Los Saduceos negaban la resurrección, creían que la relación con Dios se daba solamente en la tierra, afirma Mons. Oscar Ojea en su comentario al Evangelio del 32º Domingo del Tiempo Ordinario. Ellos eran una secta de maestros de Israel, que en el pasaje evangélico de este domingo van al encuentro de Jesús y “quieren hacer ridícula la resurrección y aparecen con esta argumentación: ‘si una mujer tiene siete maridos ¿Cuál va a ser su verdadero marido en la resurrección?’”.
Un Dios de vivos
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina insiste en que “Jesús no quiere entrar en esta dialéctica de burla y de poner en ridículo la realidad de la resurrección, sino que afirma la resurrección como otra dimensión de la existencia”. Una realidad en la que “viviremos bajo otras categorías totalmente distintas, otros parámetros, seremos transfigurados por la luz de Dios, le daremos Gloria, estaremos llamados a la alabanza, pero es otra dimensión”, afirma el obispo, que recuerda las palabras de San Pablo: “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los elegidos”.
Para Mons. Ojea, “es impensado, no soñado, totalmente distinto a lo que nosotros estamos acostumbrados a ver, a sentir y a percibir”. Desde ahí destaca que “no se queda solamente aquí el Señor, sino que avanza un poco más recordando que en la revelación a Moisés, cuando Dios se le presenta en la zarza ardiente, se presenta como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Un texto donde aparece que “Dios es Dios de vivos y Abraham, Isaac y Jacob ya habían muerto años antes de esta revelación a Moisés. Dios es Dios de vivos, Dios es Dios de cada uno, Dios lleva el nombre de cada uno y de alguna manera hace alianza con cada uno”, destaca el obispo de San Isidro.
Llamados a la vida plena
Algo que es visto como un consuelo enorme, que “significa que estamos llamados por él a la vida plena. La muerte siempre está a nuestras espaldas, delante nuestro está la vida, la vida plena”. En ese sentido, el presidente del episcopado argentino recuerda que “en la concepción de los Saduceos la muerte estaba al final de la vida y allí se terminaba todo”. Frente a ello, “nosotros estamos llamados a la vida, pero sin embargo ya en la tierra pregustamos la resurrección, tenemos como anticipos de la resurrección a través del amor, a través de la caridad; las semillas que va sembrando el amor de Dios en la tierra van a florecer en el jardín de Dios, en la resurrección”.
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Finalmente, Mons. Oscar Ojea invita a prepararnos “para esta vida verdadera a la que estamos llamados poniendo ya gestos de vida, preparando ya en la tierra el camino de la resurrección”.
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