, hay organizaciones que vienen trabajando desde hace tiempo.
Otro paso que estamos empezando, porque es una red naciente, es el contacto con otras confesiones cristianas, otras religiones, otras creencias. Últimamente tuve contacto con grupos de judíos en Argentina que también están preocupados con esto. Y así vamos a seguir recorriendo los diferentes países, buscando alianzas con diferentes actores en territorio, no queremos perder esa referencia fundamental. Creemos que la relación, el intercambio, la incidencia a nivel más político tendrá que venir a mediano plazo, no pronto, sino que tendremos que fortalecernos más como red, hacer un mapeo profundo de cuáles son las instituciones, cuáles son las realidades y cómo funcionan también las instancias de gobierno en esos lugares para después poder programar y poder diseñar las estrategias en una forma de comunicarnos, ya sea con los poderes públicos de los distintos países, como otras instancias, la Corte Interamericana, Naciones Unidas.
Para llevar eso a cabo, ¿cuáles son los desafíos que deben ser enfrentados?
El desafío que tenemos por delante tal vez más grande son las distancias, la composición de la red y la presencia del Acuífero y en Gran Chaco en cinco países de la región. El Acuífero Guaraní concretamente tiene más del 50 por ciento en Brasil. En cambio, el Gran Chaco está en Bolivia, pero no así el Acuífero. Lo que tenemos como desafíos, o uno de los desafíos principales es acortar distancias, poder encontrar una forma de comunicación que nos ayude a avanzar en estos desafíos.
El otro desafío es dar a conocer la intención o la finalidad de la red para que se puedan sumar otros, ir tejiendo estas alianzas y también un tercer desafío es poder mantener la simplicidad de la red, no armar una super estructura, sino que sea algo versátil que ayude a conectar y a fortalecer las instancias que ya están trabajando. Incluso eso de la organización misma. Por ejemplo, nosotros no elegimos presidente, no hablamos de acto fundacional de la red, por discernimiento, por consenso, hablamos de lanzamiento, porque una red no funda, se lanza, se construye, se teje.
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Yo soy coordinador de la red, no presidente, porque queremos que todos tengamos protagonismo. Como decía el cardenal Martínez Flores en la misa de cierre del encuentro de Asunción, en Paraguay, en noviembre de 2022, una red no tiene centro, entonces somos todos protagonistas importantes. Lo fundamental es afianzar los nudos que nos conecten y la red misma. Es otro desafío, aprender de la experiencia de otras redes, sobre todo de la REPAM, que es la que abrió camino en esto, pero hacer nuestro propio camino, un camino que quiere ser un camino sencillo, simple, y que la red no sea un obstáculo para alcanzar la finalidad que pretendemos o que mejor el Espíritu sopla a la Iglesia en este tiempo.
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