«Necesitamos involucrarnos y replantear nuestra política con diálogo, responsabilidad y corresponsabilidad,» afirmó Mons. Miguel Cabrejos, presidente del episcopado peruano en su mensaje por las fiestas patrias que tradicionalmente se celebran el 28 y 29 de julio.
Superar la indiferencia
En la catedral de Trujillo durante la celebración del Te Deum previo a este acontecimiento, el prelado recordó que este proceso solo se alcanzará articulando y proyectando las acciones necesarias para lograr el desarrollo humano integral que el país necesita, pensando en que nadie se quede por fuera. El obispo hizo un amplio llamado a la participación política de todos los sectores, especialmente de los jóvenes, porque en su opinión la inactividad de grandes sectores de la población permite que prosperen situaciones inaceptables.
«Muchos peruanos con recursos económicos o sin ellos, prefieren mirar de costado y no involucrarse en la urgente búsqueda de soluciones vinculantes y duraderas,» lamentó el prelado; al tiempo que se refirió al país como un don de Dios del cual el creador pedirá cuentas, si es que no recibe la adecuada protección por parte de quienes deben ser sus custodios. Perú es un país que puede florecer por su biodiversidad, pluriculturalidad y gran cantidad de recursos naturales, recordó, lograrlo es una labor que deben asumir sus ciudadanos y gobernantes.
«Superemos la desconexión para encaminarnos hacia un diálogo urgente y esperanzador entre los ciudadanos y sus autoridades, pues si bien el gobernante es el responsable, el ciudadano es también corresponsable,» afirmó. Situación que se hace mucho más evidente en un país que actualmente considera desarticulado en el que prima la lógica del «sálvese quien pueda,» un sentimiento de desesperación que asegura, lleva a que cada uno actúe por su lado, sin entender la frase del Papa Francisco según la cual nadie se salva solo. «Estamos llegando al extremo de pensar que mi prójimo es mi enemigo,» precisó.
Las autoridades
Se trata de hechos que desde su óptica llegan a cuestionar las motivaciones de los peruanos para celebrar las fiestas patrias de este año. Son 202 los años que se cumplen de independencia nacional, pero como señala el obispo, es imposible negar que en este momento su población es testigo de una prolongada crisis que se extiende a lo político, social, sanitario, económico, institucional y moral; lo que termina por generar altos niveles de pobreza, desigualdad, desempleo y subempleo, mencionando solo algunas de las consecuencias.
A esto, advierte Mons. Cabrejos se suman delitos como la «corrupción, el índice de feminicidios, la delincuencia, la inseguridad ciudadana, violencia y degradación ambiental; agravadas por los efectos de la crisis climática que alcanza dimensiones globales y en el pais hace que los desastres se sientan con mayor fuerza en las veredas abandonadas y víctimas de altos niveles de contaminación. Situaciones lamentables frente a las que Mons. Cabrejos cuestionó: ¿Qué están haciendo nuestras autoridades, a nivel nacional, regional y local?
En Perú, continuó el obispo, enfermedades como el dengue, el Covid-19 y otras plagas, no se han logrado superar y las bajas temperaturas, azotan los pastos causando hambre y pobreza, principalmente en las comunidades altoandinas y las situadas al sur del país que, además, sufren por la expulsión de cenizas volcánicas que invaden sembradíos y presionan el desplazamiento de las familias.
Crisis climática
Problemáticas que según insistió desde el entorno natural, logran afectar gravemente a las comunidades, porque allí un recurso básico como el agua se convierte en un tesoro, una riqueza imprescindible para la vida humana y base de actividades económicas como la agricultura, ganadería y elaboración de artesanías. Sin embargo, poco o nada se está haciendo por su cuidado, conservación y buen uso; lo que demuestra un total desconocimiento de los indicadores a nivel nacional e internacional que plantean la escasez de agua como una gran probabilidad para el país andino.
«Invito a las autoridades y a todos ustedes a escuchar el clamor y el sufrimiento de la población y de la naturaleza, teniendo presente las palabras del Papa en las que recalca que el grito de la tierra y el grito de los pobres es un solo grito».
En el caso de Perú, insistió, el territorio amazónico cubre el 60% y fenómenos como la trata de personas afecta a miles menores, situación que clama al cielo; sin olvidar, las comunidades que viven de la economía ilegal y el narcotráfico. A lo que se agrega la inseguridad ciudadana que deja un incremento del que califica es un tenebroso pero rentable mercado: el sicariato.
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Límites dolorosos
Para Mons. Cabrejos nunca el asalto y la delincuencia se habían convertido en pan de cada día como ahora “¿Qué nos está pasando?,” cuestionó, “la vida es un don de Dios y no tiene precio,” realidades ante las cuales persiste el interrogante: “¿Cómo podemos celebrar nuestro aniversario Patrio?”
Según el arzobispo el deterioro de la calidad de vida en el pais es reflejo y producto de lo que el Papa define en “Fratelli Tutti“ como el ejercicio de una mala política. ¿Cómo entender el hecho del que pide cupos del sueldo de un trabajador bajo la amenaza del despido? ¿Cómo tolerar la coima como una práctica común, donde algunos funcionarios, autoridades y corruptores son considerados simplemente pícaros u oportunistas? preguntó.
Interrogantes frente a los cuales los peruanos no pueden negar que la falta de valores erosiona el carácter de tal manera que todo termina por degradar a la persona humana, creando una cultura del descarte que en el país afecta directamente a las clases más vulnerables. Pese a estas realidades Mons. Miguel Cabrejos afirma que no todo está perdido, hay esperanza. ¡Un nuevo proyecto de solidaridad y consenso nacional es posible y necesario y debe dar lugar a una nueva política, que acogiendo las palabras del Papa Francisco debe ser la expresión más alta del mandamiento del amor.
El prelado cerró su intervención invitando a los presentes a asumir el desafío propuesto por el Pontífice en enero de 2018: “Los peruanos en este momento de su historia, no tienen derecho a dejarse robar la esperanza,» frente a lo que animó diciendo: “¡No nos dejemos robar la vida!¡El Perú es nuestro, nosotros tenemos que resolver nuestros problemas, empecemos ya!”.
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