En una Carta al Pueblo de Dios y a los Hombres y Mujeres de Buena Voluntad, pronunciada durante la celebración de su envío como arzobispo de Cuiabá, que tuvo lugar el 23 de abril, Mons. Mario Antonio da Silva ha denunciado la grave situación en que vive el pueblo Yanomami y su defensa irrestricta.
Defender vida, cultura y tierra es evangelizar
El obispo de Roraima comenzó haciendo una lectura histórica de los primeros contactos de la Iglesia católica con los pueblos indígenas de Roraima, mostrando que a través de la «defensa de la vida, de su cultura y de su tierra entró en el camino de la evangelización«. La causa de los pueblos indígenas fue asumida «como un anuncio de la dignidad humana y, a veces, con la denuncia de lo que niega el Evangelio y los derechos humanos», según el presidente de Caritas Brasileira.
Mons. Mario Antonio recordó las palabras de San Pablo VI: «Ir de las condiciones menos humanas a las más humanas es evangelizar«, algo que asumieron los Misioneros de la Consolata, especialmente en la Misión de Catrimani, fundada en 1965, y su acompañamiento ante las invasiones que se produjeron desde los años 70: construcción de la carretera perimetral norte, invasión de los mineros del oro en los años 80 y 90, que llevaron al pueblo yanomami al borde del genocidio.
Una situación que se repite
En esta coyuntura comenzó la lucha por la demarcación de las tierras indígenas, en la que participó la Iglesia católica, recordando la masacre de Haximu, «en la que varios indígenas fueron diezmados en un enfrentamiento cruel y desigual». Esto se está reavivando en los últimos tres años, recordó el obispo, en los que «el dragón devorador de la minería ha vuelto a tomar fuerza y avanza con toda la ferocidad y el poder de las organizaciones criminales sobre la tierra Yanomami«.
Esto ha provocado noticias impactantes: la draga que succionó a los dos niños en el río Parima; la violación de niñas y mujeres que son atraídas a cambio de comida por los mineros; los abusos diarios contra los Yanomami. Son situaciones que Mons. Mario Antonio define como «una vergüenza para nuestro país y hace que nuestro corazón sienta el sufrimiento y la muerte que viven los Yanomami y la naturaleza«. También mencionó la distribución de armas y bebidas que provocan conflictos entre ellos.
Omisión del gobierno brasileño
Ante esto, la Diócesis de Roraima denunció «la omisión y la responsabilidad del Gobierno Federal, que, en lugar de cumplir con su papel constitucional en la defensa de los pueblos indígenas y sus tierras, patrimonio de la Unión, alienta las invasiones y pone en la agenda del Congreso Nacional el proyecto de ley, que legaliza la minería en tierras indígenas», una propuesta que es vista como «una ilusión engañosa de supuestos beneficios».
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La Carta invita a unirse «en la defensa y garantía de la vida y el territorio del pueblo Yanomami, establecidos en la Constitución Federal; a promover la justicia y a no estar de acuerdo con el proyecto de muerte que autoriza la minería en tierras indígenas; a asumir el compromiso de defensa y cuidado de la Casa Común».
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