«Urge garantizar la prestación de servicios de calidad en áreas como la salud, la educación y la seguridad social; así como proveer el acceso equitativo a las instancias de participación ciudadana», afirmó Mons. Miguel Cabrejos, al recordar que los más desfavorecidos de la sociedad peruana, también son titulares de derechos fundamentales que, ante los sufrimientos actuales, se presentan como verdaderas exigencias de dignidad humana.
Redoblar esfuerzos
«Si se margina a los pobres, la política social se vuelve un fracaso» se titula el mensaje del obispo que trae a la memoria las palabras del Papa Francisco sobre el escándalo de la pobreza. Realidad que debería llevar a los peruanos a reflexionar y «redoblar sus esfuerzos para abordarla con eficiencia y eficacia, promoviendo el bien común y dejando de lado los intereses subalternos y la ostentación que constituyen un testimonio contrario a la fe».
Al respecto, el prelado pide a las autoridades que asuman sus responsabilidades y en colaboración con la sociedad civil, aborden las causas de la pobreza y la desigualdad desde la corresponsabilidad social y la solidaridad, porque solo así, lograrán superarlas y avanzar hacia un verdadero desarrollo humano integral.
En Perú, el 29% de la población vive en condiciones de pobreza monetaria, esto equivale a 9 millones 780 mil personas. En consecuencia, hay un aumento de 596 mil personas en estado de pobreza desde el 2022 a la fecha; según los datos del Informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) cuyos resultados advierten que el estado de vulnerabilidad alcanza a un tercio de la población del país andino.
Desarrollo Humano Integral
Por ejemplo, un 43,1% de los niños con edades entre los 6 meses y los 3 años padecen anemia, enfermedades que podrían ser evitables si se cuenta con una alimentación balanceada, el acceso a servicios públicos y espacios adecuados para su crecimiento personal y académico, entre otros.
Insistiendo en la opción preferencial por los pobres que caracteriza a la Iglesia, Cabrejos dijo que la institución seguirá dispuesta a «trabajar por el desarrollo integral de todas las personas. Especialmente de los que menos tienen y hacen parte de los que se conocen como vulnerables. «Hay mucho por hacer hermanos, actuemos» fue la frase del prelado.
Desde su condición de arzobispo de Trujillo y ciudadano se mostró cercano al sufrimiento de sus hermanos que claman por pan, trabajo, salud, seguridad y justicia social»; una situación dolorosa que afrontan millones de peruanos y a la cual el Estado debe responder. «Es necesario impulsar iniciativas y estrategias para atraer la inversión, es decir, políticas serias de lucha contra la corrupción y otras para asegurar un futuro más digno y con mayores oportunidades de progreso para los ciudadanos”.
Historias tras los datos
Invitación que el obispo peruano también extendió a la sociedad civil a quienes pidió «impulsar las acciones sociales que ya vienen realizando, en la defensa y promoción de los derechos de los pobres en Perú».
Para el prelado, las desgarradoras estadísticas que revela el informe muestran la magnitud de la pobreza que aflige a millones de peruanos, lo que en sus palabras no puede tomarse como un cúmulo de cifras vacías, un discurso numérico, que olvida las historias de las personas tras los datos, «detrás de ellos hay rostros concretos de hermanos nuestros que sufren por la falta de lo necesario para vivir», agregó.
Realidades ante las cuales la Iglesia no puede permanecer indiferente o insensible, menos callar ante situaciones que superan lo preocupante. «El clamor de los pobres y el sufrimiento de nuestro pueblo resuenan con fuerza en el corazón de la Iglesia».
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Democracia en crisis
Por eso, asegura que el grito de los pobres no puede ser silenciado, debe escucharse porque «la indiferencia ante la pobreza equivale a ser cómplice de la injusticia y el sufrimiento de nuestros conciudadanos» y como en su momento lo afirmó el Papa San Juan XXIII «la justicia social exige no solo dar al necesitado, sino trabajar por la transformación de las estructuras que generan pobreza».
Igualmente recuerda que su misión episcopal lo lleva a unirse a la voz del Papa Francisco cuando señala que «si se margina a los pobres, como si fueran los culpables de su condición, el concepto mismo de democracia se pone en crisis y toda política social se vuelve un fracaso».
Reflexiones de Mons. Cabrejos que ratifican la misión de la Iglesia que ha de continuar la obra de Cristo, actuando como enviados por el Padre a evangelizar a los pobres y liberar a los oprimidos. Intención que el arzobispo de Trujillo entrega a la intercesión de María y de San Martín de Porres para que «iluminen al Perú para alcanzar el desarrollo, el progreso, el bien común y mejor calidad de vida para todos, especialmente para los pobres de la Patria”.
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