Mons. Ojea: “Dios no es una isla que está incomunicado, lejos de nosotros”

En el comentario al Evangelio de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, Mons. Oscar Ojea la define como “el misterio más hondo de Dios”. Según el presidente de la Conferencia Episcopal argentina, “Dios es una familia, Dios es amor; nuestro Dios no es una isla que está incomunicado, lejos de nosotros”.

Iglesia fundada en la Trinidad

Recordando el Concilio Vaticano II, el obispo de San Isidro recuerda que allí es definido “lo que es la Iglesia según la Trinidad; fundada en la Trinidad. Va a decir es el pueblo unido con la unidad de la Santísima Trinidad”.

Para Mons. Ojea, “la Santísima Trinidad vive una comunión perfecta, una comunión de amor; el Padre está continuamente saliendo de sí mismo, el Hijo está recibiendo al Padre y devolviéndole amor continuamente y ambos inspiran al Espíritu Santo. Este es el Dios que funda la Iglesia; el Dios amor, el Dios comunión. Cuánto necesitamos de esta comunión”.

Sínodo y Trinidad

Por eso, nos recuerda, “el Santo Padre nos llama a vivir sinodalmente y utiliza mucho esta palabra. Vamos a tener ahora un Sínodo que es celebrar esta unidad, caminar en unidad, caminar juntos. Pero al mismo tiempo las tres personas de la Trinidad son distintas, son diversas; cada una tiene su singularidad, cada una tiene, además, una función en el misterio, en el plan de salvación; se ve esto con mayor claridad. El Sínodo significa una comunión que respeta la diversidad, que recibe continuamente la diversidad y se enriquece con ella”.

El presidente del episcopado argentino pide, “que el Señor nos conceda poder vivir este tiempo más apoyados en la Trinidad, cuyo misterio está en el fondo de todas las cosas, de toda la creación, pero sobre todo en este misterio de la Iglesia que es comunión en la diversidad, el continuo aprendizaje de la vida para poder amar de verdad basados en el respeto por lo distinto que somos con los demás”.

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Finalmente, recuerda que “con un gesto muy sencillo los cristianos la celebramos: que es la señal de la Cruz. Celebrando la comunión de las personas y la diversidad de ellas, la hacemos cuando estamos por escuchar el Evangelio, y así nos asignamos la frente en el nombre del Padre que es el pensamiento en Dios; la boca que es la Palabra de Dios, la expresión de Dios y el corazón que es el Espíritu Santo, que es el amor en Dios. Así los cristianos centramos a través de la señal de la Cruz el misterio de la Santísima Trinidad, tres personas distintas y un solo Dios verdadero”.